Catholic Standard El Pregonero
Clasificados

Sin el poder del voto no se avanza

Las próximas elecciones, que prometen ser reñidas y emocionantes, amén de tener ribetes históricos por la naturaleza de los candidatos y por la masiva participación de jóvenes votantes, es una inmejorable oportunidad para PARTICIPAR en un proceso que promete ser único. Foto/Archivo

El voto hispano -según estadísticas- podría ser un voto dirimente, pero como aún hay muchos ciudadanos hispanos que no están registrados para sufragar, a la hora de la verdad, el potencial de ese voto no se hace sentir. De allí, la importancia de seguir promoviendo que más ciudadanos hispanos se registren para votar. Mas, estar registrados para votar no es suficiente, a ello debe sumarse una clara conciencia cívica de participar, de acudir a las urnas y ejercer el voto. Sin el poder del voto no se avanza. El ‘apostolado de la presencia’ efectiva y coherente nos permite influir de manera decisiva en la toma de decisiones que, a la larga, se traducen en mejoras educativas, económicas y de salud para nuestra comunidad. Y empieza por casa. Si no empezamos a hablarles a nuestros hijos y a educarles sobre la importancia de la participación e involucramiento en los asuntos cívicos y políticos de nuestra sociedad seremos una comunidad sin futuro. Queda claro, pues, la necesidad de elaborar estrategias de educación cívica para que los jóvenes, amén de salir adelante y actuar con responsabilidad, aprehendan y entiendan que si no votan no tendrán participación en las grandes o pequeñas decisiones que se tomen en el país.

No esperemos a tener problemas para hacer escuchar nuestra voz. El reto de la ‘participación enteriza’ es un compromiso de todos, no solo de unos cuantos. No olvidemos que cuanto mayor sea nuestra participación mayor será el espacio político que ganemos para nosotros y nuestros hijos, quienes son y serán en última instancia los beneficiados y continuadores de nuestras acciones. Es de vital importancia actuar de consuno en todo aquello que signifique educar a nuestra gente para que tenga -en palabras de César Chávez- una ‘participación perfecta’. La conciencia participativa se consigue a través del ejercicio mismo de la participación manteniendo un liderazgo valiente. Nada mejor que incidir en las virtudes que nos distinguen: nuestro sentido de familia, nuestra fe, nuestro acervo cultural y las ventajas de ser bilingües deben responder con acierto al reto educativo de cómo hacer que más estudiantes latinos no abandonen las aulas y que un mayor número se gradúen de la universidad. Si no aprovechamos nuestras virtudes y las ventajas que nos devengan poco o nada servirá el hecho de que seamos la minoría más numerosa de Estados Unidos, si es que esa presencia no se traduce en números en la escuela, la universidad o en la cosa pública.

Una atención seria a los problemas que nos aquejan en materia de inmigración, educación, salud, vivienda, trabajo y desarrollo económico, pasa no solo por el aro de un diálogo nacional con nuestros representantes, sino también con la necesidad imperativa de mostrar cuán efectivos o dirimentes somos al momento de ejercer el voto, sobre todo si tenemos en consideración que somos el segmento de mayor crecimiento poblacional de Estados Unidos y de la Iglesia Católica. Bien dice el poeta: “Caminante, camino se hace al andar”. Este es el momento de cimentar la andadura de nuestra participación haciéndonos presente en las urnas el próximo martes 5 de noviembre para emitir nuestro voto. Las próximas elecciones, que prometen ser reñidas y emocionantes, amén de tener ribetes históricos por la naturaleza de los candidatos y por la masiva participación de jóvenes votantes, una inmejorable oportunidad para PARTICIPAR en un proceso que promete ser único. En ese sentido, votar en conciencia va más allá de la mera participación cívica: es un testimonio público de amor y compromiso con el bienestar de nuestra comunidad.



Cuotas:
Print


Secciones
Buscar