Hablando y escuchándose sinceramente unos a otros es el camino en que la Iglesia crece en perfección, destacó el cardenal Wilton Gregory, haciéndose eco de las palabras del papa Francisco, durante la misa celebrada para la Conferencia del Ministerio Católico LGBTQ 2024, en la Universidad de Georgetown, el 3 de agosto de 2024.
A continuación, el texto completo de la homilía del cardenal Gregory en la misa celebrada en la Capilla Dahlgren de la citada universidad:
¡Bienvenidos! Es una de las palabras más deliciosas que se pueden encontrar en cualquier idioma. Transmite una sensación genuina de anticipación, calidez y humanidad. El término emana una cordialidad de sentimientos que ruego estén presentes para cada uno de ustedes a lo largo de esta conferencia.
Como ustedes bien saben, se han reunido en la Arquidiócesis de Washington para su asamblea de difusión programada en un momento extraordinario, si no arriesgado, para nuestra Iglesia y nuestro país. Los desafíos que cualquiera de estas dos ilustres instituciones podría ofrecernos proporcionarían razones más que suficientes para nuestra angustia actual y tal vez incluso angustia. El aumento de la violencia, la renuncia a la civilidad en el discurso público, el rechazo de los valores sagrados que alguna vez fueron bien conocidos se puede encontrar en ambas instituciones. Ustedes, sin embargo, se reúnen ahora para dialogar en este momento y su voluntad de entablar un diálogo sincero es en sí misma una fuente bienvenida de esperanza. En muchos aspectos, estáis participando en un acto de sinodalidad: la visión y la invitación propuestas por el papa Francisco de que hablando y escuchándose sincera y abiertamente unos a otros, bajo la luz y la guía del Espíritu Santo, es el camino en que la Iglesia crece en perfección.
El evangelista Juan nos recuerda que la unidad, el estar unidos los unos con los otros, es una meta que hay que alcanzar, y sigue siendo un signo de que Cristo mismo está allí en medio de nosotros, instándonos a reflejar la unidad que Él comparte únicamente con su Padre y nos invita a compartir con Él.
Aun así, la unidad sigue siendo una empresa difícil de alcanzar. Nuestra unidad nacional necesita una atención constante, al igual que la unidad de nuestra Iglesia. La unidad no significa uniformidad o igualdad de opinión en el corazón y la mente. Hay una palabra que usamos con frecuencia para describir la conexión espiritual que debe ser el objetivo de nuestra Iglesia Católica: la Comunión. Nuestro país también tiene frases que describen nuestra deseada unidad: nosotros, el pueblo de los Estados Unidos, con el fin de formar una unión más perfecta, establecer la justicia, asegurar la tranquilidad interna, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar las bendiciones de la libertad para nosotros y nuestra posteridad, ordenamos y establecemos esta Constitución para los Estados Unidos de América.
Su asamblea está dedicada a la búsqueda de convertirnos en una familia de fe más inclusiva, dando la bienvenida a los demás a pesar de nuestras diferencias. De vez en cuando, puede que nos resulte difícil como católicos y como estadounidenses alcanzar ese estado de estar juntos en armonía. Huelga decir que esa unidad debe seguir siendo un objetivo y un deseo de ambas instituciones, una aspiración que debemos esforzarnos por alcanzar y valorar. Esta reunión es una oportunidad para que las personas se escuchen unas a otras con amor, sabiendo muy bien que podemos ver la posición del otro como difícil de entender y aceptar.
La presencia y las necesidades pastorales de nuestras hermanas y hermanos LGBTQ a menudo pueden verse como un tema volátil, pero deben ser enfrentadas con sinceridad y compasión genuina. Ruego que esta conferencia avance en ese objetivo y nos convierta en una Iglesia y una nación más fuertes, más santas y más acogedoras.
