Pensando en resoluciones. Revisando los ‘propósitos’ que escribí en esta columna -hace exactamente 20 años- me topé con lecciones ‘ejemplares’ de la maestra Historia, con sempiternos paradigmas a tener presente -con “feroz entusiasmo”- en el año que empezamos. Palabras más, palabras menos, la PARTICIPACIÓN fue la nota dominante del año 2005. Las acciones que marcaron -entonces- a nuestra comunidad -a raíz del acoso antiinmigrante- fueron su decidida participación en los temas que nos afectan y nos competen, que se tradujo en las posiciones ganadas por los hispanos en los gobiernos locales de DC, VA y MD. El involucramiento de los jornaleros de Herndon, cuyo clamor de un trato justo y digno dio paso a la creación de un Centro Laboral. Ese mismo año, los trabajadores de hoteles del Distrito consiguieron el aumento salarial más grande en dos décadas y un incremento significativo en su fondo de pensiones. Las campañas para alertar a los latinos sobre los proyectos de desplazamientos y las injusticias que cometen los propietarios de edificios, evitaron mayores dolores de cabeza a los residentes del Distrito, quienes evitaron desalojos y negociaron contratos que respeten sus derechos. Los estudiantes también dejaron su impronta, los jóvenes de la escuela secundaria César Chávez realizaron un estudio para determinar las causas de la deserción escolar entre sus pares, particularmente los estudiantes hispanos de las escuelas públicas del Distrito. Amén de crear conciencia, no se quedaron en el diagnóstico, sino que también plantearon soluciones. Ejemplos para imitar.
Hoy, como ayer, la pertinaz ola antiinmigrante es una razón de más para que la comunidad inmigrante se organice si quiere ser escuchada y llegar a buen puerto. Las lecciones de la Historia, en contextos adversos, son elocuentes. Enseñan que la mejor manera de ser libres es asegurando la libertad de los demás. La mejor manera de asegurar nuestra fe es compartiéndola. Y la mejor manera de asegurar nuestra esperanza es creando esperanza para los demás. Como siempre: ¡Las palabras mueven, mas los ejemplos arrastran! Es vital, pues, que nuestros jóvenes, tengan un inequívoco sentido de sus raíces, que sepan quiénes son y de dónde vienen. Qué sepan mantener una estrecha conexión con su cultura, porque solo a través de ella podrán forjar su propia andadura. El creciente espíritu xenofóbico no debe ser una excusa para la inacción. Así como el orgullo de nuestros valores familiares son la piedra angular de nuestro desarrollo, de esa misma manera debemos recordar hasta el cansancio las cosas buenas que tenemos y de las que nos sentimos orgullosos.
No olvidemos a los “sin voz, ni voto”. La gran mayoría de inmigrantes indocumentados que viven en el país son personas decentes que trabajan arduamente, mantienen a sus familias, practican su religión y llevan vidas responsables. Por eso, cualquier proyecto de reforma migratoria necesita ser integral y deberá tomar en cuenta todos los elementos del problema o ninguno de ellos se resolverá del todo. Ahora, no podremos construir un país unido incitando la cólera de la gente, jugando con sus temores o explotando el tema de la inmigración para sacar ventajas políticas. ¡Nuestros debates y decisiones afectan vidas reales! Todo ser humano tiene dignidad y valor sin importar lo que digan sus “papeles”; pero, al afirmar que existen diferencias entre un indocumentado que cruzó la frontera recientemente y alguien que ha trabajado aquí muchos años, tiene casa y familia se deja abierta la puerta de la división y la excusa para la intolerancia. Bien escribió el gran poeta palestino Mahmoud Darwish: “Ser humano es amar, crear y resistir”.