Los inmigrantes Pablo Quintanilla, Gloria Terrones e Isidro Colchado, a pesar de no conocerse y proceder de diferentes países, viven dramas muy similares debido a la pandemia del COVID-19. Los tres tienen familiares directos sobrevivientes del coronavirus, se encuentran abrumados por las deudas hospitalarias, hace meses que no pagan la renta y actualmente están desempleados.
Por si fuera poco, su condición migratoria irregular les impidió recibir la ayuda económica otorgada en abril por el gobierno y ahora saben que tampoco les tocaría nada del nuevo paquete de estímulo económico que hace unos días anuncio la Casa Blanca. Hoy ellos intentan encontrar alguna salida financiera a sus problemas, apelan a la solidaridad familiar, no pierden la fe y mantienen la esperanza de encontrar un empleo lo más pronto posible.
Pablo y Gloria compartieron su dolor momentos antes de entrevistarse con una trabajadora social del hospital Sibley Memorial Hospital de Washington. El primero tuvo internada a su esposa por 11 días debido al COVID-19, mientras que la anciana madre de la segunda permaneció tres semanas en la unidad de cuidados intensivos a causa del mortal coronavirus.
“Mi esposa se infectó limpiando casas. Ella no tiene seguro médico y he venido para negociar una deuda de casi veinte mil dólares. El problema es que yo estoy desempleado, ya debo cuatro meses de alquiler, he tenido que buscar los lugares donde reparten gratuitamente alimentos y no sé cómo hacer para cancelar las facturas acumuladas. En casa tengo dos niños pequeños, pero sobrevivimos con la ayuda económica de mis familiares. Estoy desesperado, pero le pido a Dios que me ilumine siempre”, dijo Pablo, un inmigrante salvadoreño que hasta antes de la pandemia se dedicaba a trabajar como mozo en fiestas y banquetes.
El caso de la mexicana Gloria es muy parecido. “En mi casa nadie tiene ni papeles ni seguro médico. Yo vivo con una prima y mi mamá, pero hasta ahora no sé como el COVID-19 atacó a mi madre. Ella estuvo grave, pero gracias a los médicos pudo superar la enfermedad y quedó muy débil. Hasta ahora tenemos una deuda de 48 mil dólares que no sé como voy a pagarla. Desde que llegue a este país las tres nos defendemos limpiando casas en Washington, DC, y de 15 casas a la semana ahora solo limpiamos dos o tres a la quincena. Eso no me alcanza para nada, me asusta el hecho que ya debo tres meses de renta, más la deuda del hospital. Tengo la esperanza que la Virgen de Guadalupe me muestre el camino pasar estos difíciles momentos”.
El salvadoreño Isidro, quien trabajaba en el rubro de la construcción y en las noches ayudaba a estacionar carros en un exclusivo club privado del Distrito de Columbia, vive el mismo drama. El no tener papeles migratorios en regla le han impedido poder conseguir un trabajo que le permita contar con todos los beneficios. Siempre vivió con su esposa, dos hijos, dos sobrinos y dos tíos en un sencillo departamento en el barrio de Langley Park. En mayo tres integrantes de su familia se contagiaron con el COVID-19 y fueron derivados de urgencia al hospital Johns Hopkins de Baltimore.
“En mi casa solo trabaja mi esposa y mi hijo mayor. El resto están convalecientes del nuevo coronavirus o están desempleados. Estamos ahogados en deudas y los trabajos de construcción están parados. La verdad es que no sé cómo voy a pagar las facturas del hospital que llegan a 64 mil dólares, pero ruego a Dios que todo pase pronto y podamos recuperar nuestros ingresos económicos”, manifestó Isidro, que todas las mañanas visita las obras de construcción en zona de Bethesda con la esperanza de conseguir un empleo temporal.
Estos casos son apenas unos ejemplos de lo que ocurre al interior de la comunidad hispana del área metropolitana de Washington, que lamentablemente se replica en todo el país.
Los más vulnerables
Los hispanos, que son el 17,6 por ciento de la fuerza laboral de Estados Unidos, son los más afectados económicamente que la población en general por la pandemia de COVID-19, y aunque tienen más riesgos médicos muchos de ellos están excluidos de la ayuda gubernamental, según han señalado economistas.
“Sólo uno de cada seis hispanos puede trabajar desde casa, comparado con uno de cada tres blancos. Y en cuanto a los empresarios latinos, también ellos tienden a tener negocios pequeños, más vulnerables a la caída de ventas y menos capaces de obtener crédito”, dijo Marie Mora, profesora de economía en la Universidad de Missouri durante una conferencia virtual.
Por su parte José Manuel Fernández, profesor de economía en la Universidad de Louisville (Kentucky), detalló que los trabajadores hispanos son el 30,4 por ciento de la fuerza laboral en la construcción; el 27,1 por ciento en restaurantes y otros servicios de comidas; y el 27 por ciento en hoteles y bares.
“El 18 por ciento de quienes proveen servicios para el cuidado de la salud en el hogar son hispanos. Ellos están en la primera línea en la atención de enfermos y ancianos. Deberíamos prestar atención a que esta gente cuente con los equipos de protección personal adecuados”, añadió Fernández.
Las pérdidas de empleo desde que a comienzos de marzo empezó a sentirse el impacto de la pandemia, muestran diferencias entre grupos étnicos y raciales, entre hombres y mujeres, y por edades, que han ido acentuándose mientras crece el número de casos confirmados de COVID-19, enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2, y la epidemia se extiende geográficamente.
Desempleo
El índice general de desempleo subió de 3,5 por ciento en febrero al 4,4 por ciento en marzo, pero entre los hispanos saltó de 4,4 al 6,0 por ciento, según un informe del Departamento de Trabajo.
Un reciente estudio divulgado por el Pew Research Center, encontró que en el 49 por ciento de hogares hispanos de Estados Unidos al menos uno de sus miembros ha visto una pérdida de sus ingresos o incluso ha sido despedido a causa del coronavirus.
En términos generales, más hispanos señalan que en el hogar alguien ha experimentado “un recorte salarial o una reducción en las horas de trabajo” (27 % de la población general, 40 % en hispanos), que las que afirman que alguien fue “despedido o perdió un trabajo” (20 % general, 29 % hispanos).
Mark López, del Centro Pew, explicó que el impacto negativo que esta pérdida de empleos y de ingreso será en las remesas que los migrantes envían a sus países de origen, aunque ello dependerá del sector económico en el que trabajen.
Cifras importantes
La economía estadounidense generó 1,6 millones de puestos de trabajo en julio, con lo que el desempleo entre los hispanos bajó 1,6 puntos porcentuales y se ubicó en el 12,9 por ciento, comparado con un nivel del 10,2 por ciento entre la población en general, informó la primera semana de agosto el Departamento de Trabajo.
“Las cifras lucen mejor que en junio, pero hay que recordar que antes de la pandemia, en febrero, el índice de desempleo de los latinos estaba en el 4 por ciento”, comentó Meggie Weiler, analista económica principal de UnidosUS, quien agregó que ese índice estuvo en el 13 por ciento en lo peor de la Gran Recesión (2017-2019), y ahora no estamos lejos de eso.
"En conjunto, las cifras siguen siendo demasiado altas. Millones de trabajadores, hispanos y de otros grupos, se han quedado ahora sin la asistencia del programa federal de subsidio por desempleo que caducó hace unos días” agregó la analista.
Weiler puntualizó que otro aspecto a considerar en cuanto a los trabajadores hispanos es que la tendencia, en lo que hace a los empleos temporales, va a la baja, “No es seguro que esos empleos retornen y, mientras persiste la incertidumbre entre los empleadores, puede que haya una pérdida permanente de puestos de trabajo”.
Una encuesta de Latino Decisions encontró que, a nivel nacional, del 60 por ciento al 64 por ciento de los hispanos perdieron empleos como consecuencia de la pandemia del coronavirus.