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Testimonio de diálogo y respeto entre religiones ofrece papa Francisco en visita a Irak

El papa Francisco dialoga con un grupo de líderes religiosos iraquíes durante su visita a la ciudad de Nasiriyah, Iraq. Foto/CNS/Paul Haring

Una serie de entrevistas recientes ampliamente difundidas me han confirmado que nuestro ferviente deseo de comenzar a viajar de nuevo -tan pronto como las vacunas hagan posible que tales viajes sean seguros- se está fortaleciendo. Estas conversaciones me han dado la sensación de que nuestra pasión humana por viajar no ha sido destruida por COVID-19.

Una persona que claramente no ha perdido su anhelo de viajar es el papa Francisco, quien comenzó un viaje largamente deseado a Irak el 5 de marzo. El papa San Juan Pablo II nunca pudo visitar ese país, aunque le dijo abiertamente al mundo de su anhelo de visitar al pueblo iraquí. El caos que tanto forma parte de Oriente Medio ha sido un obstáculo que el papa Francisco optó por mitigar. Todavía hay peligros serios de estar seguros, incluido el impacto de la menguante pandemia mundial que sigue haciendo de las grandes asambleas públicas un grave peligro para la salud. Sin embargo, el gran deseo del papa Francisco de fortalecer y confirmar la fe de la pequeña presencia cristiana en Irak y de reforzar el diálogo interreligioso son las fuentes de su determinación de visitar esta antigua patria del profeta Abraham.

Hay tantos aspectos sobre la vida en el Medio Oriente que los occidentales no siempre apreciamos, ni entendemos. La religión sigue desempeñando un papel dominante en la vida pública. Sin embargo, las diferencias religiosas a menudo están en el corazón mismo de conflictos violentos desastrosos. Todo esfuerzo que el Santo Padre extienda para aumentar y reforzar el diálogo y las interacciones interreligiosas es un don que nuestra Iglesia ofrece a esa parte de nuestro mundo, y sirve como modelo de cómo todos estamos llamados a respetar y a encontrarnos con otras personas. El papa Francisco puede estar de visita en Oriente Medio, pero su humilde ejemplo de encuentro y diálogo tiene mucho que ofrecernos en Estados Unidos de América y otros lugares del mundo muy alejados de la tierra de Abraham.

La mayoría de las personas expresaron su deseo de reanudar los viajes con el fin de visitar a amigos y familiares, o para disfrutar de unas vacaciones tranquilas, o -tal vez- para reiniciar actividades de negocios. El papa Francisco viajó con el deseo de ayudar a establecer la paz y la fraternidad entre todo el pueblo iraquí. Su viaje no es por ninguna otra razón menos significativa. La imagen de este pastor de almas de 84 años -entrando en un lugar que ha experimentado una violencia tan reciente- debería animarnos a todos a orar por el éxito de su misión. También deberíamos tener la esperanza de que aún donde la violencia haya sido un visitante tan frecuente, los hombres y las mujeres pueden lograr la paz trabajando humildemente juntos para fomentar la comprensión y la compasión, incluso cuando hay diferencias notables de fe, opiniones políticas y diversidad étnica.

El papa Francisco está dando al mundo un importante ejemplo de cómo superar las historias de desconfianza y odio en aras de un futuro pacífico para una nueva generación. Algunos han cuestionado la sabiduría o el éxito potencial de tal alcance interreligioso para la paz. El papa San Juan Pablo II se enfrentó a una oposición similar de algunos funcionarios y jerarcas de la Iglesia Católica cuando invitó a una delegación de líderes interreligiosos a unirse a él en oración en Asís en 1986. No se inmutó, y siguió adelante con fuerza con este gesto valiente.

Ahora el papa Francisco ha elevado las apuestas viajando a una parte del mundo que durante mucho tiempo se identifica con los profetas antiguos, ya que este profeta moderno convoca al mundo a la tarea de buscar la armonía pacífica. No es ingenuo, pero está decidido a invitar a toda la humanidad a abstenerse de usar cualquier religión para justificar el odio y la violencia y buscar la paz juntos. Su viaje a Irak le recuerda al mundo entero que el odio nunca puede ser la última palabra, sólo la palabra esperanza. Que tenga éxito en sus esfuerzos para que la paz y la amistad reciban un renacimiento.

 

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