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Con fe y devoción

El cardenal Donald Wuerl bendice las palmas de los fieles en la puerta de la catedral de San Mateo Apóstol de Washington. Los fieles aprovecharon el inicio de la Semana Santa para renovar su fe y orar por el fortalecimiento de la Iglesia. (Fotos/Jaclyn Lippelmann)El administrador apostólico de Washington repitió el ritual que cumplió Jesús de lavar los pies a sus discípulos, el cual es un testimonio de la vocación de la Iglesia para servir al mundo.Fieles de la parroquia San Camilo participaron en la escenificación anual del Vía Crucis por las calles de Silver Spring (Maryland). Varios jóvenes adultos representaron a los apósteles y la Virgen María. El cardenal Donald Wuerl bendice el fuego que luego fue utilizado para el encendido de las velas durante la vigilia pascual.

La conmemoración de la pasión y muerte de Jesucristo tuvo una marcada presencia hispana en las parroquias de la Arquidiócesis de Washington. La participación durante el Triduo Pascual, los tres días en que los católicos celebramos la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, fue significativa en cada uno de los eventos programados para el Jueves Santo hasta el Domingo de Pascua.

Previamente, muchos feligreses participaron en la celebración del Domingo de Ramos en la catedral de San Mateo Apóstol, en donde escucharon la invocación del cardenal Donald Wuerl, administrador apostólico de Washington, para vivir la Semana Santa con mucha fe y esperanza en la vida eterna. Se hizo también referencia al llamado del papa Francisco de “aceptar a Dios y seguir su plan de amor”.

Algo similar se vivió en las diferentes parroquias de nuestra arquidiócesis, en donde los fieles ondearon hojas de palma al comienzo de la liturgia que conmemoraba la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén cinco días antes de su crucifixión.

Como todos los años la representación del Vía Crucis (Pasión de Cristo) y la solemne Vigilia Pascual en parroquias como San Camilo, Nuestra Señora de los Dolores, Sagrado Corazón, Nuestra Señora Reina de Las Américas, Santa Catalina de Labouré y Monasterio de San Francisco, así como en la catedral de San Mateo, congregó a miles de feligreses de habla hispana del área metropolitana, quienes revivieron en procesión el ‘camino de la cruz’. Más de uno recordó las conmemoraciones vividas años atrás en sus países de origen.

“Para todos, en especial los hispanos, la representación de la Pasión de Cristo es algo muy tradicional y forma parte de la expresión de su religiosidad. Allí se aprende sobre el amor que Dios tiene por sus hijos, pero también sirve para reforzar nuestra fe y nuestra unión como comunidad”, dijo Carlos Ruiz, feligrés de la parroquia San Camilo, quien participó en la coordinación de la representación del Vía Crucis este año.

En esta ocasión participaron numerosos voluntarios de las parroquias Nuestra Señora de los Dolores, San Camilo y Sagrado Corazón, procedentes de El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Perú, México, Colombia y Venezuela. Ellos personificaron los pasajes vividos por Jesucristo camino al Gólgota, lugar donde Jesús fue crucificado. Los feligreses participaron de las 14 estaciones.

A pesar de una ligera llovizna, el Viernes Santo cientos de fieles siguieron paso a paso como Jesús fue condenado a muerte, cargando la cruz, el encuentro con su madre María. También la ayuda prestada por Simón el Cirineo para llevar la cruz y cómo Jesús consuela a las mujeres de Jerusalén. Los actores escenificaron con dramatismo cuando Jesús es despojado de sus vestiduras, azotado y clavado en la cruz.

Ruiz explicó que el Via Crucis es muy expresivo para los hispanos, pues el vestuario, escenografía, representación de los personajes y los hechos son mostrados de una forma tan real que terminan sensibilizando tanto a actores como al público. “Los integrantes de nuestra parroquia durante meses se prepararon para representar el Vía Crucis. Tuvieron muchas horas de ensayo y oración”.

En la parroquia San Camilo como en el Sagrado Corazón, la Semana Santa recordó los padecimientos de muchos inmigrantes en Estados Unidos. Se reflexionó sobre la necesidad de acompañar a los migrantes que recién llegan a nuestra ciudad en busca de una nueva vida.

“Participar del Via Crucis es solidarizarse con los problemas que viven los hispanos. La falta de seguro médico o empleo muchas veces ponen a prueba nuestra fe, pero la entrega de Jesucristo nos enseña que no estamos solos y que Dios entregó a su propio hijo para salvarnos del pecado”, precisó Telma Turcios (El Salvador).

“El drama que vivimos los inmigrantes indocumentados es muy parecido al Via Crucis. Nosotros vivimos en carne propia la desigualdad, persecución y deportación solo por el simple hecho de ser trabajadores sin tarjeta de residencia”, declaró Fausto Bonilla (El Salvador).

“Sentimos que algunos nos discriminan porque no hablamos inglés o no somos ‘rubios’, pero la palabra de Dios y las muestras de cariño de nuestros hermanos en la fe nos ayudan a seguir adelante en nuestra vida de inmigrantes”, señaló el nicaragüense Enrique Martínez  de Nicaragua.

“Necesitamos que termine el acoso contra los indocumentados. Los hispanos somos víctimas de la violencia definitivamente, siempre hemos sido víctimas de la violencia”, dijo la mexicana Luz Vaca.

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