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Vivir con alegría a pesar de adversidad

Jeni Stepanek (centro) comparte con los estudiantes y profesores la escuela católica Sagrado Corazón de Washington. Foto/ Javier Díaz

El testimonio de fe de la doctora Jeni Stepanek sorprende a todos. A pesar de padecer de miopatía mitocondrial disautonómica crónica, enfermedad neuromuscular que la obliga a permanecer en silla de ruedas y conectada a un balón de oxígeno, llegó a la escuela católica Sagrado Corazón para hablar con los niños sobre el amor de Dios, compartir mensajes de esperanza e implorar por la paz mundial.

Y es que la vida de Jeni ha sido marcada por hechos dolorosos. Su afección neuromuscular se replicó genéticamente en sus hijos Katie, Stevie y Jamie y Mattie, arrebatándoles la vida cuando aún eran pequeños. Ella, sobreponiéndose a la pena ocasionada por la prematura partida de sus descendientes, estudió hasta obtener un doctorado en educación especial en la Universidad de Maryland. 

Además, los poemas escritos por el pequeño Mattie (13), meses previos a su muerte, la hicieron reflexionar sobre la urgencia que los niños y jóvenes entiendan la necesidad de construir un mundo más solidario, basado en las enseñanzas del Evangelio y el amor del Padre Creador.

“Estar en silla de ruedas y sufrir una enfermedad degenerativa no me impide sonreír. Gracias a Dios he podido encontrar consuelo, esperanza y vencer la adversidad luego de la pérdida de mis hijos”, dijo Stepanek.

Acto seguido, Jeni compartió con los estudiantes el mensaje de amor de su hijo Mattie, a quien calificó de “campeón”, pues a pesar de la enfermedad que lo aquejaba pudo escribir poemas sobre el coraje, la perseverancia, así como la fortaleza que Dios le brindaba para enfrentar los desafíos en su corta vida.

Stepanek señaló que las limitaciones físicas, al igual que el dolor provocado por la enfermedad, provocaron que Mattie nunca dejara de creer en Dios, de alabar la creación divina y de agradecer por el regalo que significaba la vida. 

Jeni manifestó que las experiencias vividas con Mattie la motivaron a buscar la beatificación de su pequeño hijo, pues en su corta vida fue fuente de inspiración y un claro llamado a buscar la santidad, sin importar las circunstancias.

“Mattie JT Stepanek nunca se rindió, incluso en los momentos más difíciles. Su fe le llevó a superar de manera digna los desafíos, celebrar la vida y la paz. Ustedes deben esforzarse para ser personas de paz y no tener temor en buscar la santidad”, dijo a los estudiantes de la escuela católica Sagrado Corazón. 
Al finalizar su intervención, Jeni dijo que antes de fallecer Mattie le hizo prometer que seguiría con su misión formativa de niños y jóvenes, hecho que la ha convertido en una mujer más fuerte a pesar de la enfermedad que padece.

Hoy la doctora Jeni Stepanek es conocida como “Mamá Paz” y su testimonio de vida ha sido compartido en los principales medios de comunicación de Estados Unidos. Ella ahora se encuentra al frente de los trabajos de la fundación Mattie Matters, pero también es vice-presidenta nacional de la Asociación de Distrofia Muscular y miembro de las juntas asesoras de Children’s Hospice International y del National Child Life Council, entre otras organizaciones. 


Palomas de la Paz

Elise Heil, directora de la mencionada escuela, agradeció el testimonio de Jeni Stepanek y reconoció que su mensaje había provocado una reacción positiva entre estudiantes, comprometiéndose a realizar un proyecto escolar que implique la participación tanto de alumnos como profesores.

El tema elegido, comentó la directora, sería denominado “Palomas de la Paz” y estaría a cargo de la profesora de arte Ellen Lafferty. El proyecto incluirá el uso de placas de cerámica, pinturas especiales y dibujos realizados por los propios alumnos.

“Los estudiantes se han propuesto pintar 425 palomas, las cuales una vez que estén terminadas serán colocadas en los diferentes pasillos de la escuela. Todos estamos muy motivados en mostrar que la paz es el mejor camino para comprensión de los hombres”, puntualizó Lafferty.

Darlin Henríquez, Marley Ross, Ellie Malloy, Naomi Mogus, Andy Sánchez y Fernando Rodríguez, estudiantes del quinto grado, conforman el primer equipo de trabajo que luego servirán de monitores para el resto de sus compañeros. 

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