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Ya no somos extranjeros

Monseñor Mario Dorsonville, obispo auxiliar de Washington, recientemente participó de una audiencia sobre inmigración en el Capitolio. (Foto/archivo)

Los beneficiarios de TPS y DACA –y sus familias– merecen la oportunidad de permanecer e integrarse a Estados Unidos a través de protecciones permanentes. La unidad de la familia es vital para la fortaleza de nuestro país, nuestra Iglesia y nuestras comunidades.

Fueron las palabras del obispo auxiliar de Washington, monseñor Mario Dorsonville, en una reciente  audiencia denominada “Protegiendo a los Soñadores y Beneficiarios del TPS", que fue un preámbulo a la presentación  del proyecto  de ley federal H.R. 6 en el Congreso de Estados Unidos.

Monseñor dijo que la incertidumbre de estos inmigrantes se ve cada día en las parroquias de la Arquidiócesis de Washington. "Personalmente he escuchado sus historias... He sido testigo de sus lágrimas, sus secretas preocupaciones, no sólo por su futuro, sino por el de sus familias".

Se pronunció a nombre de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB) y dejó en claro el total apoyo a los beneficiarios del programa de Acción Diferida (DACA), el Estatus de Protección Temporal (TPS) y el de Partida Forzada Diferida (DED) que están en el limbo legal.

"Seguimos enfocados en nuestros esfuerzos de asegurar que ellos y sus familias puedan vivir con dignidad y alcanzar el potencial que Dios les ha conferido", dijo el obispo abogando por una reforma migratoria y por una solución permanente para los soñadores y tepesianos.

DACA beneficia a cerca de 700 mil jóvenes traídos a Estados Unidos por sus padres cuando eran menores de edad. Les otorga un permiso de trabajo temporal y acceso a licencia de conducir. El programa ha sufrido varios desafíos en los tribunales, por eso se mantiene vigente temporalmente.

El TPS brinda permanencia temporal en el país a los afectados por conflictos bélicos o desastres naturales. Fue extendido automáticamente hasta el 2 de enero de 2020 –por orden de las Cortes– para inmigrantes de El Salvador, Haití, Nicaragua, Sudán y hasta el 5 de enero para los hondureños. El DED, similar al TPS, ampara a 4 mil inmigrantes de Liberia desde hace dos décadas y expirará el 31 de marzo de 2019.

"Los soñadores son jóvenes ejemplares, ejemplos del sueño americano, que contribuyen a nuestra economía, destacan académicamente en nuestras universidades y son líderes en nuestras parroquias. Estos jóvenes han crecido en nuestro país, inclusive algunos decidieron poner sus vidas en riesgo para servir en nuestras fuerzas armadas", agregó quien es presidente electo del comité de inmigración de USCCB.

"Este es el único hogar que ellos conocen y donde están seguros que podrán triunfar porque aquí tienen sus raíces, dominan el idioma y están culturalmente integrados", dijo ante el Comité de Asuntos Jurídicos de la Cámara de Representantes que le invitó a dar su testimonio.

"Sabemos que muchos de los más de 1.8 millones de soñadores no tienen la protección de DACA. Para estos jóvenes, la acción del Congreso es la única solución", dijo el obispo.

Su testimonio, enmarcado en un debate bipartidista, fue el inicio del proceso legislativo de la propuesta de ley H.R. 6, llamada Promesa y Sueño Americano del 2019 (American Dream and Promise Act).

En esa audiencia ofrecieron su testimonio Jin Park (DACA, graduado de la Universidad Harvard), Yatta Kiazolu (DED, quien obtendrá su doctorado en la UCLA), Yazmín Irazoqui-Ruiz (DACA y estudiante de medicina en la Universidad de Nuevo México), José Palma (TPS, coordinador de la Alianza Nacional para TPS), Donald E. Graham (presidente de la junta directiva de Graham Holdings Company, miembro de la familia fundadora de The Washington Post), Hilario Yánez (beneficiario de DACA, con postgrado en Universidad de Houston) y Andrew R. Arthur (Centro para Estudios de Inmigración).

Luego de escuchar los testimonios, los legisladores hicieron preguntas a los oradores, en especial, sobre el impacto moral y los fundamentos sobre el respeto a la vida humana.  

Personas con TPS y DACA y sus familias viven en la incertidumbre. En las parroquias se evidencia su preocupación y sufrimiento. Aunque esperan buenas noticias, se hace difícil construir un futuro cuando éste se percibe muy incierto.

"Nos quieren quitar nuestros sueños", dicen los feligreses más jóvenes afectados que acuden a los servicios en la Catedral de San Mateo. Fátima Aybar, coordinadora de formación en la fe, observó que los soñadores tienen su vida hecha aquí e incluso tienen hermanos nacidos en Estados Unidos.

"La tragedia y tristeza que está viviendo esta gente es horrible", dijo. "Podemos ver que hay tanto estrés y depresión, que la gente se está enfermando. Nos cuentan que tienen miedo, que viven en la angustia y la zozobra, preguntándose: ¿Y ahora qué hago?".

Esta líder parroquial está convencida de que los soñadores son el futuro del país, por eso los apoyan.

En el comité parroquial de servicios sociales, donde Fátima colabora como voluntaria, les ofrecen orientación para que conozcan sus derechos y los apoyan económicamente. "Hemos ayudado a algunos con el pago de sus utilidades, con apoyo moral y psicológico", explicó.

Los obispos católicos consideran que los soñadores y tepesianos son miembros vitales de nuestra comunidad que van a la escuela, trabajan para mejorar nuestras comunidades y mantienen a sus familias. "Han vivido en el limbo durante demasiado tiempo y ahora es el momento de encontrar una solución", dijeron en un comunicado.

Unos días, después de la citada audiencia, se presentó en el Congreso la propuesta legislativa (H.R. 6) American Dream and Promise Act por la congresista Lucille Roybal-Allard (D-CA).

De convertirse en ley, esta legislación daría protección legal permanente y un camino hacia la ciudadanía a los soñadores que califiquen, así como a los extranjeros amparados por el TPS y DED.

El obispo Joe S. Vásquez de Austin, Texas, y actual presidente del Comité de Migración de la USCCB, reiteró que necesitamos una solución legislativa permanente para los que han pasado sus vidas contribuyendo y viviendo en Estados Unidos, un país que ellos conocen como su hogar.

USCCB tiene una larga trayectoria de apoyo a los inmigrantes en el tema migratorio y, desde siempre, han caminado con ellos. Ahora estamos reafirmando nuestro compromiso con los soñadores y los tepesianos, al igual que con una reforma migratoria", puntualizó el obispo.

En 2003, los obispos de Estados Unidos y México emitieron la carta pastoral conjunta "Ya no somos extranjeros: Juntos en el camino de la esperanza" y Puede leerse en español en: http://www.usccb.org/issues-and-action/human-life-and-dignity/immigration/juntos-en-el-camino-de-la-esperanjuntos-en-el-camino.cfm

En el 2004, USCCB se comprometió con una reforma de inmigración como una prioridad de la Iglesia Católica estadounidense y para crear una cultura de bienvenida el la cual todos los inmigrantes sean tratados con respeto y dignidad.

Un variado grupo de organizaciones católicas con conexiones a nivel nacional, se unieron a la campaña  "Justicia para los inmigrantes" de USCCB en un esfuerzo por unir y mobilizar la creciente red de instituciones católicas, individuos y personas de buena voluntad en apoyo a una reforma de migración integral.

Los objetivos de la campaña son: educar al público sobre las enseñanzas de la Iglesia en este tema, crear una voluntad política para una reforma de inmigración humana y abogar por justas reformas en las leyes sobre inmigración y refugiados, también por políticas que reflejen los principios enunciados por los obispos.

Para mayor información, visite: https://justiceforimmigrants.org.

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