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Se puede ‘ver’ el mundo sin tener ojos

Patrick Page en King Lear de William Shakespeare. Fotos/ Corey Photography.

Nada de la vital actuación de Patrick Page, en el papel principal, hace percibir —en principio— el tufo de mortalidad que exhala la producción King Lear, donde el significado más profundo de la obra —a pesar de la importancia de la intriga política, las traiciones y los asesinatos— es nuestra propia finitud. 

La producción del director Simon Godwin, que presenta Shakespeare Theatre Company, está ambientada en un estado autoritario dominado por una dinastía familiar, como muchas en el pasado y —sin ir muy lejos— en un presente reciente. Los modernos uniformes militares de los actores, el sonido e imágenes de helicópteros y aviones a reacción y los paneles móviles completan el escenario militarizado.

La poderosa actuación de Page (rey Lear) —emitiendo decretos que dividen su dominio entre sus hijas Goneril (Rosa Gilmore), Regan (Stephanie Jean Lane) y Cordelia (Lily Santiago) — muestra a un gobernante vanidoso que contrasta, luego, anciano y despojado de su dignidad y cordura, con su emotiva y conmovedora caída. 

(De izq. a der.) Lily Santiago, Stephanie Jean Lane y Rosa Gilmore en King Lear.

Las hermanas Goneril y Regan —quienes exageran su amor por el padre para obtener su favor— y Edmund (Julián Elijah Martínez), el hijo bastardo del duque de Gloucester (Craig Wallace), son los villanos que traicionan a padres y hermanos por sus ansias de poder y atropellan a todos los que se interponen en su camino. 

Mientras las conspiraciones se suscitan, la mente de Lear se deteriora y su otrora reino va en camino de convertirse en una ‘república bananera’ llena de sedientos buscadores de poder dispuestos a crear caos para lograr sus fines, destrozando familias y a la sociedad misma.

Edmund, el resentido hijo bastardo de Gloucester, es presa fácil de los encantos seductores de Regan y Goneril. Esta última, quien tiene una personalidad dominante, humilla a su esposo, Albany (Jake Loewenthal), al desplazarlo en favor de Edmund quien le es más útil para sus planes. Sin embargo, la debilidad de su esposo es solo aparente y es quien más adelante se convierte en el líder de la oposición a los tres villanos.

Cordelia —inicialmente rechazada por su padre—, Edgar (Matthew J. Harris) —exilado por las maquinaciones de su medio hermano Edmund— y Kent (Shirene Babb) —leal al rey— son los personajes virtuosos que se convierten, luego, en lideres de la oposición, junto con Edgar y Albany. 

En una atmosfera decadente preñada de intrigas y traiciones —que se acentúa aún más por el efecto de la música que le da un ‘carácter’ épico al ambiente— Cordelia y Edgar son un faro en la borrasca que redimen nuestra fe en el futuro. 

La barbarie también está presente en la obra y ocurre cuando Cornwall (Yao Dogbe) arranca los ojos de Gloucester, padre de Edmund quien es cómplice del cruel acto, un extremo de la depravación de la familia real. 

El bufón (Michael Milligan) dice a Lear verdades que el rey no quiere escuchar o que ya no puede entender. En la obra, que trata de la destrucción y reconstrucción de una sociedad, hay mucha violencia y momentos de compasión, reconciliación, ternura y humor.

(De izq. a der.) Craig Wallace, Julián Elijah Martínez y Bekah Zornosa.

Sabemos que el poder corrompe; y, si es absoluto, corrompe absolutamente. El declive del rey va de la arrogancia a la locura: del envanecimiento personal, que ocurre cuando se otorga generosamente demasiado poder a una persona, a una espiral descendente asociada, además, a la vejez a una inevitable ‘obsolescencia’. 

La memoria, que nos recuerden quiénes somos y adónde vamos, es voluble, defectuosa, y se vuelve, cada vez, más fugaz a medida que envejecemos. El rey Lear —al igual que todos— no es inmune a ese debilitamiento de la memoria.

La salud de una nación está determinada por la de su gobernante y en esta producción, el país de Lear —nuestro mundo— es un lugar de autócratas y oligarcas modernos.

King Lear es una metáfora de lo que le sucede al ser humano cuando las estructuras colapsan, amén de representar el efecto aniquilador de las divisiones internas y la implosión del estado de derecho que conducen a una nación a la guerra civil. La obra trata también de un tipo similar de división interna, una que todos enfrentaremos algún día: la mortalidad inminente. 

King Lear de William Shakespeare tiene una duración de dos horas y 35 minutos y se presenta hasta el próximo 16 de abril en el Klein Theatre (450 7th Street NW, Washington, DC). Los boletos ($69–$160) se pueden comprar en línea o llamando al (202)547-1122. Hay descuentos para los miembros de las fuerzas armadas, estudiantes, personas mayores y clientes de 35 años o menos. Mas información Shakespearetheatre.org/tickets-and-events/special-offers/ 

(A veces echamos a perder lo bueno por esforzarnos en lo mejor… Blue Moon).

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