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Pasando de la indiferencia a la solidaridad

El acompañamiento de la Iglesia a los migrantes es constante y todos debemos ser solidarios con los hermanos que se ven obligados a abandonar sus países. Foto/VN  

“La Semana Nacional de los Migrantes es un tiempo de reflexión y un espacio de concientización de todos los miembros de la Iglesia católica y porque no decirlo, de toda la cultura cristiana en los Estados Unidos”, lo dijo monseñor Mario E. Dorsonville, obispo auxiliar de Washington y presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB), refiriéndose a la Semana Nacional de la Migración que este año se celebró del 5 al 11 de enero.

Monseñor Dorsonville dijo que, el problema de la migración “no es sólo responsabilidad de un único país, sino que es responsabilidad de la comunidad mundial”. “Cuando el Papa Francisco habla reiteradamente de la crisis migratoria – recordó – de más de 70 millones de personas que han sido forzadas a desplazarse de sus hogares, de sus tierras por una inestabilidad política, por la violencia, por todas las dificultades a nivel económico y la falta de un futuro para un desarrollo humano integral, pues evidentemente esto repercute en un problema que afecta a la comunidad mundial”.

En este sentido, el presidente del Comité de Migración de USCCB dijo que, la Iglesia en Estados Unidos pudiera tener un liderazgo en cuanto a la acogida a los migrantes y esta semana trata de recordar cómo esta Nación siempre ha sido líder en esa recepción y esa acogida a los refugiados, ya que esto es algo que nace de las raíces mismas del Evangelio, por eso nos sentimos en profunda solidaridad y consonancia con ellos. 

“Durante esa semana se tuvieron encuentros a través de todas las diócesis y parroquias – señaló monseñor Dorsonville – oramos por aquellos que han sido desplazados, que viven ese drama humano y evidentemente suscitamos ese movimiento de la indiferencia a la solidaridad cristiana promovida por una constante reflexión en el Evangelio, donde Jesús nos exhorta a recibir al extranjero”.

Monseñor Mario E. Dorsonville, obispo auxiliar de Washington y presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB)

Desafío de tener un sistema migratorio integral 

Desde hace años, la Conferencia de los Obispos Americanos, indicó monseñor Dorsonville, quiere tener una reforma migratoria integral que comprenda todas las dificultades que, por muchos años, más de diez millones de personas han tenido que afrontar, cuando vemos a personas indocumentadas que no tienen rostro, no tienen voz, son muchas de ella víctimas de atropellos e injusticias. “Evidentemente, se ha visto que es un gran problema que tenemos, un sistema inmigratorio muy pobre y necesitamos tener unas líneas concretas a nivel de Congreso y de Casa Blanca para que haya un acuerdo y dar pasos firmes para la solución de un estado migratorio”.

Asimismo, el obispo auxiliar de Washington afirmó que, los Obispos estadounidenses están sumamente preocupados por este problema porque vemos que es algo que atenta contra la misma familia. “Muchas de nuestras diócesis y parroquias están precisamente compuestas por estas familias de emigrantes. En este sentido la Iglesia tiene que ser cada vez más fuerte en su voz, una voz de abogacía, una oración y un acompañamiento a las familias que sufren este drama humano dentro de un contexto de incertidumbre porque ese podría ser el gran reto”. Sabemos que hay pasos concretos con algunos grupos, pero evidentemente lo que necesitamos es una reforma migratoria completa que lleve a una misión para todos los inmigrantes que tiene esta Nación, esto todavía está por verse.

Acompañamiento de la Iglesia a los migrantes 

La Semana de la Migración, concluyó monseñor Dorsonville, tiene que ser una acción constante en la vida de las diócesis y eso lo tenemos bien claro los Obispos, ya que el acompañamiento no se puede dar solamente una semana al año. “El acompañamiento y el encuentro humano se da cada semana, se da a diario, se da en las Eucaristías, en las horas Santas, en los eventos interreligiosos, cuando podemos realmente orar y también abogar por aquellos que sufren la mayor pobreza que un ser humano puede tener, después de no tener voz y no tener rostro y por supuesto diciendo no soy invisible”.

Acotó, que “moviéndonos de la diferencia a la solidaridad día tras día en este año 2020, estoy seguro que vamos a tener evidentemente ese milagro de Dios para muchos millones de personas que necesitan también una aprobación legal de este contexto de regulaciones migratorias en esta Nación”. “También tenemos que pensar que los números de refugiados tienen que aumentar para poder recibir más refugiados en este país, pensamos también en la gente de la frontera, en las personas que están en los centros de prisión a nivel migratorio, allí también los Obispos, religiosos, sacerdotes llegan a acompañar, a celebrar la Eucaristía, están con ellos a compartir la fe y la presencia de nuestro Señor Jesucristo en momentos muy difíciles de sus vidas”. Vaticano News 

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