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Nuestro nuevo arzobispo: un pastor de almas

El arzobispo Wilton D. Gregory habla durante la conferencia de prensa realizada en el Centro Pastoral de la Arquidiócesis de Washington. (Foto/Jaclyn Lippelmann)Monseñor Mario Dorsonville

El pasado jueves recibimos con gran alegría la buena noticia de parte de su santidad el papa Francisco acerca del nombramiento del arzobispo Wilton D. Gregory, hasta entonces arzobispo de Atlanta, como el nuevo pastor y líder de nuestra Arquidiócesis de Washington. Las noticias de su nombramiento trajeron una serie de valoraciones y comentarios que le hacen un candidato idóneo y bueno, especialmente para los momentos que nuestra Iglesia de Washington ha tenido que vivir.

El arzobispo Gregory trae consigo una gran experien-cia de evangelización en parroquias multiculturales, ama y apoya la presencia de las comunidades inmigrantes y particularmente se identifica con las comunidades hispanas  a las cuales ve como una parte muy valiosa e importante del futuro de la Iglesia en Estados Unidos. Su participación en el V Encuentro de Pastoral Hispana, celebrado en Texas el pasado mes de septiembre, y sus comentarios sobre la presencia hispana fue un motivo de reflexión para la apertura, el acompañamiento y la solidaridad con todos los que hoy participan de una forma muy activa en el conglomerado parroquial de la pastoral de cada una de las diócesis de la nación.

Nuestro nuevo pastor es un hombre de fe, un hombre sencillo que busca encontrarse con las comunidades y los fieles de la arquidiócesis. Ve con gran ánimo y entusiasmo la llamada que Jesús le ha hecho por medio de la voluntad del Santo Padre. Es mi deseo invitar a los sacerdotes, religiosos y religiosas, diáconos y fieles laicos a acoger y apoyar la obra evangelizadora que el arzobispo Gregory irá desarrollando a través de los años entre todos nosotros. Qué Dios en su infinita bondad no abandona a su rebaño y suscita pastores fieles que vienen a cuidar y apacentar el rebaño, guíe y fortalezca a nuestro nuevo obispo para que asistido por el Espíritu Santo nos conduzca por caminos de paz, reconciliación y de amor.

Oremos por nuestra Iglesia y por el señor arzobispo para que en este nuevo capítulo que iniciaremos el  21 de mayo con su instalación episcopal, en la catedral de San Mateo, todos podamos afirmar que Dios es bueno y que jamás se olvida de sus hijos e hijas en momentos de dolor, pena o gran dificultad.

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