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Navidad con viejas tradiciones y mismo fervor católico

Familias celebrarán Navidad con viejas tradiciones y mismo fervor católico. Foto/Archivo

Navidad representa el cumpleaños de quien es el camino, la verdad y la vida, al cual yo sigo para llegar a Dios, según el inmigrante uruguayo José María Burone, parroquiano de la iglesia San Bartolomé de Bethesda, Maryland, quien asegura que lo que más le gusta es el encuentro familiar en esta temporada navideña, tiempo que le trae recuerdos de los fuegos artificiales de medianoche y los brindis con la familia en su tierra natal. 

Magdalena Smoot tiene 34 años en Estados Unidos y lo que más extraña es el compartir con la familia extendida que vive en México. 

Recuerda que su mamá preparaba un pavo relleno con vegetales, nueces y carne. "Era una tradición, un ritual y toda la familia ayudaba. Me gustaría seguir haciéndolo", dijo. Ellos celebran el 24 de diciembre, no el 25, como suele ocurrir en los hogares estadounidenses. 

Mary Perea (79) dice que en Perú esperan hasta la medianoche y a las 12 se abrazan, se entregan los regalos y se reza antes de la cena que incluye: pavo con acompañamientos, panetón y chocolate caliente.  

Las navidades allá son muy coloridas y similares a la costumbre en Estados Unidos, pero ella dice que lo que va a extrañar más este año es a su nieto Adriano (12).  

"Hay que acordarse del cumpleañero", dice Mary. "A veces nos enfocamos en el aspecto material y olvidamos lo espiritual de la Navidad", dijo esta feligresa de la parroquia de la Ascención, ubicada en Bowie, Maryland. 

Las navidades venezolanas son realmente distintas, especialmente en lo que se refiere a la comida. 

Rosario Ponte (70) se reúne con sus hermanos en el área metropolitana de Washington y hacen los platillos venezolanos: hallacas, pabellón (plátano frito, carne mechada, frijoles negros, arroz blanco, arepas), dulce de lechoza (papaya), ensalada de gallina y pernil al horno.  

Además, compran torta negra y pan de jamón en negocios venezolanos y disfrutan del ponche crema. 

"A nuestros amigos estadounidenses les encanta", dice quien llegó hace 56 años a este país y recuerda que se sentía tan triste en las primeras navidades en Estados Unidos. 

"Mi Venezuela vive en mí cada día de mi vida", afirmó. 

Cuenta que las Navidades vividas en tierra natal, no las puede olvidar. Su familia es muy grande (con 11 tíos y 31 primos) y tenían muchos amigos. "Disfrutábamos con los aguinaldos, íbamos de casa en casa cantando, patinábamos, íbamos a la misa de gallo en la madrugada. Compartíamos y competíamos a ver quién hacía la mejor hallaca. Es inolvidable", dijo. 

En Venezuela, se les enseña a los niños que es el Niño Jesús el que trae los regalos, no Santa Claus ni Papá Noel, comentó. 

Actualmente, Rosario celebra con su familia el espíritu de la Navidad, van a misa a la parroquia San Luis de Alexandria, Virginia, cenan en el hogar el 24 y comparten el 25 de diciembre todos juntos. "Gozaba en Venezuela y seguimos gozando en familia haciendo lo más importante en Navidad: armando el nacimiento". 

El diácono Jorge Gatica de la iglesia San Martín de Tours (Gaithersburg, MD) aclara que la Iglesia Católica no excluye en la celebración navideña a Santa Claus, quien era un obispo muy dadivoso.  

Contó que hay costumbres de su natal Guatemala que sigue conservando en tiempo navideño en Maryland, como la tradición de preparar ponche y tamales.  

"Recuerdo el olor a manzanilla y pino y lo extraño", dijo pensando en su niñez en Centroamérica. "Poníamos lazos de manzanilla en el pesebre y ramas de pino en la casa. Mis padres ponían los regalos alrededor del nacimiento y no había que abrirlos hasta Navidad". 

Como la mayoría de las familias inmigrantes, aprovechan las vísperas para rezar y a la medianoche se abrazan, se desean 'Feliz Navidad' y luego abren los regalos. 

Pero la celebración no termina ahí. Con su esposa y sus hijos, bailan y celebran toda la noche. "Cuando nos acostamos al amanecer, la gente en Estados Unidos se están levantando para abrir los regalos", dice jocosamente. 

A sus hijos les ha inculcado la lealtad y la fidelidad a las tradiciones. Tienen un árbol de navidad de hace 30 años y lo cuidan y lo consideran 'el árbol de la familia'. Es el testigo de hermosas navidades compartidas. 

 

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