Hace unos días decenas de madres de familia hispanas de “EcoMadres”, agrupación que forma parte de la organización nacional Moms Clean Air Force, llegaron hasta el Capitolio para respaldar una propuesta legislativa que busca que los congresistas aprueben medidas para asegurar el derecho de los niños a respirar aire limpio, así como la adopción de una legislación que proteja la salud mental de los estudiantes afectados por el cambio climático.

El proyecto presentado por el congresista Mike Thompson de California, fue redactado a iniciativa de los estudiantes de diversas escuelas secundarias del país, en donde se sustentan los actuales problemas de salud que enfrentan niños, adolescentes y ancianos debido a los altos grados de contaminación que se registran en muchas ciudades de la nación. 

Carolina Peña-Alarcón, ejecutiva del programa EcoMadres con sede en Washington, DC, dijo que miles de madres y estudiantes sufren de cuadros recurrentes de “angustia emocional” por los altos índices de contaminación ambiental que se registran tanto en las grandes ciudades como en las comunidades pequeñas del país. 

“En Estados Unidos los hispanos sufren de manera desproporcionada los efectos del cambio climático y la contaminación, lo que está provocando una angustia emocional que pone en riesgo la calidad de vida de las generaciones futuras. Esa es la razón por la que estamos aquí en el Capitolio para pedir legislaciones justas e inmediatas”, señaló Peña-Alarcón.

Agregó que durante el periodo de Cuaresma las madres de familia hispanas se han dedicado a difundir cartas y participar en eventos comunitarios para explicar las consecuencias negativas que ya enfrentan la población debido al cambio climático.

“Es importante que todos sepan que las madres hispanas han asumido un rol protagónico en las campañas para advertir las consecuencias nocivas a la salud producto del cambio climático. Por ejemplo, en el tema de aire ha quedado demostrado que existen finas partículas contaminantes que incrementa los ataques severos de asma”, manifestó la ejecutiva del programa EcoMadres.

Para la estudiante mexicana Lesli Muñoz Pérez (16 años) es importante que los legisladores entiendan la importancia que tienen los nuevos Estándares Nacionales para la Calidad del Aire Ambiental (NAAQS), los cuales regulan la contaminación por partículas finas que flotan en el aire, también conocidas como hollín. “Los congresistas no quieren entender que esos niveles de protección todavía son insuficientes para asegurar la salud de las personas”.

Fátima Rojas Núñez, originaria del El Salvador (15), recuerda que los médicos ya han advertido que la contaminación que hoy respiran las personas embarazadas llega hasta el cerebro y el corazón en vías de desarrollo de los fetos. “Los problemas a consecuencia del cambio climático ya están presentes en nuestras vidas. Estoy en Washington porque quiero que en el futuro mis hijos puedan nacer sanos y en un mundo más seguro”.  

Eduardo Santillán López (16 años) admite que fue doloroso descubrir que los efectos del aire sucio afectan más a las comunidades pobres y que nadie se preocupa por las personas que viven cerca de las carreteras con tráfico pesado o colindantes con plantas industriales muy contaminantes. “Nosotros los jóvenes hemos asumido el compromiso de denunciar los problemas ambientales, de exigir cambios legislativos y de asegurarnos un mundo mejor para todos”. 

Cabe mencionar, que Moms Clean Air Force tiene como misión proteger a los niños de la contaminación del aire y el cambio climático. Entre sus principales objetivos es trabajar para asegurar un futuro seguro, estable y equitativo donde todos los niños respiran aire limpio. Actualmente, la organización cuenta con más de un millón de madres de familia que luchan contra la contaminación del aire y soluciones ante la urgente crisis climática.

Es importante señalar que este tipo de acciones comunitarias tienen relación directa con la exhortación hecha por el papa Francisco en su encíclica Laudato si’, en donde pide apostar por una conversión ecológica y actuar decididamente para corregir los problemas derivados del cambio climático. 

Es más, en la mencionada encíclica se hace un llamado a enderezar de una vez por todas los caminos que permitan recuperar el daño ya causado a la tierra y a los más frágiles, preservando para las generaciones futuras una ‘casa común’ sana y segura como la entregó Dios a la humanidad.