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Latinos van a la universidad con la esperanza de un futuro mejor

Los jóvenes Darwin Hércules (izq.) y Crista Nicole Amaya (der.) se gradúan este año de la escuela católica secundaria St. John’s College. Al centro, Gaby Hernández, consejera universitaria en St. John’s. Foto/Mihoko Owada

Los jóvenes Crista Nicole Amaya y Darwin Hércules, quienes se gradúan este año de la escuela católica secundaria St. John’s College en DC, aseguran que es importante para los estudiantes latinos decidirse a aplicar y estudiar en las universidades porque así pueden asegurarse un mejor futuro para ellos y sus familias. 

Amaya, de madre hondureña y padre salvadoreño, dijo que siempre se esforzó en estudiar “para corresponder al amor de sus padres” y el deseo de tener una vida mejor.

Es que el apoyo y compromiso de los padres es fundamental desde que los niños están en las primeras etapas educativas, siendo aconsejable que se agoten los esfuerzos para facilitarles el camino a la universidad, y seguramente al éxito profesional en el plano laboral.

“Decidí estudiar en St. John’s porque me gusta la comunidad, es bien diversa y me sentí bienvenida”, dijo Amaya, quien aplicó a diez universidades y se decidió por la Universidad de Pittsburgh en Pennsylvania en donde estudiará Administración de Negocios y Mercadeo.

“Mis padres siempre me han dicho que tengo que ir a la universidad para tener una mejor preparación, un mejor futuro y servir de ejemplo para mi hermano y otros familiares. Tenemos parientes aquí y ellos también quieren que sus hijos vayan a la universidad, por lo que todos como familia nos queremos ayudar”, continuó Crista, quien admite que “ha valido la pena todo el esfuerzo”.

St. John’s es una escuela preparatoria para la universidad y ofrece diferentes alternativas académicas, incluyendo una amplia selección de cursos de honores y de colocación avanzada. 

Amaya tomó tres exámenes de Colocación Avanzada (AP) en las materias de matemáticas, francés y psicología y, también, la Prueba de Evaluación Académica (SAT). Amaya cursaba su primer año en St. John’s cuando comenzó la pandemia del Covid-19 y debió concluir ese año escolar con clases virtuales. 

“Me he esforzado mucho y hoy estoy inmensamente feliz porque pude lograr estas metas. Afortunadamente mis padres siempre me apoyaron y dieron el soporte emocional que necesitaba”, exclamó. “Ahora ellos están bien emocionados porque voy a ir a la universidad, aunque un poco nostálgicos porque me tengo que ir a Pittsburgh, menos mal que no está tan lejos”, sonrió. 

Crista y su familia aplicaron a FAFSA y llenaron la aplicación financiera de las universidades usando el Common-App. “Es bueno siempre considerar que, si no se vive en el mismo Estado en el que se desea estudiar, la matrícula pudiera ser más elevada”, dijo la graduada. 

Recordó que habló con sus padres y les dijo que ella quería ir a una universidad que le gustara pero que también ellos pudieran pagar. “Es importante también aplicar a otras becas menores porque así se consigue en financiamiento que no pueda dar la universidad”, agregó. “St. John’s jugó un papel muy importante en mi vida y voy a extrañar a mis profesores y amigos”, concluyó Amaya.

Por su parte, Darwin Hércules de origen salvadoreño y guatemalteco expresó:

“Desde que estudiaba en la escuela media venía a St. John’s a misa u otras actividades y desde el principio mi mamá deseaba que yo asistiera a una escuela como ésta para recibir una buena educación”.

“Han pasado rápido estos cuatro años y desafortunadamente perdimos tiempo valioso para compartir con la comunidad escolar debido al Covid”, lamentó Darwin, quien ingresó a St. John’s luego de egresar de la escuela San Miguel.

“Desde que estaba en el grado 9 comencé a recibir información sobre la universidad y hoy estoy orgulloso porque estudiaré en la Salisbury University, en Maryland.

Ser el primero de su familia en estudiar en la universidad es un orgullo para Darwin, aunque reconoce que ha sido “difícil” porque “no sabíamos cómo navegar el proceso”. El nuevo bachiller reconoce la ayuda recibida por el señor Mora de la Escuela San Miguel, quienes apoyan a St. John’s como parte del convenio entre ambas escuelas adscritas a la Arquidiócesis de Washington, al igual que lo hizo la señora Jenkins su asesora en St. John’s.

“Agradezco mucho a mis padres quienes siempre me han apoyado en mi camino a la universidad”, dijo Darwin quien estudiará ingeniería civil y quien considera importante “participar en clubes y hacer servicio comunitario”, para reforzar las aplicaciones.

“Recomiendo a los latinos que sigan una carrera porque vivimos es un mundo muy competitivo, somos nuevas generaciones y debemos estudiar para de alguna manera cumplir el sueño de nuestros padres y lograr mejores trabajos”, concluyó.

A su lado se encontraba Gaby Hernández, consejera universitaria en St. John’s, quien acotó que debido a la pandemia tuvieron que “cambiar un poco la logística para realizar las asesorías, aunque los consejeros siguieron evaluando a los estudiantes, orientándolos académicamente y determinando el potencial” para canalizarlos en la carrera en la que ellos mostraron interés. 

Pero ahora que ya hemos regresado a la normalidad, “comenzamos a dar información a los nuevos estudiantes desde el primer año que ingresan a St. John’s”, reforzándoles la conveniencia de realizar actividades extracurriculares y la necesidad de prestar servicio comunitario, hacer deportes, participar en clubes e involucrarse con organizaciones de diferente índole.

“Sin embargo, es en el grado 11 cuando comenzamos a tener conversaciones en grupos y personalizadas, los ayudamos a elegir sus clases para el año siguiente y entre todos discutimos las ideas sobre qué y dónde quisieran estudiar en la universidad”, explicó Hernández, nacida en El Salvador y quien llegó a Estados Unidos a los 8 años. Hernández también estudió secundaria y fue a la universidad en este país, otra evidencia de que las familias latinas cuando se lo proponen pueden lograr metas para sus hijos.

“En la primavera del grado 11 les damos una lista de las escuelas, les hablamos sobre el proceso de aplicación, las diferentes etapas, los apoyamos en el verano cuando pasan a su ultimo año con cursos como redacción de ensayos para universidades”, destacó.

La asistencia financiera que puedan recibir los alumnos es sin duda determinante para el acceso a las universidades. “A las familias latinas y otras minorías, nosotros le brindamos ayuda en el llenado de las aplicaciones para facilitarles el proceso”, afirmó Hernández.

“Es importante la comunicación con los consejeros y estoy feliz de haber podido ayudar a muchas familias que no hablan bien inglés”, concluyó Hernández.

 

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