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‘Día Mundial de Migrantes y Refugiados’ celebra Arquidiócesis de Washington

El obispo Mario Dorsonville celebra la misa por la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en la Catedral de San Mateo Apóstol. Foto/MV

Con un llamado a ser solidarios, comprensivos y realistas con las personas desplazadas que llegan al país escapando de las guerras, desastres naturales, violencia social, así como de las mafias que trafican con seres humanos, el obispo Mario Dorsonville celebró una misa especial por la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en la catedral de San Mateo Apóstol.

En el acto religioso, realizado el 25 de septiembre, participaron monseñor Borys Gudziak, arzobispo metropolitano de la iglesia greco-católica ucraniana de Filadelfia; monseñor John Enzler, director de Caridades Católicas de Washington; y monseñor Ronald Jameson, rector de la mencionada catedral.

“Todos somos testigos de la cruda realidad que enfrentan las personas que llegan al país en busca de paz, de una oportunidad de vivir con dignidad al lado de sus familias. Es tiempo de actuar con amor y siguiendo las enseñanzas del Evangelio como lo pide el papa Francisco, quien nos exhorta a comprometernos en la construcción de un futuro que acepte el plan de Dios, de modo que nadie quede postergado”, dijo en su homilía monseñor Dorsonville, obispo auxiliar de Washington y presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB).

Agregó que todos los cristianos están llamados a ser instrumentos de paz y demostrar a través del encuentro solidario con las familias refugiadas que vivir en hermandad es posible.

“No podemos permanecer callados ante el drama que viven millones de personas en el mundo. Aprovechemos la oportunidad para acompañar con acciones y oraciones a los que llegan pidiendo refugio, ayudando a los que buscan iniciar una nueva vida en paz”, manifestó el obispo Dorsonville.  

Recordó que cuando el Santo Padre pide “construir el futuro con los migrantes y los refugiados”, se refiere a que todos debemos reconocer y valorar lo que ellos pueden aportar al proceso de edificación de una sociedad justa, humana, que tenga en el centro a Dios Padre.

Antes de concluir la misa, monseñor Borys Gudziak, arzobispo metropolitano de la iglesia greco-católica ucraniana de Filadelfia, hizo una reflexión sobre la situación que viven millones de ciudadanos de Ucrania debido a la guerra con Rusia, en donde muchos han perdido la vida y otros han tenido que pedir refugio en países amigos. 

Los monseñores Ronald Jameson y Borys Gudziak, arzobispo metropolitano de la iglesia greco-católica ucraniana de Filadelfia, en la misa por la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en la Catedral de San Mateo Apóstol. Foto/MV

“En nombre de mi país agradezco sus oraciones, su asistencia humanitaria y la solidaridad demostrada con los ucranianos que han llegado a Estados Unidos. Aquí en Washington todos somos testigos de muchas historias de refugiados, que encuentran aquí una oportunidad para salir adelante. Defendamos siempre la dignidad de los migrantes, sigamos orando por los refugiados de todo el mundo”, enfatizó el arzobispo Gudziak.

También tuvo palabras de consuelo para los damnificados de Puerto Rico, Haití y varias islas caribeñas, que recientemente sufrieron severas perdidas debido al paso de huracanes e inundaciones.

Monseñor Ronald Jameson, rector de la Catedral de San Mateo Apóstol, agradeció la presencia de los embajadores Francisco Campell (Nicaragua) y Alfonso Quiñones (Guatemala), así como los representantes de los consulados de Perú, Argentina y Honduras, quien asistieron al servicio religioso en representación de sus respectivos países.

“Agradezco la presencia de los representantes diplomáticos en esta misa para conmemorar la 108ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado. La Catedral de San Mateo Apóstol siempre tiene las puertas abiertas para dar la bienvenida a quienes buscan refugio y consuelo en el seno de la Madre Iglesia”, destacó monseñor Jameson. 

El embajador guatemalteco Alfonso Quiñones y su esposa Gabriela del Rosario Palacios Labbe, en representación del cuerpo diplomático hispano acreditado en Washington, fue designado para llevar las ofrendas religiosas durante la misa. 

En la catedral se pudo advertir la presencia de numerosas familias inmigrantes, especialmente procedentes de América Latina y África, que acudieron a la misa celebrada por los refugiados.

 

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