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Carpas que revelan una cruda e injusta realidad en el Distrito de Columbia

Personas sin hogar viven bajo un puente capitalino. Foto/CNS/archivo

La presencia de carpas en los diversos parques y puentes, lamentablemente, ya forman parte del panorama capitalino. En un inicio muchos pensaron que sus inquilinos eran orates, drogadictos o vagos, pero desde la pandemia del covid-19 se advirtió un aumento de adultos jóvenes, mujeres solas y ancianos, lo cual encendió las alarmas en el Distrito de Columbia.    

Hoy se estima que existen más de cuatro mil personas sin hogar, muchos de los cuales viven en las calles, parques o refugios, situación que podría complicarse con el fin de los juicios de desalojos que enfrentan cientos de familias en la ciudad, así como la llegada de inmigrantes indocumentados procedentes de Texas.  

Hace unos días la alcaldesa Muriel Bowser explicó a la prensa que se han implementado diversos programas de asistencia social para reducir el número de carpas que existen en los parques y bajos los puentes de capital, reconociendo la cooperación de organizaciones comunitarias, al igual que Caridades Católicas e iglesias evangélicas. 

Carpas instaladas en la Calle 20, frente a uno de los edificios de la Universidad George Washington. Foto/MV

“En la ciudad existen recursos y programas de asistencia. Nadie necesita vivir en una carpa, seguimos trabajando para que las personas sin hogar acepten la ayuda que ofrecemos y dejen las carpas”, dijo Bowser a la prensa.

Asimismo, destacó que ante la ola de calor que azota la capital existe la posibilidad que las personas sin hogar sean trasladadas a los diferentes refugios temporales de la ciudad, donde se les brinda cama, comida y un lugar donde dormir.

“La tarea es complicada, pero tratamos de ayudar de la mejor manera posible a las personas que hoy no tienen un techo donde vivir”, acotó la alcaldesa. 

Pero lo cierto es que el problema de las personas desamparadas y sin hogar no solo aqueja al Distrito de Columbia. Según proyecciones de la Coalition for the Homeless en la actualidad se estima que cerca de 195 mil personas están durmiendo en las calles del país. También, se indica que los diez estados con las tasas más altas de personas sin hogar son California, Nueva York, Florida, Texas, Washington, Massachusetts, Oregón, Pensilvania, Illinois y Colorado.

Del total del indicado, el 18 por ciento son desamparados crónicos o permanentes, el 7 por ciento son jóvenes menores de 15 años y el 7 por ciento son veteranos. 

Estadísticas oficiales 

Sin embargo, de acuerdo al Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano (HUD), entre los años 2019 y 2020 la población de personas desamparadas aumentó más de un 2 por ciento y en "una sola noche de 2020, aproximadamente 580.000 personas estaban experimentando la falta de vivienda" en el país.

Asimismo, durante 2020, el 61 por ciento de los “sin techo” se alojaba en lugares protegidos, refugios de emergencia o programas de vivienda de transición, mientras que el 39 por ciento se encontraba en "lugares sin refugio, como en la calle, en edificios abandonados, parques o en otros lugares no aptos para la habitación humana", reveló un documento de HUD.

Según HUD, del total de personas sin vivienda, las minorías raciales continúan siendo mayoría entre los desamparados, con los afroamericanos en el primer lugar al constituir el 39 por ciento del total, seguido de los hispanos que constituyen el 23 por ciento entre los "sin techo".

Testimonio

“Bob” es un hispano de origen colombiano de 41 años que luego de un divorcio llegó a Washington DC con la esperanza de encontrar un mejor trabajo y hacer una nueva vida. La depresión, el alcohol y el covid-19 terminaron por dañar sus planes de progreso. Desde mediados del 2020 vive en una carpa en la Calle 20, al frente de uno de los edificios de la Universidad George Washington.

“Las cosas se me pusieron difíciles después de mi divorcio en Denver. Estuve en tratamiento para la depresión, pero no funcionó. Estoy tratando de ordenar mis ideas, ordenando mi vida y hace poco empecé a trabajar medio tiempo en limpieza. Nos fácil vivir en la calle, pero hay situaciones extremas en la vida que te hacen cometer errores y entrar a un callejón sin salida. Ahora que trabajo tengo el deseo de buscar algo distinto”, dijo “Bob”.

Agregó que con frecuencia llegan policías y personas del Distrito de Columbia, para hablar, ofrecer ayuda, pero aquí somo un grupo de nueve carpas y preferimos quedarnos aquí. “Nosotros nos comprometimos a portarnos bien, pero pedimos que nos instalen un baño portátil. Ellos cumplieron, al igual que nosotros”.

Para “Bob” es muy difícil comunicarse con los transeúntes, porque piensan que somos locos o ladrones. “La gente no entiende nuestros problemas solo nos miran con desconfianza o ignoran. Yo jamás pensé que estaría en esta situación extrema, peor cuando llueve o hace frio, no se lo deseo a nadie. Sigo intentando salir de este callejón”. 

El dialogo con “Bob” fue viable gracias a la música. El inmigrante salió de su carpa al escuchar discursos y canciones en español frente al monumento del Genera San Martin. Fue durante la ceremonia protocolar por la independencia del Perú. 

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