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Ayudar a los demás, insta obispo Menjívar en jornada mundial del migrante y del refugiado

Debemos ayudar a los demás, sin perder de vista que nuestra entrada en el reino de los cielos depende de cómo tratemos a las personas necesitadas que tenemos delante, este llamado individual lo hizo el obispo Evelio Menjívar en la conmemoración de la 109o Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.

“Debemos ser siempre una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar; no una sociedad que reacciona, explota, denigra y deshumaniza a los demás”, señaló el domingo 24 de septiembre en la catedral de San Mateo Apóstol.

Afirmó que la respuesta a los retos que plantea la inmigración contemporánea puede resumirse en esos cuatro verbos mencionados que nos enaltecen como sociedad. Al llevarlos a la acción, contribuiremos con el avance del Reino de Dios y promoveremos el desarrollo humano integral de todos.

Dijo que esos verbos no se aplican sólo a los inmigrantes y refugiados, sino que describen la misión de la Iglesia: acoger a quienes viven en las periferias existenciales y necesitan ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados. 

El obispo dice que algunos países con abundancia de recursos y necesidad de mano de obra, movidos por la presión de la opinión pública que en muchos casos se basa en prejuicios y desinformación, generalmente tienden a endurecer sus fronteras y puertos de entrada y a crear actitudes hostiles e intolerantes hacia la acogida de inmigrantes y refugiados. 

“Entonces, la sociedad se ve en la necesidad de hacer frente a la situación de las personas clandestinas, es decir, hombres y mujeres indocumentados sin ningún derecho en un país que se niega a acogerlos. Son víctimas del crimen organizado o de empresarios inescrupulosos”, dijo.

“Los indocumentados en Estados Unidos están condenados a vivir en la sombra por culpa de un sistema de inmigración que no funciona y de la falta de voluntad para arreglarlo”, dijo el obispo auxiliar de Washington, Evelio Menjívar, en la misa conmemorativa de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado realizada  en la catedral de San Mateo Apóstol, el domingo 24 de septiembre de 2023.

Monseñor subrayó su preocupación por la juventud: “Jóvenes desperdiciando los mejores años de su vida a la espera de oportunidades para utilizar su talento”. Un fenómeno social que ocurre a gran escala en América Latina donde no hay muchas oportunidades de trabajo. 

“La grandeza de una nación consiste en que los recursos disponibles -ya sean humanos o naturales- sean bien utilizados en beneficio de todos”, destacó Menjívar. Muchas naciones “de expulsión” -explicó- son muy ricas en recursos, suelen tener una población muy joven, mucha tierra, recursos naturales y un potencial de crecimiento muy vasto. 

Considera que los Gobiernos sólo tienen que crear las condiciones que motiven y den rienda suelta a la creatividad de los ciudadanos y de los inversores.

“Las vidas rotas y los sueños destrozados… empiezan tristemente en el país de origen de los inmigrantes y refugiados”, dijo refiriéndose a países donde la población ve aniquilada la esperanza en el futuro. “No tuvieron más remedio que dejarlo todo atrás en busca de mejores oportunidades”.

El obispo lo vivió en carne propia. Nació en 1970 en un humilde cantón rural en El Salvador y sus padres eran agricultores con necesidades económicas. Huyendo del conflicto armado en su país, el joven Evelio se lanzó a la odisea de cruzar la frontera de Estados Unidos.

"Es difícil dejar atrás a la familia… Tuve que salir por falta de oportunidades económicas. Uno se da cuenta de que los sueños no se pueden realizar en tu país. Entonces, uno se lanza a lo desconocido con miedo y con la simple motivación de un sueño", dijo a El Pregonero en enero de 2023.

“Aquellos que nos vimos obligados a tomar la decisión de dejar atrás nuestro país, nuestra familia, nuestros amigos y lo que nos era familiar para aventurarnos en lo desconocido y en lo impredecible, sabemos que no es una decisión fácil ni a la ligera, pero a veces no hay otra opción”, reiteró en su homilía del domingo. 

No entendemos muy bien qué motiva a la gente a arriesgarse tanto para emigrar, indicó. “¿Está la emigración en nuestro ADN?”, se pregunta el obispo subrayando que algunas personas necesitan estar en constante movimiento y convencido de que la fuerza que guía todo es Dios y el poder de su amor.

“Al final es Dios mismo quien nos llama igual que llamó a Abraham de su país de origen a una tierra prometida”, dijo. 

Las palabras del Señor nos recuerdan que todos somos huéspedes y peregrinos en esta tierra, y nuestra actitud hacia los extranjeros que se encuentran entre nosotros debería corresponderse con la conciencia de ser nosotros mismos peregrinos y forasteros en el mundo, dijo Menjívar agregando que Jesús va aún más lejos, instándonos a acoger al extranjero.

En Estados Unidos hay más de 11 millones de personas sin documentos, que el obispo describe como “nuestros hermanos y hermanas condenados a vivir en la sombra por culpa de un sistema de inmigración que no funciona y de la falta de voluntad para arreglarlo”. 

La migración no es un fenómeno nuevo, aunque si podríamos decir que se ha agudizado.

Según la agencia de refugiados de Naciones Unidas (UN Refugee Agency) establecida en 1951 para ayudar, proteger y monitorear a los refugiados, hay 108.4 millones de personas desplazadas por la fuerza a nivel mundial por persecución, conflictos, violencia, violaciones a los derechos humanos o eventos que seriamente afectaron el orden público. Los datos del final del 2022 indican que 62.5 millones son desplazados dentro de su país, 35.3 millones son refugiados, 5.4 millones son solicitantes de asilo y 5.2 millones son personas en necesidad de protección internacional.

El obispo Menjívar dice que los actuales inmigrantes y refugiados, como tantos otros antes que ellos, llegan buscando “un lugar donde sus familias estén seguras, sus hijos puedan recibir educación y su ingenio y trabajo fuerte sean recompensados”.

Actualmente, el límite máximo de refugiados que pueden ser admitidos en Estados Unidos es 125.000 al año, pero el gobierno está considerando aumentar el número.

La verdad es que no todos los que buscan asilo logran una visa de ingreso inmediata, comida, techo, trabajo y libertad, ni hacer realidad su sueño tan rápido en este país. Muchos “se han visto obligados a vivir con miedo a la explotación, la deportación y la separación de sus familias”, dijo el prelado. 

¿Es esto lo mejor que puede hacer esta gran nación? -se preguntó el obispo haciendo un llamado a la generosidad: “Tenemos que mostrar el máximo respeto por la dignidad de cada persona, tanto en el país de origen como en el de acogida. Debemos construir puentes, no muros, y debemos crear oportunidades para ser productivos”.

La Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (JMMR) desde 1914 como una ocasión para expresar preocupación por las diferentes categorías de personas vulnerables que se desplazan, para rezar por ellas mientras afrontan numerosos desafíos y para sensibilizar a los católicos sobre las oportunidades que ofrecen las migraciones.

Cada año, la JMMR se celebra el último domingo de septiembre. El tema elegido por el Santo Padre para este año 2023 es: “Libres de elegir si migrar o quedarse”.

Puede leerse el mensaje del papa para la JMMR en español: https://migrants-refugees.va/wp-content/uploads/2023/05/MENSAJE-DEL-SANTO-PADRE-FRANCISCO.pdf.

Puede leerse el mensaje del Papa para la JMMR en inglés: https://migrants-refugees.va/wp-content/uploads/2023/05/MESSAGE-OF-HIS-HOLINESS-POPE-FRANCIS.pdf

 

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