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Un grupo de 45 personas se salva de un tornado dentro de una iglesia

Un grupo de 45 personas sobrevivió dentro de la iglesia St. John the Evangelist en Emory, Texas después de que un tornado destruyó varias estructuras en la zona. La foto muestra parte de la destrucción. (Foto CNS/Cortesía de la Diócesis de Tyler)

En el mundo de los seguros, a eventos de clima, como los tornados, en muchos casos se les refiere como "actos de Dios".

Pero en el pequeño pueblo de Emory, Texas, a unas 50 millas al noroeste de Tyler y 70 millas al este de Dallas, unas 45 personas están considerando "un acto de Dios" haber sobrevivido un tornado que destruyó toda su iglesia excepto el pasillo donde se refugiaron la noche del 29 de abril, mientras tormentas severas afectaban a Texas, Oklahoma y Arkansas. Por lo menos 13 personas murieron en los tres estados.

Cuando el tornado pasó por St. John the Evangelist en Emory, la pastoral juvenil de la parroquia estaba honrando a los graduados de la escuela secundaria parroquial con una cena, junto con el concilio parroquial de los Caballeros de Colón y el gremio de damas.

"Recibí una llamada telefónica de Maggie (Conder) voluntaria de la oficina", dijo a Catholic News Service la ministra juvenil Monica Hughes el primero de mayo. "Por poco no contesto porque no quería interrumpir al orador". Pero Hughes sabía que Conder estaba monitoreando las tormentas en Texas y "ella no hubiera interrumpido a menos que fuera importante".

Lo era: "El tornado que azotó Canton se dirigía directamente a nosotros", agregó.

Hughes dijo que ella y su esposo intentaron sin suerte ver el radar climático en sus teléfonos móviles. Entonces Hughes tomó la decisión de decirle a los adolescentes y adultos que se movieran al pasillo de la iglesia. La decision se basó en "este instinto cuando uno aprende cuando de niño: uno se va al pasillo y se cubre la cabeza".

Hubo algunas quejas de los adolescentes pero todos obedecieron, recordó Hughes. "Es el lugar más interno del edificio. Todo lo demás tenía paredes exteriores". Hughes cerró todas las puertas exteriores del edificio.

Treinta segundos después que Hughes entrara al pasillo, su esposo se dio cuenta que el tornado había llegado. Él vio que el techo del santuario se arrancó completamente. "Vimos las puertas abrirse al espacio del santuario. Mi esposo agarró la puerta y se sujetó (con toda la fuerza que tenía) a la otra", dijo Hughes. "Lo que vi fue personas cubriéndose unos a otros, tranquilizándose unos a otros, padres cubriendo a niños pequeños, adolescentes se juntaron los unos a los otros. Comenzamos a orar".

El diácono parroquial, Marcelino Espinosa, estaba en un extremo del pasillo cuando comenzó a rezar el rosario; Hughes estaba en el otro extremo comenzando la Coronilla de la Divina Misericordia.

"No teníamos temor horrible, nos sentíamos protegidos", explicó. "Todo el tiempo que estuvimos allí dentro y sujetábamos esas puertas sentí que Jesús estaba sobre nosotros … susurrándome 'está bien, estoy con ustedes'".

Añadió: "Lo describí como una Pascua judía. El tornado vino y nos azotó con toda su fuerza y terminó".

Después de una evaluación para ver los daños, el grupo decidió quedarse en el lugar porque otra tormenta estaba pasando. Los bomberos que llegaron a la iglesia después de la segunda tormenta les dijeron que evacuaran el lugar porque la combinación de un cable eléctrico caído y un escape de gas era una amenaza, dijo Hughes.

Una vez afuera, ellos vieron que la iglesia estaba destruida, excepto el pasillo. La casa del párroco no sufrió daños, solo un daño menor en el patio. Una ironía de la tormenta: La hija de Hughes de 22 años de edad, quien también estaba en la cena, había sido evacuada en marzo de Perú, donde inundaciones y deslaves de terreno destruyeron comunidades completas. "Y ahora tuvimos que sacarla de un tornado", dijo Hughes.

"Es un milagro", dijo el párroco, padre Víctor Hernández. "Las personas pudieron experimentar las manos de Dios protegiéndolas". Él no estaba en la cena porque salió a celebrar una Misa en Pittsburgh, Texas, a unos 75 minutos de Emory. Cuando iba de regreso a la parroquia "escuché las sirenas y quería estar con mi comunidad", él dijo.

Los feligreses celebraron Misa como de costumbre el 30 de abril, pero no en su parroquia. "Saldremos de esto más fuertes que nunca", dijo padre Hernández. "Tendremos un nuevo edificio e iglesia, lo cual no estaba en nuestros planes. Nos moveremos más y más rápidamente".

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