Vivimos un momento de agresión constante a nuestro entorno natural. Los mares, los bosques, el aire que respiramos... Todo está sometido a un nivel de explotación que supera los límites de lo que la Tierra puede soportar. Estas agresiones, en lugar de disminuir, parecen aumentar, multiplicándose ante discursos que vuelven a poner en duda el impulso de las energías alternativas y sostenibles. El eslogan "drill, baby, drill" (perfora, perfora …), que apela al retorno de un modelo basado en la explotación ilimitada de los combustibles fósiles, no solo es un paso atrás: es un salto hacia un futuro de destrucción y caos climático.
La situación política global: un freno peligroso
El contexto político actual no contribuye en absoluto a las perspectivas de un cambio positivo. Las grandes Cumbres Internacionales, anunciadas con entusiasmo y promesas de cambios trascendentales, han quedado en simples ejercicios de retórica vacía, sin resultados prácticos. Mientras tanto, la transferencia de recursos para paliar los efectos del cambio climático entre el Norte y el Sur global se ha convertido en un escándalo de ineficiencia y desigualdad.
El Norte, incluidos los países productores de petróleo del Golfo Pérsico, sigue dominando las reglas del juego mientras se perpetúa la dependencia de los combustibles fósiles. Es fundamental entender que no solo los consumidores son los culpables: el modelo productivo mundial, alimentado por la explotación de estas energías contaminantes, es una parte estructural del problema. Esta dinámica ha creado un círculo vicioso donde los discursos de responsabilidad compartida a menudo ocultan la inercia de los grandes actores económicos para evitar cambios significativos.
Llamada a la acción: empezar en casa
La responsabilidad no recae solo en los gobiernos o las grandes corporaciones; también recae en cada uno de nosotros. ¿Cómo podemos exigir cambios globales si no somos capaces de cambiar nuestros hábitos cotidianos? Porque si no lo hacen ellos, y tampoco nosotros, ¿quién lo hará? No vale quejarse del sistema mientras no reciclamos correctamente, mientras fumamos y tiramos colillas al suelo, mientras desperdiciamos agua o energía sin pensar en ello.
El primer paso empieza aquí, en casa, con nosotros mismos. Debemos ser coherentes con nuestros ideales. Este manifiesto es también un compromiso: no podemos pedir a los demás que hagan lo que nosotros no somos capaces de asumir. Pequeños gestos pueden transformarse en grandes cambios: consumir menos, apostar por la reutilización, reducir el plástico, y educar a las nuevas generaciones en el respeto y el cuidado por el medio ambiente.
"Ni un paso atrás"
Este es nuestro compromiso colectivo: ni un paso atrás, cueste lo que cueste. La lucha por un futuro sostenible no es solo un derecho, sino una obligación moral hacia la sociedad, el planeta y las generaciones futuras. Los obstáculos serán muchos. Las tentaciones de abandonar, también. Pero solo desde la firmeza y la persistencia podremos construir una alternativa al modelo destructivo que nos ha traído hasta aquí.
Por la Tierra, por el futuro, por nosotros. No podemos permitirnos permanecer inmóviles. Ahora es el momento de la acción. Ahora es el momento de decir, con voz clara y contundente: “Estamos aquí, y no nos rendiremos.” (Ángel Juárez Almendros, presidente de RIET)