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Todavía sigo trabajando en mi jubilación

Por muchos años, acostumbraba a concluir mis mensajes de voz salientes diciendo: “El día de hoy es un regalo de Dios para ti; lo que hagas con este día es tu regalo a Dios”.

Mi creencia en eso no ha cambiado. Lo que ha cambiado es lo que soy capaz de hacer con mis días. Ya no puedo seguir el ritmo que tenía cuando era joven, por lo que identificar mis capacidades y encontrar el equilibrio fueron los mayores desafíos en mi primer año de retiro.

Sabía que aún tendría que hacer cosas que me dieran la oportunidad de marcar una diferencia después de dejar de trabajar en Caridades Católicas a tiempo completo. Continúo como defensor de la misión de la agencia, pero esa función no me quita mucho tiempo. Sigo disponible para ayudar cuándo y cómo sea que me necesiten.

También regresé a mi alma mater, St. John’s College High School, como capellán. En retrospectiva, fue una gran decisión, como sabía que lo sería. Trabajaba cuatro días a la semana, unas pocas horas cada día, y me encantaba todo lo que hacía. Disfrutaba especialmente el hecho de estar con los jóvenes y pasar tiempo con profesores y líderes que pensaban como yo y que hacían todo lo posible por inculcar la fe y brindar una excelente educación a nuestra próxima generación.

Sin embargo, para ser sincero, no estaba preparado para la cantidad de trabajo pastoral que me pidieron que hiciera. No en St. Bartholomew’s, donde me encanta vivir y ser parte de la parroquia. Mi carga de trabajo es similar a la que tenía antes de retirarme y es perfecta, y disfruto de mi tiempo con el padre Mark Smith y el padre Alex Wyvill.

Lo que más me sorprendió fue la cantidad de llamadas y solicitudes de funerales, bodas, bautismos y otras celebraciones. Probablemente participé en más de 130 en total. Me encantaba realizarlo todo y esa es en una buena parte la razón por la que me convertí en sacerdote. Simplemente no esperaba la cantidad de solicitudes.

Todavía quiero recibir esas llamadas y solicitudes, pero observé un cambio en el verano pasado, cuando esas solicitudes empezaron a disminuir. Debo decir que fue un regalo poder bajar el ritmo, relajarme y recuperar el aliento.

Estoy seguro de que habrá más llamadas y celebraciones en los meses y años por venir, y siempre intentaré decir “sí” lo más que pueda. Pero también comprendo que mi nivel de energía y mi capacidad no son lo que solían ser. Hoy en día me cuesta creer que haya celebrado hasta cuatro bodas en un solo día (y quizás con un bautismo de por medio). Probablemente hice esto unas 10 ó 15 veces durante mi carrera sacerdotal.

El año pasado me di cuenta de que ya no estoy físicamente apto para hacer eso. Necesito encontrar el equilibrio adecuado entre servir a Dios y a su pueblo y no asumir más responsabilidades de las que puedo cumplir.

Tengo amigos que se retiraron y se aburrieron mucho. También tengo amigos que después de retirarse trabajan con la misma intensidad que cuando estaban activos. Probablemente esté más en el segundo grupo, pero tengo que ser realista al respecto. A los 77 años, debo estar consciente de lo que puedo hacer y si puedo hacerlo bien.

Paso muchas horas rezando y reflexionando sobre lo que es más importante en mi vida, cuáles son mis dones en este momento, cómo puedo tomar buenas decisiones y qué quiere el Señor de mí. La principal lección de mis 51 años como sacerdote es que Dios está al mando y eso no termina con el retiro.

Si la salud me lo permite, me encantaría quedarme en St. John’s al menos por los próximos dos años y seguiré ayudando a Caridades Católicas en todo lo que pueda. Los demás aspectos del ministerio pastoral también continuarán, mientras espero poder recuperar el aliento, disfrutar del don del tiempo con el Señor y disfrutar de los dones de la familia y los amigos.

Para mí, ese sería el retiro ideal. Todavía estoy trabajando en cómo servir a Dios y marcar una diferencia a un nivel acorde con mi edad, energía y capacidades. Creo que lo estoy logrando.

Ore para que esto funcione para mí. Y yo oraré para que usted encuentre el equilibrio en su vida mientras que le sirve a Dios, al prójimo y a sus seres queridos.

* Monseñor John Enzler, defensor de la misión de Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Washington y capellán de St. John’s College High School, escribe la columna “La fe en acción” para el Catholic Standard y El Pregonero. Foto/cortesía de Caridades Católicas



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