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“Tenemos que pensar en los migrantes y refugiados con la mente de Cristo y no como un problema político”, dice cardenal Christophe Pierre

Ujieres de San Bernardo Clairvaux y Nuestra Señora de Fátima posan con el nuncio apostólico en Estados Unidos, Christophe Pierre, luego de la misa por la Jornada Mundial de los Migrantes y Refugiados celebrada en la catedral de San Mateo Apóstol, el 29 de septiembre. Foto/Mihoko Owada

Los católicos tenemos que pensar en los migrantes y refugiados con la mente de Cristo y no como un problema o un asunto político, dijo el nuncio apostólico en Estados Unidos, Christophe Pierre, en la misa por la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado celebrada en la catedral de San Mateo Apóstol, el 29 de septiembre de 2024.

“Sabemos lo cercano que están los migrantes y los refugiados al corazón del Papa y déjenme asegurarles que él está espiritualmente cercano a ustedes, mientras que celebramos juntos esta Eucaristía”, destacó en su homilía el cardenal Pierre, durante la celebración de los 110 años de establecida la citada jornada mundial de oración y solidaridad.

“Con la mente de Cristo, cuando pensamos en migrantes y refugiados, recordamos que son gente que tiene a Dios con ellos y, como dice el Papa, ellos son ‘una extensión del misterio de la Encarnación’, lo que significa que ellos son Dios que está con nosotros”, continuó el cardenal Pierre.

Ante la mirada atenta de centenares de feligreses, representantes del clero y el cuerpo diplomático acreditado en el país, Pierre afirmó que “debido a que son migrantes y refugiados, gente que está lejos de su casa, viajando a través del mundo en busca de un nuevo hogar, ellos son una representación de todos nosotros’.

La Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que celebra la Iglesia desde 1914, es una ocasión para expresar preocupación por las personas vulnerables que se desplazan, para rezar por ellas mientras afrontan numerosos desafíos y para sensibilizar sobre las oportunidades que ofrecen las migraciones.

“Todos nosotros estamos lejos de nuestra verdadera tierra, somos migrantes en camino hacia la ‘verdadera Patria’, el Reino de los Cielos y viajamos en un mundo en el que hay esperanza, pero también muchos peligros -destacó-. Esta es la vida de un migrante, un refugiado. Esta es nuestra vida”.

La jornada de oración y reflexión de este año se realizó en el contexto de la segunda sesión de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo sobre la Sinodalidad, a realizarse en Roma entre el 3 y el 27 de octubre, un sínodo que valora a los migrantes como un ícono de la Iglesia en camino bajo el lema “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.

El Papa hizo este llamado para que la Iglesia participe en la búsqueda de vías hacia la sinodalidad para que, de una manera real y efectiva, todos caminen juntos en comunión y fraternidad. “Si no nos identificamos con los migrantes y refugiados, entonces estamos olvidando quiénes somos”, exclamó el cardenal Pierre.

Hombres, mujeres y niños han sido desplazados por múltiples causas sociales, económicas y políticas, desastres naturales, la violencia interna y, en el caso de Latinoamérica, sigue prevaleciendo la crisis humanitaria generada por la migración causada por las dictaduras.

“Conocer a los migrantes, dedicarles tiempo y escucharles nos va a permitir encontrar a nuestro Dios que camina con ellos. Ellos nos enseñan a nosotros, nos ayudan al regresarnos a la realidad de quiénes nosotros realmente somos, peregrinos, exiliados de nuestra verdadera casa, quienes están buscando un camino para ser bienvenidos y sentirse como en su hogar”, acotó.

Millones de personas viven hoy fuera de sus países, la mayoría de ellos se han visto forzados a hacerlo, y se han convertido en un símbolo de esta Iglesia en camino y en ellos “podemos encontrar a Cristo” que camina con nosotros.

“Esto es lo que nosotros estamos haciendo en esta celebración eucarística, cuando hablamos sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía, tenemos que abrir nuestros ojos a la realidad de que Él está presente en cada persona que la celebra”, agregó el prelado.

“Tenemos que reconocer a Cristo en nuestros semejantes, especialmente en los pobres, los migrantes, los más vulnerables, en esas personas nosotros vamos a encontrar a Dios y también nos vamos a encontrar a nosotros mismos. Todos necesitamos a Cristo y a nuestros hermanos para que nos guíen a nuestra verdadera casa”, concluyó el cardenal Pierre.

Entre los concelebrantes de esta Eucaristía, además de los obispos Roy Campbell y Evelio Menjívar, también se encontraban monseñor Juan Antonio Cruz Serrano, observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) y monseñor W. Ronald Jameson, párroco de la catedral.

Al agradecer la presencia del cardenal Pierre, monseñor Menjívar le expresó que “es muy importante que usted esté aquí entregándonos este mensaje sobre los migrantes y refugiados”, algo que “no es extraño para mí porque yo también soy un inmigrante”.

Seguidamente, el obispo Menjívar expresó su gratitud a monseñor Jameson, al personal y feligreses de San Mateo “por ayudarnos a organizar esta misa”, amén de reconocer el trabajo de la Oficina de Diversidad Cultural y Enlace de la Arquidiócesis.

Ujieres de San Bernardo y Nuestra Señora de Fátima

El guatemalteco Jesús García, ujier en la parroquia San Bernardo de Clairvaux y Nuestra Señora de Fátima en Riverdale, dijo que “como feligrés y servidor en la parroquia uno se siente acompañado, recibe el apoyo de otros feligreses y somos una hermandad”, lo que ayuda a todos en la integración a esta sociedad.

“Tenemos que apoyar al recién llegado, ayudarlo en lo que se pueda y motivarlo para que vaya a nuestra iglesia”, agregó.

Sobre la presencia en la catedral del nuncio apostólico y de monseñor Menjívar, García destacó que “es un orgullo” como centroamericano que el obispo siempre “tenga esa sensibilidad con los migrantes, porque él es uno de nosotros”.

“El obispo nos apoya en todo, a las familias y es un privilegio prestar servicio en esta misa concelebrada por él”, anotó. “Vinimos a servir y a aprender en esta Madre Iglesia de la Arquidiócesis”, concluyó García, orgulloso de haber nacido en Guatemala, uno de los países más católicos del mundo.

A su lado, su compañero Jonathan Damaso, también de Guatemala dijo: “Me siento bendecido por haber tenido la oportunidad de servir en esta misa con el nuncio apostólico, los obispos y en esta catedral”.

“Como inmigrante es bueno saber que no estamos solos y que contamos con el apoyo de la Iglesia para lograr establecernos y poder tener una vida digna y de prosperidad, algo difícil de lograr en nuestros países”, agregó Damaso.



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