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Separaciones familiares preocupan a inmigrantes

La trabajadora social Cheryl Aguilar dice que los inmigrantes en riesgo de deportación tienen que tomar medidas proactivas. Foto/Cortesía CA

Mientras el próximo presidente Donald Trump da forma a su plan de deportación masiva, es inevitable que las familias inmigrantes -que tienen algún miembro indocumentado o amparados en programas de protección temporal, con orden de deportación o récord criminal- sientan preocupación y temor ante el riesgo de la separación familiar.

La separación por asuntos migratorios tiene un impacto severo y a largo plazo en las familias, genera depresión y ansiedad, afecta la relación entre padres e hijos, el comportamiento de los menores, su autoestima, su rendimiento escolar e incluso su desempeño laboral y las relaciones interpersonales y sociales a futuro, según Cheryl Aguilar, quien es experta en el tema y tiene una maestría en trabajo social de la Universidad Católica de América.

En general -dice- una separación familiar ocasiona la ruptura del apego emocional, y qué tan seguros o protegidos se sienten los niños. “Los niños pueden sentirse muy inseguros cuando sus padres se van a trabajar y temen que no van a regresar por ellos. Cuando los niños son muy pequeños no comprenden las razones y se sienten abandonados”.

El grado de impacto dependerá “del tiempo de separación y las circunstancias, qué se les dijo a los niños, qué tipo de apoyo tuvieron durante la separación, si hubo comunicación constante, si se les dijeron mensajes positivos a los niños. Por eso, algunas separaciones son traumáticas y otras no”.

A largo plazo, puede llevar a la depresión y ansiedad de hijos y padres. Los adultos también van a sentirse deprimidos porque hay distanciamiento y se sienten rechazados por los hijos -dijo-. A los padres les puede causar tristeza y angustia esa preocupación de que las cosas no van a mejorar.

Los niños tienen que volver a aprender a confiar en sus padres y fortalecer la confianza, mientras los padres tienen que hacer mucho trabajo para poder restaurar esa confianza -explicó Cheryl-. Puede ser muy frustrante porque toma mucho tiempo esa reconexión.

Si esta condición de salud mental no es tratada en los menores, puede seguir afectando sus relaciones con otras personas a futuro, su trabajo y las relaciones sociales. Si no hay tratamiento, puede afectar toda la vida, agregó.

Aguilar ha trabajado con algunas familias centroamericanas solicitantes de asilo, que fueron separadas al ingresar por la frontera durante el primer gobierno de Trump. Esa política de cero tolerancias se aplicó entre 2017 y 2018, afectando a unos 5 mil niños.

“A pesar de soportar un trauma y un dolor inmensos, estas familias muestran una fortaleza, un valor, una determinación, una fe y una esperanza inquebrantables”, expresó en su artículo titulado “Luchando juntos por una familia unida”.

Es necesario prestar más atención al impacto de la separación en los padres para abordar adecuadamente sus cicatrices psicológicas, dijo Aguilar.

Considera la terapia de grupo como una opción para aquellos marcados por experiencias traumáticas. “Al proporcionar un entorno de apoyo, las narrativas compartidas y la afirmación de una experiencia colectiva pueden facilitar la reconstrucción de un sentido de pertenencia”, dijo.

Actualmente, Aguilar está realizando una investigación con padres y madres centroamericanos que iniciaron su proceso de inmigración entre 2013 y 2023 y después trajeron a los hijos de entre 6 y 18 años.

El estudio, “Luchando juntos por una familia unida: sanación de la comunidad después de la separación familiar forzada de inmigración”, analiza el impacto de la separación familiar y es parte de su disertación doctoral en la facultad de trabajo social de Smith College.

Como trabajadora social, Cheryl ayuda a los miembros de la comunidad desfavorecidos a superar los problemas de salud mental y los factores de estrés que enfrentan debido a su situación económica, social y política.

Ante un panorama de inmigración poco alentador, los inmigrantes en riesgo y de una separación familiar tienen que hacer un plan previo -dice Aguilar-. Es difícil pensar en un escenario negativo, pero esas emociones son un alerta de que tenemos que hacer algo.

“Hay que orientar a los niños para que sepan a quién llamar si un día hay una redada y los padres no llegan a casa”, aconsejó. “Es una decisión personal, deben analizar qué harían en ese caso e informarse sobre sus derechos”.

Se recomienda a los adultos que se aprendan los números de emergencia y ahorren. Si la familia ya ha sufrido la separación y están en el proceso de sanación, esta experta aconseja que busquen ayuda.

Los síntomas de que las cosas no van bien es que los niños son malcriados, no escuchan, están más irritables y no hacen caso. Entonces, deben trabajar con un terapista para hacer la relación más saludable. “Requiere paciencia, disposición a escucharlos y no hay que regañarlos por lo que sienten”, subrayó la trabajadora.

A los niños hay que afirmarlos, decirles cuán valiosos son, identificar sus cualidades positivas y sus destrezas. En la casa es donde deben escuchar el aprecio y amor que los padres les tienen. Es importante que los niños se sientan protegidos, queridos y escuchados.

“En medio de la incertidumbre, lo que me mantiene esperanzada es la fortaleza de la comunidad”, posteó en redes Cheryl.

Es importante crear espacios en las parroquias y organizaciones para que -las personas que han sido separadas de sus familiares y quienes están en riesgo de deportación- expresen sus emociones y miedos, se apoyen unos a otros y reciban orientación y terapia. Tienen que saber que no están solos para encarar lo que sea que venga durante el próximo gobierno.




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