Una educación «moral, social y espiritual» para erradicar la esclavitud. Este es el compromiso común que pidió monseñor Juan Antonio Cruz Serrano, observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), que intervino esta semana en Washington en la sesión extraordinaria del Consejo Permanente del organismo dedicada al Día Internacional en Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y de la Trata Transatlántica de Esclavos, que la ONU celebra anualmente el 25 de marzo. El observador permanente señaló con dolor cómo el flagelo de la esclavitud no «ocurrió sólo en el pasado»: «desgraciadamente sigue ocurriendo» aún hoy y en varios países. Si «cerramos los ojos y los oídos» ante este fenómeno, seremos «cómplices» del mismo, añadió, citando los recordatorios del Pontífice en este sentido. «La esclavitud “cosifica” al hombre, cuyo valor se reduce a ser útil a alguien o a algo», había señalado el Papa Francisco en 2023 y, ya antes, en su Carta Encíclica Fratelli tutti de 2020, había instado a recordar «siempre», «sin cansarnos y sin anestesiarnos», las persecuciones, el tráfico de esclavos y las masacres étnicas de hoy y de ayer.
Reconocimiento, justicia, desarrollo
En la ocasión -coincidiendo con la VIII Semana Interamericana de los Afrodescendientes en las Américas, sobre el tema «Tengo un sueño: Reconocimiento. Justicia. Desarrollo», inspirada en Martin Luther King y su «Tengo un sueño»- Monseñor Cruz Serrano instó a promover el trabajo sensibilizar a la sociedad, establecer una mejor coordinación entre los gobiernos, las autoridades judiciales y legislativas y los trabajadores sociales. Los esfuerzos para eliminar la esclavitud, así como tantas otras plagas del mundo contemporáneo, deben ser «unánimes», en el contexto más amplio de una solicitud por «iniciar procesos» que conduzcan a una paz armoniosa «necesaria entre los pueblos», en la que el reconocimiento «de la dignidad humana ocupe un lugar central».
Educación y formación
La Santa Sede, en su compromiso a través de sus instituciones de garantizar «condiciones adecuadas de educación y formación», apuesta por una educación «moral, social y espiritual» que sea capaz de incluir también «la experiencia nueva y diferente de aquellos sectores de la sociedad» que a menudo «han sido invisibilizados y silenciados», como es el caso de las víctimas de la trata de seres humanos.
Para concluir, la delegación de la Santa Sede agradeció a los presentes los sentimientos de cercanía expresados al Papa, también durante su hospitalización.