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“San Óscar Romero intercede por El Salvador’, dicen familiares y amigos del mártir

A cinco años de la canonización de San Óscar Arnulfo Romero, sus familiares y amigos aseguran que el mártir ha intercedido por las mejoras en la calidad de vida de los salvadoreños, y piden rezarle para que los ilumine y continúen construyendo la patria digna por la que luchó y dio la vida el ex arzobispo de San Salvador.

Doña Irlanda Gutiérrez Galdámez y Vladimir Gutiérrez, prima hermana y sobrino del santo obispo, durante una visita a Washington, DC, el 17 de octubre, hablaron sobre la vocación de San Romero de América, su defensa de los pobres y la lucha contra las injusticias.

Óscar Arnulfo Romero Galdámez, conocido como el arzobispo mártir, fue asesinado por un francotirador -en 1980- mientras celebraba la Eucaristía en la capilla del hospital de la Divina Providencia en San Salvador. Tenía 62 años cuando lo mataron y está sepultado en la Catedral Metropolitana de San Salvador.

A sus 91 años, Dona Irlanda irradia serenidad y dijo estar feliz en DC y especialmente maravillada por la imponencia del Santuario de la Basílica de la Inmaculada Concepción. 

“Me han tratado muy bien”, dijo Irlanda, flanqueada por su hijo Vladimir y amigos de su natal Ciudad Barrios, en San Miguel, la cuna de San Óscar Romero, en el oriente salvadoreño.  

La prima de Romero comentó sobre toda la felicidad que ha vivido en los últimos años, especialmente desde el 2015, cuando él fue beatificado en El Salvador, y durante estos últimos cinco años, desde que en el 2018 fue canonizado por el papa Francisco en el Vaticano.

Hijo de Santos Romero y Guadalupe de Jesús Galdámez, monseñor Romero nació el 15 de agosto de 1917, en una familia de ocho hermanos.

 “Es un gran privilegio y alegría tener un santo en la familia. Nos sentimos bendecidos y orgullosos de él, la gente le tiene fe y siempre en las misas le agradecen por favores recibidos. Siempre hay que pedirle que interceda por nosotros y por la paz del mundo ante las guerras tan terribles que padece hoy la humanidad”, añadió.

Tildó de “indescriptible” el amor de la gente y vocación por San Óscar Romero, a quien muchos ya consideraban un santo, inclusive antes de ser canonizado. “Hay que tenerle mucha fe y tenemos que pedirle para que siga ayudando al pueblo salvadoreño porque él ha intercedido por el bienestar de nuestro pueblo”, afirmó Gutiérrez quien admite que no le es fácil pasar desapercibida en la ciudad.

“Cuando uno va por la calle siempre hay paisanos, conocidos o no, que lo saludan a uno con mucho gusto, me preguntan si compartí con Óscar Arnulfo y celebran con uno la bendición de tener un santo en la familia”, agregó Irlanda quien conoció a su primo hermano cuando -en 1944- ella tenía 12 años y él regresó de Roma ya ordenado como sacerdote. 

(De izq. a der.) Óscar Romero, Jasmin Franco, Ericka Portillo, Romeo Martínez, Herson Palma, Irlanda Gutiérrez, Yonnathan Cabrera, Ana María Palma, Gloria Cabrera y Vladimir Gutiérrez durante su visita a la Basílica de la Inmaculada Concepción, el 17 de octubre de 2023.

Monseñor Romero fue nominado al Premio Nobel de la Paz en 1979 por su constante postura en defensa de los menos favorecidos y su denuncia de las violaciones de los derechos humanos en los años previos a la guerra civil en El Salvador, un conflicto (1980-1992) que dejó decenas de miles de muertos y desaparecidos. A Romero se le conocía como “la voz de los sin voz” por proteger a los más vulnerables. 

El conflicto armado en ese país generó una migración en masas de los salvadoreños, entre ellos familiares y amigos de Irlanda y Vladimir, quienes les sirvieron de anfitriones en Manassas, Virginia. “He compartido aquí en DC con gente de nuestro pueblo a quienes tenía mucho tiempo de no ver y especialmente con mi nieto Javier (Larios), quien emigró de El Salvador hace 18 años y desde ese entonces no lo veía”, sollozó Irlanda. 

Por su parte, Vladimir Gutiérrez, dijo que se siente bendecido de tener un santo en la familia: “El Señor va escogiendo a sus servidores y en este caso escogió a una persona de nuestra sangre, lo que nos llama a tener mucho más compromiso, con la Iglesia, con el pueblo, siguiendo las enseñanzas de monseñor Romero”.

Salvadoreños que residen en el área metropolitana aseguran que El Salvador ha prosperado en los últimos años, se ha reducido la violencia, combatido a las pandillas y ha disminuido la criminalidad. “Creo que todo es fruto de la canonización de monseñor Romero y su intercesión para ayudar a los gobernantes a combatir la violencia en El Salvador. Ha iluminado a nuestros líderes y al pueblo para que el país esté cambiando”, admitió.

Destacó que la canonización cambió la imagen que muchos tenían de monseñor. “Decían que era un guerrillero, un conspirador porque los políticos lo usaron de esa manera y hay gente que tenía ese pensamiento y mala percepción”. Hoy, muchos han podido ver “cómo él ha intercedido en milagros y la gente va cambiando poco a poco su manera de pensar”.

Vladimir nació en 1970, diez años antes del asesinato de Romero. “Tuve el honor de haber sido bautizado por monseñor en un día de San Pedro en 1972 y ya cuando estaba más grande recuerdo que lo vi en una misa frente a la catedral de Santiago de María, en donde tuvo que llamar al diálogo a guerrilleros que hicieron desordenes en el parque”, relató. 

“La última vez que lo vi fue en la Basílica del Sagrado Corazón cuando estaba en la urna después de haber sido asesinado”, lamentó.

Luego de ordenarse como sacerdote, Romero estuvo asignado a parroquias en Anamorós y San Miguel, luego sirvió como obispo auxiliar de San Salvador y como obispo de Santiago de María hasta que lo nombraron arzobispo de San Salvador.

Sobre la claridad de sus homilías, dijo que “Romero era una copia casi exacta de Cristo. Él trato de vivir como Cristo, diciendo la verdad de lo que estaba sucediendo, sin miedo a decir la verdad, sufriendo constantes amenazas y sabiendo que lo iban a matar por decir la verdad”, acotó Gutiérrez.

Se mostró impresionado ante la majestuosidad de la Basílica de la Inmaculada Concepción y agradeció a Dios por darle la oportunidad de compartir con “gente de nuestra ciudad que hace mucho tiempo no veíamos”.

“Ahora que el país está cambiando, espero que todos los que puedan nos visiten, estamos muy agradecidos porque los salvadoreños en el exterior son quienes han mantenido al país con sus remesas en tantos años difíciles”, reconoció. 

Irlanda y Vladimir llegaron a Washington, DC, siguieron rumbo a las Cataratas del Niágara y luego a Los Ángeles, acompañados de Ana María Palma Cordero, amiga de la familia. “Me siento muy contenta porque aparte de que tenemos una amistad de toda la vida, veo a Irlanda como una mamá y además conocí y compartí con hermanos de monseñor Romero”, dijo Ana María. 

“A los salvadoreños, que puedan estar atravesando situaciones difíciles, les pido que nunca pierdan la fe, porque quien tiene fe mantiene vivas las esperanzas, y que sigan la religión católica porque ésta es la Iglesia fundada por Jesucristo”.

A su lado se encontraba Gloria Cabrera, una ciudadana bárrense que dejó su tierra hace 30 años. 

“Es un honor haber nacido en ciudadbarrense, cuna de monseñor Romero, porque él hizo muchas cosas buenas por la humanidad y sus acciones y legado hoy recompensan a los salvadoreños que tuvimos que emigrar debido a la sangrienta guerra que vivimos”, dijo Cabrera con voz entrecortada. 

Los salvadoreños que salieron de El Salvador -y sus hijos nacidos en otros países- se han convertido en embajadores culturales de esa nación centroamericana.

Entre ellos se encuentra Herson Efrén Palma Márquez, también de Ciudad Barrios, e integrante de la agrupación folclórica Flor de Café, quienes, con sus impecables trajes blancos y azules, acompañaron a Irlanda y Vladimir en la Basílica.

“A nosotros nos llena de orgullo ser de Ciudad Barrios porque desde que lo canonizaron, más salvadoreños se han interesado en la vida de monseñor. Hoy el pueblo ha despertado, la gente no tiene miedo, denuncian lo que no les gusta, las injusticias. Las cosas buenas que él defendía están sucediendo hoy y se refleja en el cambio de nuestro país”, concluyó Palma.

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