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Prohibido hablar de política

En foto de archivo se observa personas caminan frente a propaganda electoral de Consejeros Constitucionales en Santiago (Chile) en mayo de 2023. Foto/EFE/ Elvis González.

El poder compartir y dialogar es un don y una bendición. La palabra ‘diálogo’ se origina en el griego, con el significado de ‘dejarse tocar (diá) por la palabra (logos)’. Se presume el uso de razón, la capacidad de entendimiento y una conversación entre dos o más personas. Incomparable es el gozo de un matrimonio cuando su criaturita balbucea su primera palabra. Como también es terrible la angustia cuando se descubre que el bebé no puede hablar. El poder hablar es la habilidad de expresar ideas y pensamientos, es compartir con los demás lo que uno siente y desea comunicar. Los múltiples idiomas existentes, se crearon de común acuerdo en los grupos humanos. Aquí recordamos el pasaje bíblico, la historia de la Torre de Babel, en Genesis 11:5-7. El lenguaje es un signo convencional; o sea creado de mutuo acuerdo. Y eso, en contraste con los signos naturales, como lo es el trueno, que augura la lluvia y el humo, que es signo natural del fuego.

Pero eso se menciona, como introducción al aspecto cultural de los hispanos que en general, son apasionados en sus convicciones, tanto en asuntos sociales, políticos como religiosos. Se recordará en nuestras tierras, como en los establecimientos públicos, especialmente en donde se venden bebidas alcohólicas, con frecuencia se despliega un rótulo que advierte la prohibición de tocar el tema de la política. Pero ¿y por qué? Precisamente, por lo ya mencionado. Es una lástima que se llegue a ese extremo de no valorar el contrastar ideas, opiniones y pareceres que tanto enriquecen el conocimiento personal y la relación humana. En una democracia, como es el sistema actual en este país, todos los ciudadanos tienen derechos y obligaciones. Existe la libertad de expresión y acción, o sea, comportamiento. Cada persona es libre para tomar decisiones y expresar ideologías. La interacción humana en una democracia se enriquece, precisamente por esa libertad personal. Se establecen leyes regulatorias para el bien común de todos y la búsqueda del necesitado orden social.

Es así como surgen los grupos que se identifican con diferentes fines e intereses. Usualmente, se originan cuando surge algún personaje carismático, que agrupa seguidores, estableciendo entonces, los conocidos ‘partidos políticos’. Básicamente, cada partido político lo que aspira es el ‘poder’, el ganar la contienda que galardona el control del Gobierno del país. En el sistema democrático actual, cada país establece el tiempo de duración de cada Gobierno, según estipulado por su Constitución política. Es ese estilo que da lugar a la lucha o competencia entre los partidos para ganar el poder. Parte de esa experiencia, es el tiempo de campaña donde cada grupo político trata de persuadir a los votantes a que se adhieran a su partido.

En nuestros países, lo acostumbrado es publicar hojas sueltas, colgar cruzacalles, y celebrar mítines en la plaza pública, con el propósito de ganar seguidores e impresionar al resto de la población. Es un tiempo intenso de avivamiento, de campaña militante donde los candidatos políticos, muestran su habilidad de elocuencia y persuasión. Tiempo difícil de competencia, argumentos y discusiones que usualmente, alteran el ritmo apacible de lo acostumbrado. Es precisamente, en ese tiempo que aparecen los referidos rótulos de, ‘Prohibido hablar de política’, ya que la población está en situación emocional de mucha tensión. El enfoque en general es de ‘ganar las elecciones’, ¡y eso a como dé lugar! Surgen contiendas, discusiones acaloradas, enojos entre familiares que perturban el orden y la tranquilidad normal acostumbrada.

“Es que no debe de ser así”, algunos dirán. Cierto, pero dada la naturaleza del pueblo hispano, eso es lo que es. Posiblemente, esta afirmación es exagerada, aunque es muy cercana a la realidad. Un fenómeno interesante que se ha notado, es que muchos hispanos que son ciudadanos de la nación norteamericana, y que tienen derecho al voto, se muestran indiferentes y enajenados al sistema. Lo que causa que en general, los políticos que suben al poder, no se interesen por las necesidades de los vecindarios hispanos. Los estudiosos del comportamiento humano explican que esa notable indiferencia del pueblo hispano ante los procesos electorales, muestra un sentimiento de ‘enajenación emocional y psicológica’. Se pudiese interpretar como una actitud de “yo no pertenezco a este país”, o sea, “yo no soy de aquí, eso es asunto de ellos”.

Sería necesario una continua campaña de motivación, que lleve al pueblo a cambiar actitudes y posturas enajenantes al sistema político actual. Entonces, los rótulos que prohíben hablar de política cambiarían a: “¡Comparte tu opinión política con moderación!”



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