El presidente Donald Trump elogió la “acción rápida e implacable” tomada por su segunda administración en sus primeras seis semanas, diciendo a los legisladores el 4 de marzo en un discurso ante una sesión conjunta del Congreso que estaba “apenas comenzando”.
También repitió su declaración anterior de que creía haber sido “salvado por Dios para volver a hacer grande a Estados Unidos” tras un intento fallido de asesinato.
Trump promocionó una orden ejecutiva por la que se ordena que los atletas compitan en equipos deportivos masculinos o femeninos que correspondan a su sexo biológico y no a su identidad de género, y afirmó que su administración ha puesto en marcha la mayor campaña de represión de la inmigración y las fronteras de la historia de Estados Unidos.
Los obispos de EEUU han elogiado y criticado alternativamente algunas de las primeras medidas de Trump, expresando especial preocupación por temas de política de inmigración como la anulación de una política de larga data que generalmente impedía las detenciones de inmigrantes en lugares de culto, escuelas y otros lugares sensibles; la revocación de los contratos de reasentamiento de refugiados; así como los esfuerzos para ampliar la fertilización in vitro.
Pero los obispos del país han elogiado otras acciones, incluidas algunas órdenes ejecutivas sobre educación y política de género.
Aunque Trump proclamó lo que llamó un mandato del pueblo estadounidense, las divisiones partidistas eran evidentes en la cámara mientras hablaba.