Cuando el coro de música góspel de la parroquia San Pedro Claver entonó el canto “Hemos llegado hasta aquí por la fe”, la espiritual letra de esa canción realmente conmovió a las 250 personas que llenaron la pequeña iglesia de ladrillo de esa comunidad en St. Inigoes, Maryland, durante la misa celebrada el 16 de noviembre de 2024 para conmemorar el Mes de la Historia Católica Negra.
La misa de vigilia fue parte de una peregrinación a las raíces católicas negras en el sur de Maryland patrocinada por la Oficina de Diversidad Cultural y Enlace de la Arquidiócesis Católica Romana de Washington.
Los peregrinos se trasladaron desde toda la arquidiócesis, incluyendo a quienes viajaron en autobuses, uno de ellos desde Washington, DC, que transportó a integrantes del grupo de mujeres católicas afroamericanas Hermanas del Espíritu, y otro que partió desde la parroquia St. Joseph en Largo, en el condado de Prince George, Maryland. Ellos fueron a aprender y honrar el legado de los católicos negros en esa parroquia del condado de St. Mary que, desde los tiempos coloniales hasta la era digital, mantuvieron la fe durante las eras de esclavitud, segregación y racismo en la sociedad y la Iglesia.
Esa tarde, en la iglesia de San Pedro Claver, el padre Patrick Agustín, administrador de esa parroquia y de la cercana parroquia de Santa Cecilia en la ciudad de St. Mary, dio la bienvenida a los peregrinos y les dijo: “Tenemos una historia que contar. No es solo nuestra historia. Es también la de ustedes. Es la historia de la Iglesia”.
Luego, el obispo auxiliar de Washington, Roy Campbell Jr., quien fue el celebrante principal de esa eucaristía, señaló que los peregrinos viajaron para examinar las raíces de la historia católica y el papel que los católicos negros desempeñaron en ella.
“Es nuestra historia la que hacemos todos los días. Es gracias a quienes nos precedieron que practicamos la fe en nuestros corazones y en nuestras vidas… Ellos nunca renunciaron a la fe. Siempre vivieron, cantaron y adoraron al Dios que sabían que podía liberarlos”, dijo el obispo Campbell.
La parroquia San Pedro Claver heredó su nombre del sacerdote jesuita español del siglo XVII, conocido por su labor misionera de evangelización de miles de africanos esclavizados en Sudamérica, y una obra con la imagen de ese santo cuelga en una pared cerca del altar de la iglesia.
Wendi Williams, directora ejecutiva de la Oficina de Diversidad Cultural y Enlace de la arquidiócesis, dirigió a los presentes en una oración especial y señaló que, en el verano, una placa histórica estatal de Maryland que conmemora la historia del complejo San Pedro Claver había sido bendecida y dedicada cerca de ahí, en la ruta que conduce a la iglesia en la intersección de las calles St. Peter Claver Church Road y Point Lookout Road.
También saludó a los peregrinos la doctora Francine Hawkins, quien ha sido feligrés de la parroquia St. Peter Claver desde hace mucho tiempo, y quien destacó que realizarían una peregrinación a pie por seis sitios históricos de la parroquia para poder "aprovechar los dones de sus raíces en el sur de Maryland, para seguir conociéndolos y progresando sobre el legado de ellos”.
En la primera parada de la peregrinación en la iglesia de San Pedro Claver, el feligrés Steve Hawkins repasó la historia del catolicismo en Maryland, señalando cómo el 25 de marzo de 1634, el padre jesuita Andrew White celebró la primera misa en las colonias de habla inglesa en la isla de San Clemente, en lo que hoy es el sur de Maryland. Entre los primeros colonos ingleses que llegaron en los barcos Ark y Dove se encontraba Mathias de Sousa, el primer negro de Maryland. Sousa era un sirviente contratado de ascendencia africana y portuguesa que más tarde se convirtió en marinero y comerciante de pieles.
En 1636, los jesuitas compraron tierras que se convirtieron en su misión y plantación de St. Inigoes en la región del sur de Maryland, donde se encuentra la parroquia de San Pedro Claver. Desde la época colonial hasta mediados del siglo XIX, el ministerio y la obra misionera de los jesuitas se sustentaron con sus plantaciones de Maryland, cultivadas por esclavos, sirvientes contratados y otros trabajadores.
Los jesuitas bautizaron y enseñaron la fe católica a los trabajadores esclavizados y a sus familias en esas plantaciones. Algunas familias de la plantación de St. Inigoes quedaron destrozadas por la infame venta que los jesuitas de Maryland hicieron en 1838 de 272 hombres, mujeres y niños esclavizados a los propietarios de plantaciones de caña de azúcar de Luisiana, lo que ayudó a garantizar la supervivencia financiera del Georgetown College de los jesuitas en Washington, D.C.
En la segunda parada de la peregrinación, en el sitio del antiguo Salón de la Cofradía de San Pedro Claver, ubicado en un área boscosa cerca de la iglesia, Claudette Bennett, archivista de la Parroquia de San Pedro Claver y feligresa de toda la vida, señaló cómo el salón fue construido para católicos negros en 1901 en un terreno donado por Benjamin Biscoe. Una placa cercana indica que Biscoe fue quien donó el acre original para lo que se convertiría en la Parroquia de San Pedro Claver. En ese tiempo, los católicos negros asistían a misa en la cercana Iglesia de San Miguel en Ridge, Maryland. Sin embargo, incidentes racistas ocurridos en esa iglesia en 1902 durante Navidad, como un pianista blanco que limpió las teclas después de que el coro de católicos negros cantara allí, provocaron una división entre los católicos de ese lugar.
En enero de 1903, se celebró la primera misa en el Salón de la Cofradía de San Pedro Claver, que luego se convirtió en una iglesia improvisada y comenzó a funcionar como la primera estructura en el sur de Maryland donde se celebraron misas exclusivamente para católicos negros. A lo largo de los años, el Salón de la Cofradía también albergó clases y eventos sociales parroquiales hasta que fue demolido en la década de 1950.
Algunos de los peregrinos que asistieron al evento del Mes de la Historia Católica Negra caminaron por un sendero en el bosque y tocaron los restos de una pared del antiguo Salón de la Cofradía de San Pedro Claver, donde los antepasados una vez habían rezado y asistido a eventos parroquiales.
La tercera parada de la peregrinación, frente a la Iglesia de San Pedro Claver, fue dirigida por la feligresa Teri Wilson, quien señaló que la primera iglesia en ese lugar se completó en 1918 y fue destruida por un incendio en 1934. Posteriormente, Philip Frohman, el arquitecto de la Catedral Nacional en Washington, D.C., diseñó la actual Iglesia de San Pedro Claver, que se terminó en 1938.
La cuarta parada de la peregrinación en el sitio de la antigua escuela primaria St. Peter Claver estuvo dirigida por la feligresa Sandra Johnson, quien señaló que la primera escuela San Pedro Claver que brindaba educación a los niños negros de la zona era una escuela de una sola aula para los grados primero a quinto que se construyó en 1917 y originalmente estaba atendida por mujeres laicas de la comunidad.
En 1924, las Hermanas Oblatas de la Providencia, la primera orden mundial de mujeres religiosas católicas negras, comenzaron a trabajar en la Escuela San Pedro Claver. Después de que un incendio destruyera el edificio original de la escuela en 1928, se construyó un nuevo edificio y se amplió para incluir los grados de sexto a octavo. Las Hermanas Oblatas continuaron sirviendo allí hasta que la última clase de primaria se graduó en 1966 y la escuela cerró. Johnson destacó cómo esa escuela brindó una educación de primera clase a generaciones de estudiantes negros, lo que abrió el camino para sus logros académicos y profesionales como adultos.
“Sin duda, le atribuyo a la escuela primaria St. Peter Claver mi doctorado”, dijo la Francine Hawkins a los peregrinos. Ella estudió en esa escuela desde primer hasta sexto grado antes de que cerrara, y posteriormente obtuvo un doctorado en ciencias de la comunicación y patología del habla y lenguaje.
Ese edificio de la escuela San Pedro Claver, que ahora es usado para reuniones sociales parroquiales y sirve como museo de artefactos y exhibiciones históricas, fue rebautizado como McKenna Hall en honor al difunto padre jesuita Horace McKenna, quien sirvió en la parroquia San Pedro Claver desde 1931 hasta 1953 y trabajó por la justicia racial en el sur de Maryland antes de mudarse más tarde a Washington, D.C., donde ayudó a fundar muchos programas de extensión para los pobres, incluido el comedor benéfico “SOME” (So Others Might Eat).
Anne Leblans, quien también ha estado activa en la preservación de los archivos de la parroquia y contribuyó en el establecimiento de su museo, dio la bienvenida a los peregrinos en la quinta parada del recorrido, ubicada más adelante en la ruta, en el sitio del antiguo Instituto Cardinal Gibbons de la parroquia, que ahora es un parque conmemorativo nombrado en honor a esa histórica escuela secundaria que atendió a estudiantes afroamericanos de esa región y de todo el país.
En 1924, el padre jesuita John LaFarge encabezó un esfuerzo para abrir el Instituto Cardinal Gibbons, que se convirtió en la primera escuela secundaria construida para educar a estudiantes negros en el sur de Maryland. Leblans señaló que los estudiantes recibieron ahí una educación igual o superior a la de los estudiantes blancos en el condado, y el plan de estudios se inspiró en el Instituto Tuskegee en Alabama, centrándose en las artes liberales, así como en la literatura, música y arte del Renacimiento de Harlem, además de ofrecer un programa de extensión agrícola. Más tarde, las Hermanas Oblatas de la Providencia enseñaron en la escuela secundaria, que cerró en 1967 después de que los estudiantes negros comenzaran a asistir a escuelas integradas en la zona.
Los participantes en la peregrinación posaron para una foto grupal en el Cardinal Gibbons Institute Memorial Park, antes de continuar hacia la sexta y última parada ubicada en el sitio del antiguo convento de las Hermanas Oblatas de la Providencia que enseñaron en las escuelas primarias y secundarias del complejo parroquial de San Pedro Claver. Una gran foto cerca del altar de la iglesia de San Pedro Claver muestra a la Venerable Madre Mary Elizabeth Lange, quien fundó las Hermanas Oblatas de la Providencia en Baltimore en 1829, y cuya causa de canonización está actualmente bajo consideración.
Antes de la misa del Mes de la Historia Católica Negra en la iglesia de San Pedro Claver, algunos de los peregrinos fueron entrevistados sobre el legado histórico de la parroquia.
Joseph Johnson, egresado de la escuela primaria de San Pedro Claver y del Instituto Cardinal Gibbons, estudió en la Universidad de Georgetown, donde obtuvo un título en contabilidad. Johnson, quien luego ejerció su carrera como contador público certificado, señaló que sus padres eran agricultores.
"No sé dónde estaría si no hubiera sido por el Instituto Cardinal Gibbons", dijo Johnson, quien agregó que los maestros animaban a los estudiantes católicos negros a sobresalir. En la Universidad de Georgetown, él asistía diariamente a misa, y ahora, como adulto, continúa yendo todos los días a misa en la parroquia de San José en Pomfret, Maryland.
Johnson, quien participó en la peregrinación junto a otros Caballeros de San Juan expresó que la educación que recibió en la parroquia de San Pedro Claver "es absolutamente una parte de quién soy. Fue una experiencia hermosa. No soy nadie sin la escuela de San Pedro Claver y el Instituto Cardinal Gibbons".
Cameron Humes peregrinó esa tarde con algunos compañeros de estudios y con miembros del personal del Centro de Estudiantes Católicos Hermana Thea Bowman de la Universidad Howard en Washington, D.C.
Humes, quien estudia el último año en esa casa de estudios, que se especializa en ciencias políticas y tiene como asignaturas secundarias estudios ambientales e inglés, es de Alabama y dijo que “fue interesante aprender sobre la historia de la experiencia católica negra en el norte de los Estados Unidos”.
“Ellos se mantuvieron leales a Dios, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, incluso cuando el mundo los trató como ciudadanos de segunda clase”, subrayó Humes.
También participó en la peregrinación Henrietta Pike, feligrés de la parroquia María Auxiliadora en Waldorf, Maryland, y quien trabaja como supervisora de enfermería en el United Medical Center en Washington.
“Es como volver a casa”, dijo, y agregó: “Mis antepasados fueron esclavizados por los jesuitas en St. Inigoes, y de ahí descendemos”.
Pike destacó que sus bisabuelos están sepultados en el cementerio de la parroquia San Pedro Claver y que su tatarabuela, Louisa Mahoney, se encontraba entre los 272 hombres, mujeres y niños esclavizados en la venta de 1838, pero se escondió en el bosque y se quedó atrás gracias a una advertencia de uno de los sacerdotes jesuitas. Louisa Mahoney, que nació en 1812 en la plantación St. Inigoes, continuó asistiendo fielmente a la iglesia con su familia tras la emancipación y sirvió durante muchos años como empleada doméstica en la casa de los jesuitas antes de morir en 1909 a los 96 años.
Reflexionando sobre sus antepasados, Pike dijo: "Ellos eran personas de fe. Toda mi familia era muy devota porque los jesuitas les inculcaron eso".
Ella estuvo entre los participantes de la peregrinación que caminaron por el bosque para tocar los restos del muro del Salón de la Cofradía de San Pedro Claver, porque sabía que su tatarabuela Louisa Mahoney había asistido a misas ahí. "Es como caminar por la tierra donde ella caminó", añadió.
Antes de la misa del Mes de la Historia de los Católicos Negros, el coro de góspel de San Pedro Claver cantó canciones de alabanza y adoración, incluyendo el espiritual "Blessed Assurance", que incluye la letra: "Esta es mi historia, este es mi canto, alabando a mi Salvador todo el día".
Las personas congregadas se pusieron de pie y aplaudieron mientras el coro interpretaba el inspirador himno “Total Praise” de Richard Smallwood, que incluye la letra: “Eres la fuente de mi fuerza, eres la fortaleza de mi vida. Levanto mis manos en total alabanza a ti”.
En su homilía, el obispo Campbell enfatizó que Jesús "nos llama ahora a amarnos unos a otros, a entregarnos completamente por amor y en servicio mutuo".
El obispo Campbell, quien también es presidente del Congreso Nacional de Católicos Negros y párroco de la parroquia San José en Largo, destacó que de los seis católicos negros de Estados Unidos que están siendo considerados para la santidad, tres de ellos fueron esclavizados en su momento.
El venerable Pierre Toussaint (1776-1853), conocido por su labor caritativa en la ciudad de Nueva York, nació esclavo en Haití. El venerable padre Augustus Tolton (1854-1897), fue un ex esclavo que fue bautizado y criado como católico y que se convirtió en el primer sacerdote católico romano de los EE. UU. conocido públicamente como negro. Fue ordenado sacerdote en Roma en 1886 y sirvió como párroco en Chicago. La sierva de Dios Julia Greeley, que nació esclava en Missouri entre 1833 y 1848, vivió más tarde en Denver y se convirtió al catolicismo y fue conocida por su fe devota. Ella murió en 1918.
Los otros tres católicos negros estadounidenses que están siendo considerados para la santidad incluyen a la Venerable Madre Mary Elizabeth Lange, que vivió entre 1784 y 1882; la Venerable Henriette Delille (1813-1862), fundadora de las Hermanas de la Sagrada Familia en Nueva Orleans; y la Sierva de Dios, la Hermana Thea Bowman (1937-1990), nativa de Mississippi que se convirtió al catolicismo y se hizo miembro de las Hermanas Franciscanas de la Adoración Perpetua y fue conocida a nivel nacional como una evangelista y educadora dinámica.
El obispo Campbell dijo que cada uno de esos líderes católicos negros, conocidos como los “Seis Sagrados”, vivieron vidas de amor y ofrecen un ejemplo a los católicos de hoy sobre cómo vivir.
“En el Mes de la Historia Católica Negra, celebramos a esos santos y a esos futuros santos que han sufrido, que han vivido, que han amado, a pesar de ser perseguidos por el color de su piel en este país… Lo que nos están enseñando es que tú y yo estamos llamados a hacer lo mismo”, dijo.
El obispo animó a la gente a “confiar en el Señor, y Él nos dará todo lo que necesitamos”.
"Cuando sentimos que no hay esperanza, recordemos que Él es nuestra esperanza, y nunca nos abandonará", puntualizó el obispo Campbell, agregando: "Cualquier cosa a la que seamos llamados a hacer en esta vida, Jesús se asegurará de que tengamos lo necesario para cumplir con lo que Él quiere que hagamos".
Al concluir su homilía, el obispo les dijo a los peregrinos: "Ninguno de nosotros recorre el camino solo. Estamos caminando juntos".
Después de la comunión, Wendi Williams y Karen Fowler, de la Oficina de Diversidad Cultural y Enlace de la archidiócesis, obsequiaron al padre Agustín y a la parroquia San Pedro Claver una obra de arte que representa al pájaro Sankofa, un símbolo de la lengua ‘twi’ de Ghana que representa la mirada al pasado para seguir adelante. Según una tarjeta de oración de la Oficina de Diversidad Cultural, “el símbolo honra los valores culturales de la historia africana que pueden proporcionar dirección y fuerza para seguir adelante”.
Al terminar la misa, el coro góspel de San Pedro Claver dirigió a la congregación en la canción "Soon and Very Soon" de Andrae Crouch, y los peregrinos se reunieron para una recepción en el McKenna Hall y recorridos por el museo de la parroquia antes de regresar a casa.