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Obispo Francisco González vive en sus obras y en el ejemplo

Tarjeta de oración con el retrato del obispo Francisco González que los presentes pudieron recoger en la misa conmemorativa de su fallecimiento realizada en la iglesia de San Marcos Evangelista en Hyattsville, Maryland, el 14 de marzo de 2024. El obispo González, obispo auxiliar emérito de Washington, murió el 4 de marzo a la edad de 84 años. Fotos/Mihoko Owada

El obispo Francisco González, S.F., continuará viviendo en las buenas obras que realizó, en las lecciones que enseñó con la palabra y en el ejemplo, destacó el padre Agustín Mateo en la misa celebrada en su memoria en la iglesia de San Marcos, en Hyattsville, Maryland.

En la misa celebrada por el cardenal Wilton Gregory, el padre Mateo, quien fue el homilista, recordó al obispo González no solo como un hombre de oración y compromiso con la iglesia local, sino también una “figura paterna” para muchas personas en la Arquidiócesis de Washington.

Dijo que conoció al obispo González cuando era párroco en Nuestra Señora de los Dolores en Takoma Park, hace más de 30 años, y, con el paso del tiempo, encontró en él a un amigo, un mentor, una inspiración y una referencia en el desarrollo de su sacerdocio.

La celebración de la Eucaristía, un Santo Sacrificio, que el obispo González presidió muchas veces durante su vida fue ofrecida -ahora- para su recompensa eterna.

El padre Mateo precisó que la Eucaristía, un “anticipo del Cielo”, nos permite entrar en la eternidad con aquellos que ya están en la presencia de Dios mientras nosotros todavía estamos aquí.

El padre Agustín Mateo Ayala, párroco de la iglesia Santa Rosa de Lima en Gaithersburg, pronuncia la homilía en la misa en memoria del obispo Francisco González, quien falleció el 4 de marzo en su país natal, España, a la edad de 84 años.
El padre Agustín Mateo Ayala, párroco de la iglesia Santa Rosa de Lima en Gaithersburg, pronuncia la homilía en la misa en memoria del obispo Francisco González, quien falleció el 4 de marzo en su país natal, España, a la edad de 84 años.

Al traer a colación el nacimiento de Francisco en las aguas del Bautismo, subrayó el mandato de vivir una vida irreprensible y ser una luz que ilumine el camino hacia la vida eterna para nosotros y para los demás, un desafío para nosotros y para los demás.

“La sociedad contemporánea a menudo nos dificulta ser testigos valientes de la verdad de Dios -indicó-. Por eso es tan importante la ‘amistad con Jesús’, una responsabilidad y un don que debe desarrollarse individualmente en la oración diaria.”

En ese sentido, recordó el compromiso e inquebrantable vocación de servicio del obispo Francisco, quien se pasó el resto de su vida ayudando al pueblo de Dios a mantener brillando la luz de la fe en cada celebración eucarística y ayudando a muchos a reconciliarse con el Señor y con los demás en el Sacramento del perdón.

Parafraseando a San Juan, dijo: “A menos que el grano de trigo caiga a la tierra y muera, quedará sólo un grano de trigo; pero si muere, produce mucho fruto”. Ergo, Cristo, grano de trigo que cae a la tierra y muere, nos enseña a morir a nosotros mismos y nos ayuda a comprender el misterio mismo de la muerte.

El cardenal Wilton Gregory, arzobispo de Washington, preside la misa en memoria del obispo auxiliar retirado Francisco González en la iglesia de San Marcos Evangelista en Hyattsville, Maryland.
El cardenal Wilton Gregory, arzobispo de Washington, preside la misa en memoria del obispo auxiliar retirado Francisco González en la iglesia de San Marcos Evangelista en Hyattsville, Maryland.

Señaló, asimismo, que por mucho que la sociedad moderna intente ocultar la muerte –“único umbral que se abre a la vida eterna”- es un paso necesario e inevitable que todos debemos afrontar tarde o temprano.

Explicó, además, que a través del Bautismo podemos comprender y participar de la comprensión de Jesús sobre el amor y el servicio, para quien “amar es servir, servicio significa desaparecer en la vida de los demás y vivir es morir a uno mismo para dar vida a los demás”.

De la vida de servicio del obispo González -dijo- debemos recibir el consuelo y la fuerza para afrontar “la muerte de nuestro amigo, nuestro compañero de trabajo, nuestro sacerdote, nuestro familiar y nuestro compañero de viaje”. Y, también, “aprender de su ejemplo de humilde fidelidad al ministerio sacerdotal cómo mantener encendida la luz de nuestro Bautismo”.

Feligreses presentes en la misa en memoria del obispo Francisco González.
Feligreses presentes en la misa en memoria del obispo Francisco González.

Finalmente, el padre Mateo recitó las sabias palabras de Santa Teresa de Ávila con las que frecuentemente meditaba el obispo González:

Vivo sin vivir en mí

Vivo sin vivir en mí,

y tan alta vida espero,

que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,

después que muero de amor;

porque vivo en el Señor,

que me quiso para sí:

cuando el corazón le di

puso en él este letrero:

que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darle

a mi Dios que vive en mí,

si no es el perderte a ti,

para merecer ganarle?

Quiero muriendo alcanzarle,

pues tanto a mi Amado quiero,

que muero porque no muero.

En la misa celebrada por el cardenal Wilton Gregory, arzobispo de Washington, estuvieron presentes el cardenal Donald Wuerl, sacerdotes, diáconos, amigos y miembros de la Sagrada Familia, a la que pertenecía el obispo Francisco González.



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