A principios de noviembre, en la frontera sur entre las ciudades de El Paso y Ciudad Juárez, se dieron cita los obispos de las diócesis de El Paso, las Cruces y Ciudad Juárez para celebrar la misa binacional, en la que como una sola comunidad fronteriza se oró por todos los migrantes y por el eterno descanso de aquellos que han fallecido en su intento por cruzar a Estados Unidos.
Según cifras del portal de datos sobre migración de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), desde 2014, se han registrado, en el continente americano, más de 8.920 personas muertas o desaparecidas durante las travesías migratorias. "Más de la mitad de estas muertes se documentaron en la frontera entre México y Estados Unidos de América, que es el segundo cruce terrestre más mortífero del mundo", dijo la organización.
La misa fue celebrada el 9 de noviembre por monseñor Guadalupe Torres, obispo de la ciudad de Juárez, quien estuvo acompañado por monseñor Peter Baldacchino, obispo de las Cruces, Nuevo México, y por monseñor Mark J. Seitz, obispo de El Paso, Texas, junto con el obispo auxiliar de El Paso, monseñor Anthony Celino.
Al inicio de la misa binacional, el obispo Torres saludó a los fieles presentes, sacerdotes, diáconos y seminaristas de lado y lado del altar dispuesto sobre una plataforma de madera sobre el Rio Bravo que fue adecuada para esta celebración eucarística. El manifestó que esa misa binacional era un signo "de la cercanía de Dios que camina con su pueblo", haciendo referencia al mensaje del Papa Francisco en su mensaje para la reciente Jornada Mundial del Migrante y Refugiado.
Sin embargo, añadió, "hay situaciones que claman al cielo, hay realidades de sufrimiento y dolor con nuestros hermanos migrantes. Todo su trayecto desde Sudamérica hasta estas fronteras es un caminar difícil, doloroso".
El obispo agregó que muchos mueren debido a las desafiantes condiciones climáticas, las extenuantes caminatas en las montañas y desiertos, el hambre y los peligros que enfrentan al ser víctimas de abusos y crímenes como la extorsión.
En este sentido el obispo Torres replicó el llamado del Papa a ser una iglesia samaritana, a "no esperar que nuestros hermanos migrantes lleguen, nosotros salir a su encuentro. Salir al encuentro del migrante, del pobre, del refugiado, del repatriado", dijo.
Monseñor Torres recordó las palabras del pontífice de acoger, promover, integrar y proteger a los migrantes, además de que instó a ser "una iglesia en salida, una iglesia misericordiosa y compasiva".
"La tentación para nosotros como Iglesia, dice el Papa, también sería ser indiferentes. El pecado de la indiferencia, el pecado de no hacer nada, de quedarnos encerrados, de pensar en nosotros mismos", dijo el prelado.
"Tenemos que trabajar, servir, acompañar con amor, con compasión como Dios a nuestros hermanos migrantes", afirmó.
Para el obispo Torres, también se deben denunciar "las injusticias, la persecución, las extorsiones, las muertes, los asesinatos, el exponer a nuestros migrantes al peligro, a la muerte misma. Denunciar el pecado, denunciar la injusticia, denunciar la trata de personas. Hay muchos hermanos migrantes extorsionados, atrapados, obligados".
El obispo honró la memoria de los migrantes difuntos. "Pedimos por su eterno descanso, oramos y ofrecemos la eucaristía por ellos, pero también tenemos la certeza en la fe. Si Cristo resucitó, ellos han resucitado".
"Celebramos esta eucaristía en este lugar binacional, en el río, para ser un signo (…) qué maravilloso signo de fe, de amor, de esperanza, de sinodalidad, dice el Papa, de unidad, de comunión. Dos países, tres estados, tres diócesis, pero una sola comunidad, una sola Iglesia", dijo el prelado.
Al concluir su homilía, monseñor Torres hizo un llamado para que no se olvide que los migrantes "son nuestros hermanos, son personas que tienen dignidad y que estamos llamados todos, sociedad, iglesias, fieles, gobiernos, a ver por nuestros hermanos migrantes y procurar su bien, respetar la vida de todos, la seguridad de todos, garantizar la vida, la seguridad de cada uno".
Al finalizar la misa, el obispo de El Paso, Texas, monseñor Mark J. Seitz, sorprendió a los presentes al compartir una carta que le fue enviada por el papa Francisco en la que desea animarlos "para que como iglesia sinodal y en el espíritu de las bienaventuranzas, socorran a estos hermanos necesitados, teniendo en cuenta que acogerlos y protegerlos es una oportunidad para encontrar al Redentor".
"Es una oportunidad cargada de salvación porque en las personas que necesitan de nosotros está presente Jesús que llama a nuestra puerta, hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, encarcelado, pidiendo que los ayudemos", leyó el obispo Seitz.
Dylan Corbett, director ejecutivo y fundador de HOPE Border Institute, dijo a OSV que "en estos momentos de miedo e incertidumbre para la comunidad inmigrante en Estados Unidos y para quienes buscan protección en nuestra frontera, la Misa Binacional nos ofrece la visión de un mundo reconciliado".
"La Eucaristía nos une en el amor, más allá de las fronteras, más allá del estatus migratorio, más allá de las divisiones de raza y estatus económico. En el clima actual, ese es un mensaje vivificante que todos necesitamos", agregó Corbett.