Con mucha tenacidad, la inmigrante salvadoreña Daysi Molina (54) se ha abierto paso en el campo de la construcción -dominado por hombres- y ha alcanzado un muy buen salario de 45 dólares por hora.
Esta madre soltera ha trabajado fuertemente para sacar adelante sola a sus dos hijos. Aunque fue víctima de fraude y de abuso laboral, nada la detiene en su camino por ayudar a su hijo con discapacidad.
“Me ha costado estar donde estoy. No fue fácil, pero gracias a Dios lo he logrado”, dijo quien desea ser un ejemplo para otras mujeres.
Considera que en general los hispanos se han ganado la reputación de ser buenos trabajadores y, a pesar de las barreras, con facilidad se adaptan a la cultura estadounidense.
“En la industria de la construcción, somos bien vistos, pero es importante que los trabajadores inmigrantes aprendan bien el inglés para avanzar a mejores posiciones”, señaló.
Su historia
En su país, Daysi trabajaba en atención al cliente en la sección de gerencia internacional del Banco Agrícola. Tomó la decisión de emigrar porque su “hijo mayor tenía problemas de aprendizaje y era costosa la educación para él”.
Llegó a Estados Unidos en 2006 con residencia permanente, obtenida gracias a su padre. El primer año lo dedicó a aprender bien inglés y dice que ese paso fue decisivo para avanzar en esta nación. “Me establecí esa meta al llegar, pero no fue fácil. Es un obstáculo grande, pero aprender el idioma me ayudó mucho”.
Su primer trabajo fue hacer mudanzas (y cargaba los muebles). “Hice trabajos de limpieza, incluso limpiaba áreas quemadas. Cuidé niños, ancianos y perros. También fui cajera en un restaurante por 12 años”, contó esta madre inmigrante que ya tiene hijos adultos.
En ese trabajo ganaba 10 dólares por hora al principio. “Ni en la pandemia del COVID-19 dejé de trabajar”, contó. Luego tuvo un accidente que afectó su rodilla y la mantuvo por un tiempo incapacitada. Así que cuando perdió la protección del sindicato, decidió irse. Dar el paso no fue fácil -dijo.
“A quien veía siempre trabajando era a los trabajadores de la construcción” así que incursionó en esa área para probar suerte y le ha ido muy bien.
Una amiga le contó que la compañía de concreto “Schuster Concrete”, que construye edificios, estaba contratando. Empezó a trabajar allí en junio del 2022 recogiendo basura y le pagaban 18 dólares por hora.
“Nunca había trabajado en construcción, pero era un trabajo de día, de lunes a viernes, buena paga y me garantizaban empleo a tiempo completo”, recordó.
Entró al departamento de seguridad, recibió entrenamiento en primeros auxilios y OSHA 30 (capacitación para líderes) y se convirtió en oficial de seguridad. Inspeccionaba las áreas de trabajo para asegurarse de que los obreros trabajaran en un ambiente seguro, reentrenaba a las personas o corregía las fallas en el área de trabajo que podían perjudicar al empleado y a sus compañeros. Pues, su dedicación arrojo frutos y le subieron el salario a 22.5 dólares por hora.
Buscando progresar aún más, se fue a la compañía Miller and Long. Le ofrecieron 24 dólares por hora en 2023 y aceptó. Empezó como coordinadora de transportación en el área de seguridad. Atendía a los empleados accidentados, los llevaba a la clínica y hablaba con los doctores.
Sus aspiraciones laborales no cesaban así que en mayo del 2023 se cambió a otra compañía en el condado de Loudoun, Virginia. Siendo oficial de seguridad ganaba 24 dólares por hora, hasta que empezaron los problemas.
“Mi supervisor -también de origen hispano- se rehusaba a incrementarme el salario como era el acuerdo, se burlaba de mí y de mi forma de hablar, me negaba permisos para estudiar, decía cosas con doble sentido… Me di cuenta de que era abuso laboral, abuso de poder. Presenté pruebas a recursos humanos y no hicieron nada. Así que empecé a buscar otro empleo y me fui”, relató.
A las mujeres que son abusadas en el trabajo, les recomienda que no se dejen manipular ni confundir. “No se sientan culpables. Nos hacen creer que nosotras ocasionamos el percance por ser mujeres, pero no asumamos que es nuestra culpa. Hay que investigar bien lo que dice la ley laboral en este país, reconocer el abuso y no asumir que es algo normal”, según Daysi.
Comentó que las compañías grandes contratistas manejan una política de “cero tolerancia”, de modo que no se deben permitir los abusos. “No tenemos que permitir que nuestros jefes abusen de nosotras como mujeres”.
Por supuesto, esta tenaz inmigrante no se dejó caer y hace tres meses encontró otro empleo mejor donde valoran su trabajo y la apoyan. Ahora gana 45 dólares por hora en el puesto de oficial de seguridad en una compañía en Virginia, que tiene proyectos grandes de instalación y construcción de servicios públicos.
Entrena a empleados, se dedica a estudiar y obtener certificaciones para mejorar sus conocimientos en excavaciones y en control para evitar accidentes. Le pagan entrenamiento y buenos beneficios.
Los tropiezos siempre ocurren, pero Daysi se levanta con valor y sigue.
Contó que en 2018 fue víctima de fraude por confiar en personas inescrupulosas. Creyendo que eran de confianza, les dio su información personal, usaron su crédito y solicitaron dinero a su nombre, dejándola a ella con una deuda de 84 mil dólares.
Aunque las autoridades lograron capturar a la persona que lo hizo, Daysi se tuvo que declarar en bancarrota. Un reto más para superar, pero no para detenerse en la búsqueda del sueño americano.
Se está recuperando financieramente y planea comprarse una casa. “Con un buen salario, ahora tengo más opciones para mi familia. Me estoy acercando a la edad del retiro y busco que mis ingresos sean mejores”, confesó quien no le huye al trabajo y -en ocasiones- trabaja hasta 48 horas a la semana.