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Matrimonio religioso, tradición que distingue a las familias hispanas

Michelle Plazza y Mario Zambrano se casaron en la parroquia St. Matthias en Lanham (Maryland). Foto/álbum familiar

La historia de amor de Michelle Plazza (27) y Mario Zambrano (34) se inició en los pasillos de un centro comercial en Annapolis y después de ocho años culminó en el altar. Desde que se conocieron una tarde de primavera, ambos supieron que ese encuentro casual, alegre e interesante marcaria sus vidas para siempre y el 8 de marzo decidieron jurarse amor eterno ante la presencia de Dios.

Durante 2,920 días los dos disfrutaron como pareja experiencias únicas que les permitieron entender que el noviazgo implicaba superar una serie de desafíos y retos, pero que si permanecían unidos en su fe y el amor, pronto llegaría el día en que recibirían el respaldo familia, amén de la bendición divina.

Después de culminar los estudios, que ahora le permite a Michelle laborar en tareas vinculadas con la medicina y a Mario con equipos de comprensión neumática, acudieron donde el sacerdote Avelino González, párroco de la parroquia St. Matthias en Lanham (Maryland), para que los preparara para recibir el Sacramento del Matrimonio.

Durante las charlas preparatorias ambos reflexionaron sobre el conocimiento propio, las aptitudes de comunicación, así como qué es el amor, la importancia de la oración, la espiritualidad y qué significa el Sacramento del Matrimonio.

Posteriormente, trabajaron en completar el inventario prematrimonial, planificar la liturgia de la boda, obtener la licencia de matrimonio y una vez culminado con todos los requisitos, juntaron a las familias y celebraron la bendición del día de la boda.

“Las charlas de preparación nos sirvieron para comprender que el Sacramento del Matrimonio implica estar unidos en lo espiritual, respetar el amor, ser responsables y nunca dejar de ser alegres en el seno familiar”, dijeron Michelle y Mario.

La familia Plazza tiene sus orígenes en Puerto Rico y Guatemala, mientras que los Zambrano son de México y Estados Unidos.

El papa Francisco siempre aclara que el matrimonio no es una ceremonia, un evento social, una mera formalidad o un ideal abstracto, sino un don de Dios que une a un hombre y una mujer para que “los dos lleguen a ser una sola carne”, y “Que el hombre no separe lo que Dios ha unido”.

El Santo Padre reitera que el matrimonio también es “un bien extraordinario, un bien de extraordinario valor para todos: para los mismos cónyuges, para sus hijos, para todas las familias con las que se relacionan, para toda la Iglesia, para toda la humanidad”.



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