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Los siete principios de la justicia social

Escenas de una distribución de alimentos de Catholic Relief Services en la aldea de Marojela, comuna de Marolinta, distrito de Beloha, en el sur de Madagascar. Ese día, 416 personas de seis aldeas recibieron alimentos. En los últimos cinco años, la región meridional de Madagascar se ha visto afectada por sequías recurrentes. Foto CNS/Jim Stipe, cortesía de Catholic Relief Services

Después de un agradable descanso de verano, regreso a mi trabajo como capellán de la escuela secundaria St. John’s College. Es probable que el trabajo de ustedes también aumente con la reiniciación de las actividades del otoño.
Los estudiantes de todas las edades están retomando sus deberes educativos y esto no es un trabajo fácil. Estos jóvenes invierten ocho horas (o más) al día en sus clases, tareas y actividades. Incluso los estudiantes más talentosos deben esforzarse mucho para continuar creciendo y desarrollando las habilidades que Dios les ha dado.
Es apropiado, entonces, comenzar nuestro "nuevo año" con la celebración nacional del trabajo y los trabajadores. Hace 30 años, el primer lunes de septiembre se convirtió en el Día del Trabajo, un feriado nacional que, este año, se celebrará temprano, el 2 de septiembre.
Trabajar suena agobiante y desagradable, y puede serlo. Sin embargo, el trabajo también es necesario e incluso forma parte del plan de Dios para nosotros. Jesús mismo trabajó como carpintero. San Pablo fue casi paternal cuando exhortó a los cristianos en Tesalónica: "En aquella ocasión les impusimos esta regla: el que no quiera trabajar, que no coma". (2 Tesalonicenses 3:10).
Más recientemente, el papa Francisco habló sobre la dignidad e incluso la santidad del trabajo. En 2022, en su Catequesis General sobre San José, dijo:
“Hoy, debemos preguntarnos qué podemos hacer para recuperar el valor del trabajo, y qué contribución podemos hacer, como Iglesia, para rescatar el trabajo de la lógica del mero beneficio y que éste sea experimentado como un derecho y un deber fundamental de la persona, que expresa y aumenta su dignidad.”
Su visión es coherente con la del papa León XIII, quien publicó, en 1891, la encíclica Rerum Novarum, cuya traducción literal es "Sobre los cambios revolucionarios". También se le ha llamado "Los derechos y deberes del capital y del trabajo". Este documento innovador es la base de la enseñanza social católica moderna y se considera la Carta Magna de la justicia social.
Poco después del inicio de la Revolución Industrial en la década de 1870, Estados Unidos y Europa pasaron de economías agrarias a naciones industrializadas, donde las fábricas se convirtieron en la norma. León XIII notó el desarrollo de prácticas laborales injustas, como era el caso de mujeres y niños trabajando excesivamente por salarios inadecuados e inapropiados. Las condiciones laborales eran a veces inhumanas, al igual que el trato a los trabajadores.
El papa León afirmó que los trabajadores tienen derecho a prácticas laborales justas y a ser tratados con dignidad, y la Rerum Novarum dio lugar a los siete principios de la doctrina social católica que aún son válidos. A veces, creo que son el secreto mejor guardado de la Iglesia, lo cual no debería ser.
Cuando dirigía Caridades Católicas, di una charla a unos 500 profesores y catequistas locales. Les pregunté cuántos conocían los Diez Mandamientos, y casi todos levantaron la mano. Luego pregunté cuántos conocían los siete dones del Espíritu Santo. Menos manos se levantaron, pero la mayoría conocía la respuesta.
Finalmente, pregunté: "¿Cuántos de ustedes conocen los siete principios de la justicia social?" Solo dos personas levantaron la mano.
¿Los conocen? Es probable que no. Esto no es una crítica para ustedes, ni para los profesores con los que hablé ni para nadie, pero necesitamos esforzarnos más en aprender estos principios y enseñárselos a otros.
Para comenzar, aquí están…

1. La vida y la dignidad de la persona humana: Toda persona tiene dignidad. Somos creados por Dios a imagen de Dios.

2. La importancia de la familia, la comunidad y la participación: Honramos la dignidad de la familia a través de la sociedad. La mejor manera de hacerlo es apoyar a las familias y buscar el bien común en nuestras comunidades.

3. Derechos y responsabilidades: Los derechos humanos deben ser protegidos, especialmente el derecho a la vida. Con esos derechos vienen responsabilidades hacia los demás y hacia la sociedad.

4. Prioridad para los pobres y vulnerables: Jesús es claro en que debería ser una prioridad para nosotros el cuidar de los más pobres y vulnerables.

5. La dignidad del trabajo y los derechos de los trabajadores: El trabajo nos permite participar en la creación continua de Dios. Todos tenemos derecho a un trabajo productivo, salarios justos, organización y sindicatos, propiedad privada e iniciativa económica.

6. La solidaridad: Buscamos justicia y paz al vivir en solidaridad con nuestros hermanos y hermanas en Cristo en todo el mundo. Oramos por ellos y ayudamos a los que están hambrientos, los refugiados, las víctimas de la trata de personas y todos los que han sido olvidados.

7. El cuidado de la creación de Dios: Somos administradores de la Tierra y de todo lo que Dios ha creado. El papa Francisco reafirmó esto en su encíclica de 2015, Laudato Si', "Sobre el cuidado de la casa común".

Estos son los siete principios de la justicia social. La próxima vez que un orador pregunte si alguien los conoce, podrán levantar la mano. Más allá de eso, estamos llamados a vivir estos principios en nuestros hogares, en nuestras escuelas y oficinas.

Mientras comenzamos un nuevo "año" escolar y laboral, y honramos la dignidad del trabajo y los trabajadores, reflexionemos sobre cómo vivimos estos principios y cómo los llevamos a nuestras familias, comunidades, trabajo, escuela y a nuestra Iglesia.

Que seamos el pueblo de justicia y paz que estos principios nos llaman a ser.



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