Cuando el mundo católico celebra la fiesta de la Epifanía, los tres Reyes Magos recorrieron las calles de Washington, DC, y llegaron hasta la catedral de San Mateo Apóstol con camellos de verdad. Para deleite de niños y adultos, la tradición sigue viva derrochando alegría, despertando la curiosidad e imaginación de los pequeños y alimentando los genuinos corazones infantiles.
Luego de la misa dominical en español, la avenida Rhode Island fue cerrada en ese tramo cerca de la catedral para que los reyes caminaran con sus asistentes y sus camellos.
Nadie salía de su asombro. “Ahí vienen, ahí vienen…”, decían los niños ansiosos.
Todos estaban impresionados: los niños cantaban guiados por el padre Isaac Sagastume, los adolescentes no querían perderse ni un detalle y los adultos sacaron sus teléfonos para captar el momento desde las escalinatas del templo.
“Estamos realmente sorprendidos. ¡Es fabuloso!”, expresó la madre inmigrante Jackeline López. “Ellos entregan regalos…”, comentó con total certeza su hija Emily García de 9 años mientras su hermanito Chris de 6 años sonreía plenamente feliz.
Esta familia mexicana celebra la festividad católica el 6 de enero con la tradicional rosca de reyes. Los niños escribieron una carta a los reyes magos con anterioridad y la depositaron en un zapato. Sus padres les colocaron regalitos como si los personajes hubieran visitado el hogar durante la noche.
Algunos niños dejan grama y un recipiente con agua con la idea de que los camellos están hambrientos y sedientos por el largo recorrido. Entonces, sus padres quitan la grama y reducen el agua para que los pequeños al despertarse realmente crean que los reyes visitaron su hogar.
Esta fiesta evoca los tiempos en que nació Jesús y, según el catolicismo, los tres reyes adinerados Melchor, Gaspar y Baltazar -que cargaban incienso, oro y mirra- iban al encuentro del recién nacido guiados por la estrella de Belén.
Los tres reyes dejaron sus camellos en la calle, ingresaron a la iglesia y se instalaron en el altar para compartir con los niños. La mayoría de ellos tenían preguntas y el padre Sagastume ingeniosamente iba moderando el momento lleno de magia y espiritualidad.
“Bienvenidos sus majestades. Sabemos que vienen de muy lejos siguiendo la estrella. Lucen realmente exhaustos por el viaje”, dijo el sacerdote costarricense que funge como vicario parroquial en San Mateo e hizo uso de su talento como guitarrista para amenizar la actividad.
“¿Qué comen los camellos? ¿Cuántas millas recorrieron?”, fueron algunas de las inquietudes de los pequeños -en su mayoría de origen hispano.
Los reyes contaron que sus camellos comen grama y que caminaron miles de millas desde Mozambique, África. “Dejamos nuestra casa y nuestro reino porque el verdadero rey ha nacido. Él es más fuerte que todos nuestros reinos juntos. Le traemos oro a Jesús porque Él es el rey de reyes”, dijeron.
Los niños vivieron un momento mágico e inolvidable, gracias a la iniciativa de la parroquia y la paciencia de los padres en conservar la tradición.
La catedral planea realizar esta celebración cada año. “No queremos que se olvide la fiesta de los Reyes Magos. Esta tradición está muy arraigada en la comunidad hispana y tiene mucho significado para nosotros”, según Fátima Aybar, coordinadora de educación religiosa en español en San Mateo.
“La temporada navideña se ha vuelto muy comercial y queremos volver a nuestras raíces y dejarles saber a los niños que el verdadero sentido de la Navidad es Jesús”, agregó.
Seguidamente, los niños compartieron con los reyes, recibieron monedas de oro (chocolate), bebieron chocolate caliente con panetón, rosca de reyes y galletas en el Great Hall.
