En este momento en que en Europa se siguen elaborando cada vez con mayor detalle planes de rearme que prevén, entre otras cosas, la reconversión de las fábricas para producir armas y aviones teledirigidos, a continuación algunas reflexiones de los Papas sobre estos instrumentos de muerte que no pueden traer ni garantizar la paz.
«Es por la fuerza de la razón, no por la fuerza de las armas, que la Justicia se abre camino» (Pío XII, radiomensaje dirigido a los gobernantes y a los pueblos, 24 de agosto de 1939). «Los caminos de la paz son los caminos de Dios» (Juan XXIII, radiomensaje dirigido al mundo entero para la concordia de los pueblos, 10 de septiembre de 1961). «La respuesta a la guerra no es otra guerra, la respuesta a las armas no son otras armas». (Francisco, audiencia general del 10 de marzo de 2021). En el magisterio pontificio, las palabras de los Papas trascienden en muchos casos el contexto histórico en el que fueron concebidas y pronunciadas. Acotando el foco a las reflexiones sobre la guerra, se ve un horizonte amplio y abierto: no están ancladas sólo a fechas que destacan en los libros de historia o a un acontecimiento bélico concreto. Los llamamientos de los Papas para evitar el uso de las armas trascienden el tiempo: pueden referirse al pasado, al futuro y, sobre todo, al presente. De hecho, es en la coyuntura del presente, incluso en esta época sacudida por guerras lacerantes no sólo en Ucrania y Oriente Medio, donde las palabras de los Pontífices sobre el uso y la posesión de armamento deben ser acogidas y escuchadas: son voces, siempre actuales, que exhortan a la humanidad a desmontar la lógica fratricida y a vivir las de la fraternidad.
Pío XII: Usar la fuerza de la razón
Los caminos de la justicia no son los de las armas. Cuando el mundo está al borde de la guerra, con los ejércitos dispuestos a usar sus armas, las palabras de los Papas se convierten en un sentido grito por la paz. El 1 de septiembre de 1939, las tropas alemanas cruzaron la frontera polaca, dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Unos días antes, el 24 de agosto de ese año, el papa Pío XII dirigió estas palabras a los gobernantes y a los pueblos en un mensaje radiofónico.
Es por la fuerza de la razón, no por la fuerza de las armas, que la Justicia se abre camino. Y los imperios que no se fundan en la Justicia no son bendecidos por Dios. La política emancipada de la moral traiciona a los mismos que la quieren así. El peligro es inminente, pero aún estamos a tiempo. Nada está perdido con la paz. Todo puede perderse con la guerra. Que los hombres vuelvan al entendimiento. Que vuelvan a negociar. Negociando con buena voluntad y respetando los derechos de cada uno, se darán cuenta de que una negociación sincera y activa nunca está excluida de un éxito honroso.
Juan XXIII: palabras de paz de los Papas mientras haya tiempo
Las palabras de los Papas son un testimonio, consignado a la historia, «de solicitud y de llamamiento angustioso». Así lo recuerda Juan XIII, refiriéndose a sus predecesores, en su radiomensaje dirigido al mundo entero para la concordia de los pueblos, el 10 de septiembre de 1961.
Ante nosotros está el recuerdo de los Papas antecesores más cercanos a nosotros, cuyo testimonio de solicitud y angustioso llamamiento ha pasado a la historia. Desde las Exhortaciones de Pío X en la inminencia de la primera conflagración europea, pocos días antes de su santa muerte, hasta la Encíclica de Benedicto XV «Pacem, Dei Munus pulcherrimum»; desde la advertencia de Pío XI, que esperaba una paz verdadera «non tam tabulis inscriptam, quam in animis consignatam», hasta el conmovedor y extremo llamamiento de Pío XII el 24 de agosto de 1939: «Es con la fuerza de la razón, no con la fuerza de las armas como la justicia se abre camino», tenemos toda una sucesión de invitaciones, a veces sentidas y vehementes, pero siempre paternales, al mundo entero para que se guarde de cualquier peligro mientras haya tiempo, y asegurando que nada se perderá nunca por la paz. Los caminos de la paz son los caminos de Dios y de la verdadera conquista.
Pablo VI: las armas generan malos sueños
A la emisión en 1939 del mensaje del papa Pacelli, vibrante de fuerza y angustia, asistió también uno de sus más estrechos colaboradores, que contribuyó a la redacción de aquel texto.Se trataba de monseñor Giovanni Battista Montini, quien, tras su elección al trono de Pedro, adoptaría el nombre de Pablo VI. Como Pontífice, en una época sacudida por los vientos amenazadores de la Guerra Fría -que en 1962, con la crisis de los misiles de Cuba, estaban a punto de desencadenar la Tercera Guerra Mundial-, Pablo VI pronunció estas palabras dirigidas a los gobernantes. La ocasión era la histórica visita, el 4 de octubre de 1965, a las Naciones Unidas:
“Si quierenser hermanos dejen caer las armas de vuestras manos: no es posible amar con armas ofensivas en las manos. Las armas, sobre todo las terribles armas que les ha dado la ciencia moderna antes aún de causar víctimas y ruinas engendran malos sueños, alimentan malos sentimientos, crean pesadillas, desafíos, negras resoluciones, exigen enormes gastos, detienen los proyectos de solidaridad y de trabajo útil, alteran la psicología de los pueblos. Mientras el hombre siga siendo el ser débil, cambiante y hasta malo, que demuestra ser con frecuencia, las armas defensivas serán, desgraciadamente, necesarias. Pero a ustedes, vuestro coraje y vuestro valor los impulsan a estudiar los medios de garantizar la seguridad de la vida internacional sin recurrir a las armas. He aquí una finalidad digna de vuestros esfuerzos. He aquí lo que los pueblos aguardan de ustedes. He aquí lo que se debe lograr. Y para ello es necesario, que aumente la confianza unánime en esta institución, que aumente su autoridad. Y el fin entonces, cabe esperarlo, se alcanzará. Ganarán el reconocimiento de los pueblos, aliviados de los pesados gastos en armamentos y liberados de la pesadilla de la guerra siempre inminente.”
Juan Pablo II: no armas sino cantos de fraternidad
Las armas ciegan los ojos del hombre. En 1991 es impresionante ver, incluso en directo y a través de los reportajes de las grandes cadenas de televisión, la cantidad de armamento utilizado en la guerra que asola la región del Golfo. El papa Juan Pablo II, el 2 de febrero de 1991, elevó esta oración por la paz, para que se acallara el estruendo de las armas.
“(...) Recibe, Padre, la súplica que se eleva a ti de toda la Iglesia, orando con María, Reina de la Paz derrama sobre los gobernantes de todas las naciones el Espíritu de unidad y concordia de amor y de paz, para que llegue pronto a todas las fronteras el anuncio largamente esperado ¡la guerra ha terminado! Y, reducido al silencio el estruendo de las armas resuenan en toda la tierra cantos de fraternidad y de paz.”
Benedicto XVI: hay que importar ideas de paz, no armas
Las armas endurecen el corazón humano y la carrera armamentística lleva a los gobiernos a tener que ir siempre a más, a dotar a los ejércitos de ametralladoras, luego de tanques, después de drones, de aviones de combate e incluso de bombas atómicas. Se necesitan armas cada vez más potentes para hacer la guerra. Y se necesitan armamentos cada vez más sofisticados, argumentan los defensores de la lógica de la disuasión, también para no iniciar un conflicto. Las armas, incluso las «latentes» pero inmediatamente disponibles, son «mechas» que tarde o temprano pueden encenderse. Para garantizar la paz, no hay que equipar los ejércitos, sino vaciar los arsenales. Benedicto XVI apunta en esta dirección al responder a las preguntas de los periodistas durante el vuelo al Líbano el 14 de septiembre del 2012.
“Diría también que debe finalmente cesar la importación de armas, porque sin importación de armas la guerra no podría continuar. En lugar de importar armas, que es un pecado grave, deberíamos importar ideas de paz, creatividad, encontrar soluciones para aceptar a cada uno en su alteridad; debemos por tanto hacer visible en el mundo el respeto de las religiones, las unas por las otras, el respeto del hombre como criatura de Dios, el amor al prójimo como fundamento para todas las religiones.”
Francisco: no armas, sino fraternidad
Las armas son sembradoras de muerte y devastan incluso lo que Dios ha creado. Durante la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, causaron graves daños al medio ambiente, como la polución, la destrucción de ecosistemas y la contaminación del suelo y del agua. Esto es contrario a lo que Francisco defiende en Laudato si', que en esta encíclica también subraya cómo los riesgos pueden llegar a ser «enormes cuando se piensa en las armas nucleares y biológicas». El recurso «continuo y espasmódico» a las armas no puede garantizar un futuro pacífico. Esta es una de las claves del discurso pronunciado por el papa Francisco ante el Memorial de la Paz de Hiroshima durante su viaje apostólico a Japón en 2019: «el uso de la energía atómica con fines bélicos es inmoral, como del mismo modo es inmoral la posesión de armas atómicas. La guerra es un monstruo y las armas son sus instrumentos». En su audiencia general del 10 de marzo del 2021, Francisco habló de este gigante despiadado, alimentado cada año en el mundo por gastos militares exorbitantes, que sigue «devorando a la humanidad».
“La guerra siempre es el monstruo que, con el cambio de épocas, se transforma y continúa devorando a la humanidad. Pero la respuesta a la guerra no es otra guerra, la respuesta a las armas no son otras armas. Y yo me he preguntado: ¿quién vendía las armas a los terroristas? ¿Quién vende hoy las armas a los terroristas, que están realizando masacres en otros lugares, pensemos en África por ejemplo? Es una pregunta que yo quisiera que alguien respondiera. La respuesta no es la guerra, la respuesta es la fraternidad. Este es el desafío para Irak, pero no solo: es el desafío para tantas regiones de conflicto y, en definitiva, es el desafío para el mundo entero: la fraternidad. ¿Seremos capaces nosotros de hacer fraternidad entre nosotros, de hacer una cultura de hermanos? ¿O seguiremos con la lógica iniciada por Caín, la guerra? Fraternidad, fraternidad.”
El mundo escucha las voces de los Papas
En esta época marcada por el avance, entre luces y sombras, de la inteligencia artificial, los mayores temores, según diversos expertos que no carecen de fundamento, se refieren a las posibles aplicaciones de estas tecnologías en el ámbito militar. El riesgo es el de ver actuar a la inteligencia artificial, de forma cada vez más dramática y relevante, incluso en los escenarios de guerra. Después del hombre, que ya ha demostrado ampliamente cuánta devastación traen las armas, la inteligencia artificial también está lista para irrumpir trágicamente en el destino de la humanidad. Probablemente, en el futuro, algún historiador podrá escribir que la inteligencia artificial ha demostrado su «brutalidad artificial». Pero mientras haya tiempo, escuchemos las voces de los pacificadores y de los papas. Escuchemos el grito del papa Francisco en 2019 en Japón: «Nunca más guerra, sino el rugido de las armas, nunca más sufrimiento».