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Los desafíos que nos plantea este Adviento

Estamos en medio del Adviento más corto posible: de apenas 22 días.

La percepción general es que el Adviento dura cuatro semanas, pero en realidad el ritual prevé cuatro domingos. Este año, el cuarto domingo de Adviento es también el día de Nochebuena. Es decir, concluimos el Adviento el 24 de diciembre por la mañana y por la tarde celebraremos la Vigilia de Nochebuena.

En cierto modo, un Adviento de tres semanas nos presiona más para caminar despacio y con tranquilidad, como para prepararnos con la mente, el corazón y el alma para la Navidad.

Las ventas de Navidad comenzaron ya hace semanas y todos hemos oído mucha música navideña en los comercios, que están repletos de gente comprando. La oficina de correos está llena de los regalos que envía la gente. En medio de todo eso, no nos olvidemos de dedicar más tiempo a la oración, a acercarnos más al Señor y a prepararnos para que Él nazca de nuevo en nuestro interior. 

El cuarto domingo de Adviento y la Nochebuena caen el mismo día, lo que también nos hace pensar que tenemos que decidir cuándo ir a Misa.

La liturgia vespertina de la Nochebuena es casi siempre la más concurrida. En algunas parroquias, la concurrencia a esa misa puede ser igual al total semanal de un domingo normal, sobre todo cuando las parroquias tienen dos misas simultáneas. En las parroquias en las que yo he servido, a veces había 2.000 o más personas en la primera misa de Nochebuena. Aunque al jefe de bomberos no le hiciera mucha gracia, era estupendo ver a tanta gente deseosa de celebrar la gran fiesta de la Navidad.

Para los padres y los abuelos de los niños más pequeños, las representaciones en vivo del Nacimiento o “pesebres vivientes” y los coros de niños suelen determinar a qué misa asistirá la familia. Para otros, es más cuestión de comodidad. ¿La misa de qué hora viene mejor con lo que hará la familia para la Navidad? Lo comprendo perfectamente. Aunque no sé bien si, idealmente, debería ser al revés. El 24 de diciembre será un día muy ajetreado, en que las iglesias celebrarán misas el domingo por la mañana, seguidas de las misas vespertinas para la fiesta de Navidad. La cuestión es si todos decidirán ir tanto a la misa dominical regular como a la alegre celebración de la Nochebuena. Mi experiencia me dice que muchos no lo harán. Sin embargo, si optamos por una u otra cosa, nos privaremos de un domingo de Adviento o de la alegre liturgia de Navidad.

Pero los sacerdotes sí estaremos allí. Nos encanta la Eucaristía y la oportunidad de celebrarla con nuestras familias. Nos encanta volver a ver a tanta gente que no siempre acude a misa, ya sea que estén de visita o si vienen solo en ocasiones especiales, como la Navidad. De hecho, una encuesta reciente reveló que unos 52 millones de católicos van a misa en Navidad y Semana Santa. Eso supone algo más del 80 por ciento de los 62 millones de católicos que se calcula que hay en los Estados Unidos. Al mismo tiempo, esta encuesta mostró que apenas alrededor del 22 por ciento acude semanalmente a la Iglesia. Esto me parece un poco triste y desalentador, pero entiendo que eso es lo que sucede hoy.

Rezo para que todos celebremos el regalo de la Navidad con alegría, entusiasmo y de manera que no sea solo un acontecimiento puntual. No olvidemos que es la culminación de semanas de preparación y el comienzo de nuestra propia salvación.

En estas breves semanas de Adviento, también me animo a mí mismo y a todos a ver de qué manera podemos servir al Señor sirviendo a los que nos rodean. El servicio a los demás es una parte importante de nuestro camino de fe. Caridades Católicas realiza muchísimas actividades en esta época del año. Por ejemplo, repartimos regalos y comidas a nuestros muchos clientes en esta temporada navideña, y nos complacería que ustedes nos acompañaran en esta labor. Tal vez la parroquia a la que usted va tiene un “árbol ángel” de regalos, o comidas especiales para personas sin hogar, colectas de ropa de invierno y de alimentos y mucho más.

Por eso, le animo a que piense en lo que usted puede hacer para que las personas que pasan hambre, los que no tienen hogar, los oprimidos y los olvidados también puedan vivir la Navidad y lo hagan de una manera que puedan ver a Jesús en lo que usted haga.

Los cristianos celebramos la Natividad del Señor desde hace 2.000 años, y también celebramos hoy su presencia entre nosotros en los menos afortunados. Por lo tanto, dando de lo que hemos recibido y dando de nosotros mismos experimentamos más profundamente el don supremo de Dios, que nos ama tanto que dio a su Hijo único.

Les deseo una celebración santa en la que se profundice su fe y su amor a Dios. Les deseo una Navidad jubilosa y bendecida para que todos se regocijen por el don de Jesús y por la salvación que Él nos ha regalado. Y les deseo un Feliz Año Nuevo, en el que sigan respondiendo con amor al gran don de Dios y lleguen a ser la persona que Dios siempre quiso que ustedes fueran.

 

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