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Levantar la voz frente al dolor de quien migra es deber de todo cristiano, dicen expertos

Yusniel, un migrante de Cuba, sostiene a su hijo de 10 días, Yireht, y a su esposa, Yanara, mientras buscan un punto de entrada más allá de un cerco de alambre a lo largo de la orilla del Río Grande después de vadear Estados Unidos desde México en Eagle Pass, Texas. Foto OSV/Adrees Latif, Reuters

En el marco de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado y la Semana Nacional de la Migración que se celebran del 23 al 29 de septiembre en Estados Unidos, el Consejo Nacional Católico para el Ministerio Hispano (NCCHM), en alianza con el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM) y su Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe (CEBITEPAL); realizaron el pasado 25 de septiembre el webinar "Herencia y Esperanza: Una Respuesta Católica a la Migración".

"El tema de la migración es uno de los mayores desafíos que enfrenta el mundo hoy en día", dijo Elisabeth Román, presidenta de NCCHM, durante este seminario web, que tuvo lugar en español el 25 de septiembre con un webinar en inglés programado para el 26 de septiembre. "Como católicos debemos apoyar a los migrantes, ya que son una parte vital de nuestras comunidades y nuestra Iglesia", dijo Román, citando al papa Francisco, quien insta a que la migración sea abordada con justicia y humanidad.

Por su parte William Becerra, asesor de compromiso hispano de Catholic Relief Services (CRS), dijo en un mensaje que la defensa y el compromiso cívico es menester de todos como hispanos y como católicos.

"La abogacía, la incidencia comunitaria, la incidencia política es más que levantar la voz. Se trata de influenciar las decisiones políticas que moldean nuestras vidas y las vidas de los demás", aseguró Becerra en un video mensaje. Él también afirmó que la comunidad hispana juega un papel crucial en esta tarea. "Como católicos estamos guiados por la Doctrina Social de la Iglesia que nos llama a defender la dignidad de todas las personas, a solidarizarnos con los marginados y a cuidar de nuestra casa común", expresó.

"CRS lucha por la ayuda internacional humanitaria que ayuda a muchas personas a prosperar en sus propios países para que la migración no sea la única opción", afirmó. "Nosotros amplificamos las voces de los más afectados por el cambio climático, especialmente en las naciones que menos contribuyen a la degradación ambiental, pero son los que más sufren.

El asesor explicó que cada esfuerzo e iniciativa de CRS apunta a impulsar políticas que protejan a las familias y creen cambios sostenibles. "La promoción, la defensa significa asumir nuestra responsabilidad", dijo. "Ser un advocate es ser responsable, no solo de los problemas locales de los que nos interesan a nosotros, sino también de los desafíos globales que afectan a todas nuestras hermanas y hermanos en todo el mundo".

Este experto aseguró que la abogacía marca la diferencia en un esfuerzo por generar cambios sistémicos. "No solo se trata de caridad, se trata de cambiar las estructuras que crean las injusticias", sostuvo Becerra quien agregó que las nuevas generaciones están buscando oportunidades de poner su fe en acción y que la abogacía podría ser una alternativa. "Así es como se ve la abogacía para los católicos. Es fe en acción guiados por los principios de justicia y solidaridad".

En este sentido Becerra extendió una invitación para involucrarnos cívicamente más allá del hecho de votar, estableciendo una relación con los legisladores locales, participando en las reuniones locales, estando informados sobre los temas que se están siendo discutidos legislativamente.

"Trabajando juntos, asociándonos con organizaciones que están comprometidas con los cambios sistémicos", afirmó.

"Como hispanos tenemos una larga tradición de resiliencia, fortaleza y cuando nos unimos realmente podemos marcar la diferencia", concluyó Becerra, animando a los participantes a involucrarse para lograr un cambio "ya sea abogando por la reforma migratoria, por la protección de los no nacidos, protegiendo nuestro medio ambiente o presionando para la ayuda internacional humanitaria. Recuerda que tu voz importa".

El evento del 25 de septiembre, que contó también con la participación y apoyo del Instituto Fe y Vida, comparte la misión de la Campaña "Cada 30 Segundos" liderada por la NCCHM y otras organizaciones. "Según Pew Research Center cada 30 segundos un joven hispano/latino en los Estados Unidos cumple 18 años" y la gran mayoría ellos son ciudadanos de los Estados Unidos, dijo Román. Basados en estadísticas de hace unos años, este hecho y lo que conlleva -- que una gran cantidad de las personas elegibles para votar en las elecciones – se repite habitualmente en diferentes reportes.

Román explicó que la iniciativa "Cada 30 Segundos" busca formar ciudadanos fieles que se involucren activamente "en asuntos públicos como lo es la inmigración", al cual calificó como "el tema de mayor importancia en estas elecciones en este país".

Y añadió que "como católicos, no somos ciudadanos de un país, también somos ciudadanos de fe, llamados a ser una voz para los marginados, a involucrarnos en la justicia social y a votar con una conciencia bien formada".

En su intervención Dylan Corbett, fundador y director ejecutivo de HOPE Institute, una organización humanitaria con sede en El Paso, Texas, habló de las realidades que se viven en la frontera sur de los Estados Unidos y de cómo las comunidades del lado mexicano como del lado estadounidense están interconectadas y dependen los unos de los otros.

"La crisis no es la llegada de personas, la crisis no es la llegada de familias. Más bien hay una crisis de leyes, leyes que no sirven. Hay una crisis de políticas, políticas que no sirven el bien común", dijo.

También aseguró que "hay una crisis de actitudes" que impide que las personas que necesitan migrar lo puedan hacer. "Es una crisis de imaginación que nos impide arreglar el sistema, un sistema migratorio que está muy, muy quebrado", aseguró Corbett. "La crisis es una crisis de pobreza que impone a la gente migrante, una crisis de violación, de explotación de la tierra que también obliga a la gente a emigrar. Entonces aquí en la frontera para nosotros la única crisis que existe es una crisis moral".

Este defensor habló sobre los cientos de miles de inmigrantes que cada año se hacen ciudadanos y de cómo esto contrasta con los 11 millones de indocumentados que viven en las sombras y que a pesar de su situación irregular contribuyen y fortalecen a esta nación desde la economía, la cultura, los aportes sociales y la renovación de las iglesias y la fe.

"En mi trabajo yo he visto que la mayoría de las personas que cruzan las fronteras no lo quieren hacer (…) pero cuando uno no tiene oportunidades económicas, cuando uno por violencia, porque el Estado no ofrece seguridad o porque está huyendo de un conflicto, necesita salir de su país de origen, entonces sí tiene ese derecho de emigrar", sostuvo Corbett.

"Estados también, en la medida que puedan hacerlo, tienen que aceptar a las personas que emigran, tienen que gestionar las fronteras a favor de los derechos de las personas que necesitan emigrar", subrayó Corbett, quien destacó que "hoy también el tema migratorio es un tema muy politizado".

Finalmente, él animó a conocer y ser multiplicadores de la campaña que adelanta la USCCB y que promueve la reforma migratoria. Esta iniciativa es "Justicia para los Inmigrantes" y se puede consultar en www.justiceforimmigrants.org.

"Les animo a involucrarse desde sus parroquias, desde sus comunidades, de mostrar la solidaridad de Cristo, la solidaridad de nuestra Iglesia con las personas que migran, trabajando también para transformar nuestra sociedad para que sea una sociedad que cada vez muestra una acogida para las personas vulnerables que necesitan migrar", concluyó Corbett.

Por su parte, Juan Escarfuller, director del Instituto Fe y Vida, dio cierre a este seminario con los testimonios de Aldo Delgado y Dana Valbuena, dos jóvenes adolescentes que compartieron su experiencia al migrar de México y Colombia respectivamente.

El testimonio de Aldo ilustró el miedo, la incertidumbre y la desesperanza que un niño de 13 años tuvo que padecer antes de reencontrarse con su madre que vivía en los Estados Unidos y a la que no había visto durante dos años. "Yo no era creyente y es algo que digo que la verdad desde esas experiencias que tuve, todo eso que viví, me ayudó mucho a creer en Dios", dijo Aldo, quien, después de dos intentos por cruzar la frontera, vive con su mamá y es un líder pastoral del Instituto Fe y Vida.

Así mismo, Dana compartió las dificultades que experimentó para adaptarse a un nuevo país y de cómo haber vivido lo que vivió la ayuda a ponerse en los zapatos de los demás y entender el dolor del que migra para acoger a aquellos que recién han llegado como alguna vez lo hicieron ella y su familia.



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