La presencia de Dios en la humanidad es la fuente de nuestra esperanza y ese es el legado del papa Francisco, precisó el cardenal Christophe Pierre, nuncio apostólico en Estados Unidos, en la misa celebrada, en la Basílica Nacional de la Inmaculada Concepción, en memoria del papa Francisco, quien falleció en su residencia en la Casa Santa Marta del Vaticano, el 21 de abril de 2025.
El papa Francisco eligió tener un Jubileo de la Esperanza porque vivimos en un mundo que está tan enamorado de sí mismo, de su ideología, que ha perdido el sentido de la esperanza, explico el nuncio apostólico.
El cardenal Pierre fue el celebrante principal de la misa celebrada en la Cripta de la basílica y entre los concelebrantes estuvieron el cardenal Robert McElroy, arzobispo de Washington; los cardenales y arzobispos eméritos de Washington, Wilton Gregory y Donald Wuerl; los obispos auxiliares Roy Campbell y Juan Espósito.
Al inicio de su homilía el nuncio dijo que el papa Francisco, quien se estaba muriendo y casi incapaz de hablar, nos dijo con una hermosa reverencia durante la celebración de la Pascua en la Plaza de San Pedro que Cristo ha resucitado.

Por casi media hora, lo pasearon en su coche papal por toda la Plaza de San Pedro para saludar a la gente por última vez, dando nuevamente su bendición final de una manera muy delicada y cuando termino se despidió. “Un momento hermoso y esencial”, anotó.
El papa Francisco, durante 12 años, nos dijo que la Iglesia es un hospital de campaña: “Vengo de la batalla y todavía estamos allí” -dijo retrospectivamente-. Y en todos los libros que escribió, nos dijo que la batalla continúa, la Iglesia como un hospital de campaña continúa.
La gente está en la batalla porque está en camino al Reino de Dios, eso es lo que nos dijo el papa Francisco, indicó el nuncio.
En la homilía que le fue preparada -y que no pudo leerla y pidió que la leyera uno de sus cardenales- el primer párrafo trata del Evangelio -puntualizó-. Francisco habló del Evangelio y de Jesús durante doce años.
Desde el Concilio Vaticano II (1963-1965), los obispos de América del Sur tuvieron cinco reuniones en Río de Janeiro (Brasil), Medellín (Colombia), Puebla (México), Santo Domingo y Aparecida (Brasil).
Esos encuentros reunieron a los obispos para reflexionar sobre la situación del mundo de hoy y examinar cómo los pastores anunciarían las buenas nuevas de Jesús en el contexto de hoy. Ese fue el propósito de las cinco reuniones en América del Sur, la última en Aparecida.
Esos encuentros han sido una real experiencia sinodal -indicó el cardenal Pierre-. Sinodalidad es caminar juntos y esa es la iglesia. Si la Iglesia no está trabajando unida, no es la Iglesia.
Por cinco veces, desde el Vaticano II, la Iglesia a través de los pastores, los que guían, los que enseñan, los que tratan de entender, invocaron al Espíritu y trataron de interpretar los signos de los tiempos. De eso se trata la sinodalidad, acotó.
Nosotros -los pastores- miramos la realidad tal como es; y es una realidad difícil que lo experimentamos todos, en las familias, en la política, en las escuelas, en la Iglesia -agregó-. En Aparecida, Brasil, los pastores se escucharon, unos a otros, y discernieron para tratar de responder a esos retos.
“Uno de los obispos presente en Aparecida, ahora cardenal en México, me dijo entonces -mientras estudiábamos a todos los obispos juntos- que había un tal Bergoglio que iba diciéndonos: ‘Tu dijiste esto, pero cómo podrías explicar eso a un grupo de niños, cómo podrías explicar ahora la buena nueva a los políticos.’”
Nosotros tenemos que guiar y en esa tarea nos ayudó Bergoglio, en Aparecida, y, seis años después, él fue elegido Papa -recordó maravillado-. El primer documento del nuevo papa Francisco que dio a la Iglesia lleva precisamente el nombre de “La alegría del Evangelio” (Evangelii Gaudium), al leerlo uno se da cuenta de inmediato que es un documento de Aparecida.
“La Iglesia no es sólo un asunto sólo humano, la iglesia es guiada también por la providencia de Dios, por el Espíritu. El documento del papa Francisco y todos los demás documentos son el fruto del enfoque sinodal de la Iglesia Católica en América del Sur. Francisco ha dado eso a toda la iglesia universal, a nosotros y depende de nosotros recibirlo.”
Como nuncio y representante del Papa he estado repitiendo sus palabras ad nauseam, y durante 12 años no he visto ningún cambio en él -señaló-. Si ustedes tienen hijos, saben lo que es repetir las mismas cosas, educarlos paso a paso, cada día es diferente, pero al final todo es coherente.
Y eso es lo que hemos recibido del papa Francisco de que Cristo está vivo. Francisco quería que la Iglesia fuera la Iglesia, subrayó.
El primer documento de Francisco -sobre el Evangelio- habla de los principios que anima su pensamiento; y, uno de esos principios es que la realidad es más importante que la idea -explicó el nuncio-. El peligro que tenemos en el mundo, en política, en educación e incluso en la iglesia es transformar la realidad en ideas, hacemos una abstracción de la realidad y, al final, nos olvidamos de la realidad.
“Estas tan enamorado de tus ideas que terminas adorando tus ideas y te conviertes en un luchador de esas ideas y haces la guerra que, a veces, la llamamos guerra cultural o cualquier otro tipo de guerra. La gente está tan enamorada de sí misma -de su poder, de su idea- que piensan que -con ello- pueden dominar a los demás.”
Francisco dice que la realidad es diferente. Jesús, el Hijo de Dios, se rebajó a sí mismo tanto como para ser menos que nosotros mismos. Esa es la encarnación y nosotros somos testigos de la encarnación, no somos testigos de una ideología, no luchamos por ideas.
Y esa presencia de Dios en la humanidad es la fuente de nuestra esperanza. Ese es el legado del papa Francisco, por eso eligió tener un Jubileo de la Esperanza, porque vivimos en un mundo que está tan enamorado de sí mismo, de su ideología, que ha perdido el sentido de la esperanza. Gracias a Dios por el papa Francisco, concluyó el cardenal Christophe Pierre.