Catholic Standard El Pregonero
Clasificados

La Iglesia y la crisis de salud mental: un llamado a la acción desde el corazón

Una mujer en un cuadro depresivo mira por la ventana de su casa. EFE/Antonio Lacerda

"La Iglesia siempre ha estado presente junto a personas en situaciones de extrema fragilidad", afirmó la Hermana Idília Carneiro, la nueva superiora general de las Hermanas Hospitalarias. A medida que aumentan las tasas de trastornos mentales en todo el mundo, insistió en que los católicos tienen la responsabilidad de ampliar sus ministerios para abordar esta crisis.

Según la Organización Mundial de la Salud, casi mil millones de personas en todo el mundo padecen algún trastorno mental. La hermana Carneiro, especialista en trabajo social, ética y recursos humanos, señaló que la crisis mundial de salud mental está relacionada con la fragmentación de la vida comunitaria y la pérdida de valores que antes unían a las personas.

Según ella, la Iglesia está en una posición única para abordar este desafío, ya que "la salud mental está profundamente relacionada con la salud del corazón".

La hermana Carneiro habló con Catholic News Service a mediados de septiembre, aproximadamente tres meses después de asumir el liderazgo de las Hermanas Hospitalarias, una congregación compuesta por unas 1.000 hermanas que, junto a más de 11.000 colaboradores y voluntarios, asisten a casi 820.000 personas necesitadas en 25 países.

Al igual que muchas congregaciones religiosas de mujeres, las Hermanas Hospitalarias se fundaron a finales del siglo XIX con la misión de cuidar a los enfermos, dedicándose especialmente al cuidado de personas con discapacidades mentales.

En ese entonces, "muy pocas personas veían la enfermedad mental como una verdadera enfermedad", explicó. Esto llevó a su fundador, San Benito Menni, a crear una congregación que ofreciera "misericordia y compasión mediante el cuidado integral de las personas con enfermedades mentales".

Ahora, sin embargo, la hermana Carneiro destacó que la sociedad se ha vuelto más abierta a hablar sobre salud mental, especialmente desde la pandemia del COVID-19, que puso de relieve la crisis global de salud mental. Según la Organización Mundial de la Salud, las tasas de depresión y ansiedad en todo el mundo aumentaron más de un 25% durante el primer año de la pandemia.

La Iglesia, señaló, debe adaptarse a ese cambio. En Estados Unidos, las tendencias ya muestran una mayor participación de las comunidades religiosas en el cuidado de la salud mental. Según el National Congregations Study (Estudio Nacional de Congregaciones), el porcentaje de agrupaciones cristianas que brindan servicios a personas con trastornos mentales aumentó del 21,6% en 2012 al 27,1% entre 2018 y 2019.

En ese contexto, la hermana Carneiro explicó a CNS que la Iglesia "tiene un papel clave al ofrecer esperanza y abrir nuevos horizontes" para quienes enfrentan enfermedades mentales.

Si bien la sociedad en su conjunto debería abordar los problemas de salud mental, la hermana Carneiro explicó que la Iglesia tiene un "elemento distintivo, ya que está motivada por la fe, ofrece una dimensión de esperanza y reconoce que cada persona es más que su enfermedad y tiene dignidad humana".

"Cuando hay un problema de salud mental, no solo está afectada la mente, sino todo el ser y el sentido de la vida", dijo. "Para la Iglesia y para nosotros como congregación, lo más importante es ayudar a las personas vulnerables que sufren a recuperar el sentido de la vida y la esperanza".

La hermana Carneiro explicó que la crisis global de salud mental puede atribuirse en parte a "la pérdida de relaciones sólidas que nos dan sentido como personas y de los valores que nos enseñan que hay algo más allá de cada uno de nosotros".

Además de atender las necesidades individuales de los pacientes, subrayó que es necesario considerar la perspectiva global. La sociedad debe preguntarse cómo podemos reencontrarnos como personas y crear el tiempo y el espacio necesarios para establecer relaciones significativas que realmente ayuden a salir adelante".

"Si contamos con espacios de conexión y pertenencia donde nos sentimos recibidos, amados y acompañados tal como somos, eso brinda una base segura para una vida equilibrada", comentó. Sin embargo, hoy en día "es común encontrar espacios fragmentados, debido a los medios de comunicación y a la falta de relaciones profundas que den sentido de pertenencia".

Muchos de los 25 países en los que trabajan las Hermanas Hospitalarias son naciones en vías de desarrollo de América Latina, África y Asia. La hermana Carneiro explicó que estas regiones se enfrentan a grandes desafíos, como el estigma que rodea a las enfermedades mentales y la falta de inversión pública en servicios de salud mental. También mencionó que estos problemas afectan a los ministerios de las Hermanas en Europa.

"Para abordar los trastornos mentales se necesitan recursos, igual que para cualquier otra enfermedad", afirmó la hermana Carneiro.

Los miembros de la congregación reciben capacitación como enfermeros, psicólogos, terapeutas o trabajadores sociales. Muchos de los que se unen ya cuentan con formación profesional, pero la hermana Carneiro dijo que "la formación teológica es lo principal" al momento de discernir una vocación con las hermanas, para que puedan vivir plenamente "la dimensión evangelizadora de la hospitalidad".

"El primer paso de la evangelización es cuidar y acoger a cada persona reconociendo su dignidad humana", explicó. "La hospitalidad, tal como la vivimos en nuestro carisma, nos obliga a recibir a todos, independientemente de su religión o sus proyectos de vida".

Hoy en día, añadió, "evangelizar es un desafío en cuanto a su expresión, pero no en cuanto a su esencia, porque la esencia nos llega como la institución de la Iglesia," cuya misión es evangelizar a través de las relaciones.
"No evangelizamos solo con palabras, sino que dedicamos nuestras vidas al servicio y al cuidado", concluyó. "El desafío para la Iglesia es lograr esa cercanía".



Cuotas:
Print


Secciones
Buscar