La Eucaristía es el gesto más perfecto del intenso deseo de Dios de estar con nosotros bajo las formas del pan y el vino, destacó el cardenal Wilton Gregory en la misa de avivamiento eucarístico celebrada en la Basílica de la Inmaculada Concepción, el 9 de junio de 2024.
La citada misa fue el culmen de la Peregrinación Eucarística Nacional, iniciada el 8 de junio con una procesión vecinal, que tuvo como lema "Camina con Jesús: A Jesús a través de María".
En su homilía, el cardenal Gregory precisó que -en la Eucaristía- “Cristo está presente de tal manera que desafía nuestra capacidad de captar plenamente la maravilla de este don. A decir verdad, una vez más, es Dios acosándonos y nunca cesando en ese viaje de amor”.
Previamente, sentenció que el pecado destruye la armonía que Dios diseñó para nuestros primeros padres y, también, para nosotros: “El maligno, que viene a destruir la intimidad que Dios ha querido que exista entre sus criaturas y Él mismo, busca siempre causar estragos y separarnos de Dios y de los demás”.
Sin embargo, luego de la desobediencia de Adán y Eva, el Señor ya estaba planeando restaurar la amistad original entre Él y su creación -agregó-. Jesús es la reconciliación y restauración de la relación que Dios todavía quiere para todos nosotros. Y, para ese fin, hay dos sacramentos: el de la Reconciliación y el de la Eucaristía.
El sacramento de la Reconciliación es el momento espiritual en el que podemos admitir, reconocer, confesar nuestras faltas y reconciliarnos con Dios y con nuestra Iglesia -explicó-. Desafortunadamente, demasiados católicos se han alejado de frecuentar ese momento de misericordia y gracia.
El sacramento de la Eucaristía busca restaurar la relación con Dios y acercarnos a Él cuándo recibimos este don, que es el ofrecimiento de la mano de Dios para acercarnos a Él -indicó-. Allí, Jesús está presente de una manera tan magnífica que nos invita a cenar con Él, y sobre Él, ofreciéndonos no solo comida, sino vida eterna.
Sin embargo, dijo, el maligno todavía trata de engañar a demasiadas personas para que se distancien del Pan de Vida. Entre ellos: los que se niegan a creer que este don sea el Señor Viviente y que solo es una mera manifestación simbólica; y, los que sugieren que ha perdido su significado o importancia en nuestra sociedad signada por la tecnología.
Pero, en la Eucaristía -recalcó- Dios se da a nosotros tan completamente que estamos mucho mejor de lo que incluso Adán y Eva podrían haber estado antes de desobedecer a Aquel que les dio la vida. “Oh feliz culpa que has merecido tal redentor”, canta alegremente la Iglesia mientras espera la gloria pascual.
Resumió, en suma, que el relato del Génesis -que da cuenta del fracaso humano- ha sido reemplazado por el Dios que nunca se conformará con la destrucción de su amistad con el pueblo que Él ha formado para que sea suyo.
Estamos comprometidos en un proyecto nacional de viaje espiritual para fortalecer nuestra creencia de que la Eucaristía es verdaderamente el gesto más perfecto del intenso deseo de Dios de estar con nosotros bajo las formas del pan y el vino, acoto el cardenal Gregory.
De otro lado, al inicio de la misa, el cardenal Gregory felicitó y dio la bienvenida a los feligreses de la Diócesis de Arlington que -el día anterior- cumplió 50 años de su fundación, con una celebración diocesana del Jubileo de Oro en el recinto ferial del condado de Warren en Front Royal, Virginia.
El hambre de vida verdadera
El papa Francisco, asimismo, recordó la solemnidad del Corpus Christi, que en el Vaticano y también en otros países se celebró el 30 de mayo, a través de su cuenta @Pontifex en nueve idiomas y con millones de seguidores en las redes sociales X. Para Francisco, la Eucaristía es la respuesta de Dios al hambre más profunda del corazón humano, al hambre de vida verdadera: “En ella Cristo mismo está realmente en medio de nosotros para nutrirnos, consolarnos y sostenernos en el camino”.
Exaltó, además, el valor infinito de la Eucaristía como comunicación directa entre Dios y el hombre, vinculándolo al concepto del hambre: “La Eucaristía nos levanta de nuestro cómodo sedentarismo y nos recuerda que no somos solamente bocas que alimentar, sino también sus manos para alimentar a nuestro prójimo”.
Es urgente -conminó- que ahora nos hagamos cargo de los que tienen hambre de comida y de dignidad, de los que no tienen trabajo y luchan por salir adelante. Y hacerlo de manera concreta, como concreto es el pan que Jesús nos da. Hace falta una cercanía verdadera, hacen falta auténticas cadenas de solidaridad. Jesús en la Eucaristía se hace cercano a nosotros, ¡no dejemos solos a quienes están cerca nuestro!
