La siguiente declaración se emitió en respuesta a la acción tomada por la Administración Trump para rescindir la guía relacionada con las "áreas protegidas" en la aplicación de la ley de inmigración.
"Catholic Health Care, las agencias de Caridades Católicas y los otros ministerios de servicio social de la Iglesia que trabajan diariamente para alimentar, alojar, sanar, educar y satisfacer las necesidades de las personas en las comunidades de toda nuestra nación, junto con la responsabilidad de la Iglesia de proclamar el Evangelio y celebrar los sacramentos, mantenemos la creencia de que todas las personas son concebidas con dignidad inherente, reflejando la imagen de Dios. A través de nuestras parroquias, refugios, hospitales, escuelas y otras instituciones de la Iglesia, reconocemos que esta dignidad no depende de la ciudadanía o el estado migratorio de una persona. Además, los servicios caritativos que brindamos son fundamentales para quienes somos como cristianos. ‘Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad asistencial que podría dejarse igualmente a los demás, sino que forma parte de su naturaleza, expresión indispensable de su propio ser’ (Deus caritas est, 25).
Reconocemos la necesidad de una aplicación justa de la ley de inmigración y afirmamos la obligación del Gobierno de llevarla a cabo de manera específica, proporcional y humana. Sin embargo, la aplicación de la ley de inmigración que no sea de emergencia en escuelas, lugares de culto, agencias de servicios sociales, centros de atención médica u otros entornos sensibles donde las personas reciben servicios esenciales sería contraria al bien común. Con la mera rescisión de la guía de áreas protegidas, ya estamos siendo testigos de la reticencia entre los inmigrantes a participar en la vida diaria, incluido el envío de niños a la escuela y la asistencia a servicios religiosos. Todas las personas tienen el derecho de cumplir con su deber para con Dios sin temor. Convertir los lugares de cuidado, sanación y consuelo en lugares de miedo e incertidumbre para los necesitados, al tiempo que se pone en peligro la confianza entre los sacerdotes, proveedores, educadores y las personas a las que sirven, no hará que nuestras comunidades sean más seguras.
Nuestras organizaciones están listas para trabajar en un mejor camino a seguir que proteja la dignidad de todos aquellos a quienes servimos, defienda el deber sagrado de nuestros proveedores y garantice que nuestras fronteras y nuestro sistema de inmigración se gobiernen con misericordia y justicia".
* Esta declaración fue ofrecida por el obispo Mark J. Seitz, presidente del Comité de Migración de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos; la hermana Mary Haddad, RSM, presidenta y directora ejecutiva de la Asociación Católica de Salud de Estados Unidos; y Kerry Alys Robinson, presidenta y directora ejecutiva de Caridades Católicas de EEUU.