La historia del inmigrante salvadoreño Otoniel Ramírez (51), paciente de diabetes tipo 2, es una de tantas que se conocen en los barrios hispanos de Gaithersburg (Maryland). En el 2016 llegó de forma ilegal e inmediatamente consiguió trabajo cortando césped, limitando el consumo de INS (insulina inyectable) y las tabletas de metformina por falta de seguro y dinero. Su descuido hoy lo ha convertido en un paciente desempleado, sometido a diálisis dos veces por semana y es casi seguro que necesitará un trasplante de riñón. 

Otoniel admite que en el Hospital Nacional Rosales de San Salvador los médicos le diagnosticaron un cuadro de diabetes severa, pero por falta de dinero no pudo seguir con el tratamiento sugerido y decidió venir a Estados Unidos para trabajar, enviar dinero a su familia y buscar la atención clínica requerida. La falta de seguro médico imposibilitó detener el avance silencioso de la enfermedad.  

“Me arrepiento de no haber cuidado mi salud como me dijeron los doctores. La diabetes es mi ‘verdugo’ y me siento mal por no poder trabajar de manera normal, tampoco ayudar a mi familia en El Salvador. Ahora pido ayuda a mis familiares para pagar los gastos de medicina, para que me lleven a diálisis o llamen al condado de Montgomery para solicitar ayuda social. En lugar de ayudar, soy una carga’, dijo Ramírez.

El inmigrante salvadoreño admitió sentir vergüenza e impotencia por lo que le pasa. “Desde que llegue a Gaithersburg me dedique a trabajar. Presente mi solicitud al programa de salud, pero por falta de documentos abandone el trámite y ahora todo se hace difícil porque necesito medicación de inmunosupresores y corticoides disminuir el proceso de deterioro del riñón”.

Debido al estado de salud de Otoniel Ramírez, su esposa e hijos trabajan en lo que pueden para subsistir en El Salvador, pero tienen la esperanza que pronto recupere la salud con los tratamientos avanzados o se someta a un trasplante de riñón.

“Cuando voy a mi consulta en el Adventist HealthCare Shady Grove Medical Center me encuentro con una ‘mara’ de diabéticos indocumentados como yo. Todos sabemos que por irresponsables o falta de seguro médico somos víctimas de esta enfermedad que se comporta como un ‘verdugo’. Algunos domingos me llevan a la misa de la parroquia San Martin de Tours y le pido a Dios que me conceda el milagro del trasplante”, expresó Ramírez.     

Importante advertencia

La Asociación Americana de Diabetes advierte que los hispanos tienen 50 por ciento más probabilidades de desarrollar diabetes en comparación de los blancos no hispanos. Indica que, a lo largo de su vida, los adultos estadounidenses tienen un 40 por ciento de probabilidades de desarrollar diabetes tipo 2. Sin embargo, en los latinos la probabilidad es mayor al 50 por ciento. 

También indica que las complicaciones derivadas de la diabetes tienen un impacto muy severo en la comunidad hispana, que tiene las tasas más altas de insuficiencia renal, así como pérdida de la visión relacionada con la enfermedad.

Los síntomas de la diabetes son sed frecuente, aumento en las ganas de orinar, más apetito, fatiga, visión borrosa, entumecimiento u hormigueo en las manos o los pies, heridas o úlceras que no cicatrizan y pérdida de peso sin razón aparente, entre otras.

Datos del CDC

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en la actualidad se estima que 37.3 millones de personas tienen diabetes en Estados Unidos, mientras que 96 millones han sido diagnosticado con prediabetes. La enfermedad provoca $327 mil millones en gastos médicos, perdidas de trabajo y salarios de las personas con diabetes diagnosticada. El riesgo de muerte temprana de los adultos con diabetes es 60 por ciento más alto que el de los adultos sin diabetes.

Se estima que más de 20 millones de hispanos ya sufren las consecuencias de esta mortal enfermedad. El costo de cada ampolleta de insulina es superior a los 90 dólares, pero el Gobierno esta tratando que las industrias farmacéuticas reduzcan su precio a 35 dólares.