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La alegría de comenzar algo nuevo

Un hombre reacciona mientras está acostado sobre confeti después de la caída de la bola en Times Square durante las celebraciones de Año Nuevo en la ciudad de Nueva York, el 1 de enero de 2025. Foto/OSV News/Adam Gray, Reuters

Todos anhelamos concluir exitosamente aquello que emprendemos. A veces, se trata de logros significativos como una graduación o la jubilación. En otras ocasiones, son tareas más cotidianas, como hacer las compras del supermercado o pagar las facturas.

De cualquier forma, completar algo nos brinda satisfacción, una sensación de logro e incluso de alivio. Es por eso que solemos celebrarlo.

Al cerrar un año e iniciar otro, los invito a reflexionar más sobre la alegría que implica comenzar algo nuevo. Siempre he disfrutado la energía, la emoción y las posibilidades que vienen con los nuevos comienzos. Pensar en proyectos futuros o en las resoluciones de año nuevo me llena de un renovado sentido de propósito y me inspira a buscar formas de marcar la diferencia.

Recuerdo varios proyectos en los que participé desde su inicio: la Fundación Shepherd, que apoya a quienes no pueden costear la matrícula en escuelas católicas; Potomac Community Resources, que fomenta la inclusión de personas con discapacidades intelectuales y del desarrollo; y Mercy Health Clinic, que brinda atención médica a personas de bajos ingresos y sin seguro.

En Catholic Charities, comenzamos el programa Cup of Joe, que ofrece desayunos a personas sin hogar. También lanzamos la Red de Nuevos Vecinos, diseñada para apoyar a quienes llegan a nuestro país, en su proceso de integración.

Todos estos proyectos comenzaron pequeños, algunos sin una agenda clara o sin expectativas definidas. Sin embargo, cada inicio estuvo cargado de emoción y motivación. Me llena de alegría saber que estos esfuerzos crecieron hasta convertirse en programas muy exitosos que impactaron positivamente la vida de muchas personas. Nada de esto habría sido posible si no hubiéramos dado esos primeros pasos.

Pienso en la felicidad de las parejas que se casan e inician una nueva vida juntos. También en el gozo incomparable que sienten los padres y abuelos al recibir a un nuevo miembro en la familia.

La Iglesia, en su sabiduría, nos invita a reflexionar en momentos específicos del año sobre dónde estamos y cómo podemos mejorar. Recientemente, celebramos el Adviento, que marca el inicio del año litúrgico y es un tiempo de preparación para la venida del Señor. Dentro de unos meses, tendremos la Cuaresma, una oportunidad para profundizar en la oración, el ayuno y la caridad, mientras nos preparamos para celebrar la Resurrección de Jesús y el don de la vida eterna.

Todos estos son comienzos que nos inspiran a hacer más por los demás e incluso por nosotros mismos. Son oportunidades para buscar la voluntad de Dios, iniciar proyectos valiosos y comprometernos a mejorar nuestra vida y el mundo que nos rodea.

El inicio de un nuevo año es quizá el comienzo más natural que existe. Supongo que, por eso, las resoluciones son tan populares. Yo también tengo ilusión en un nuevo comienzo y los objetivos que me propondré.

Reconozco que no siempre tengo éxito. A veces, no cumplo con mis resoluciones, pero eso está bien. Aun así, considero importante reflexionar sobre lo que puedo mejorar, establecer metas y esforzarme por lograrlas. El proceso en sí mismo me llena de energía, de entusiasmo y de un renovado sentido de propósito.

Ahora que empezamos un Año Nuevo, los animo a pensar en lo que es importante para ustedes y lo que desean lograr. Para mí, se trata de ser la persona que Dios quiere que sea, encontrar mi lugar en el reino de Dios y dedicar más tiempo a la oración. También pienso en cómo puedo crecer como persona, fortalecer mi relación con el Señor y marcar una diferencia en la vida de los demás.

“El comienzo es la parte más importante del trabajo”, dijo Platón, unos 375 años antes del nacimiento de Jesús. Después de todo, no podemos terminar lo que no hemos comenzado. Dediquemos tiempo a orar, pidiendo a Dios que nos guíe en lo que podemos comenzar en 2025.

Les deseo un feliz año nuevo lleno de salud, alegría y la paz de Dios. Que puedan acercarse cada vez más a Él, que sus acciones y palabras reflejen claramente su presencia, y que quienes los rodean sientan el amor y la guía de Dios a través de ustedes.



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