Catholic Standard El Pregonero
Clasificados

Jubileo, llamamientos del Papa para actos de clemencia para los encarcelados

Presos en la cárcel. Foto/EFE/archivo

El Jubileo es ocasión para obtener la indulgencia que, como dice el Código de Derecho Canónico, consiste en la «remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, cuya culpa ya ha sido perdonada, que el fiel, debidamente dispuesto y bajo ciertas condiciones, recibe por intervención de la Iglesia». El término indulgencia tiene la misma raíz que otra palabra relacionada con el Año Santo. Se trata del término indulto, del latín indultum, que indica una concesión o privilegio concedido, por gracia o benevolencia, por una autoridad superior. En derecho penal, este término define una medida de clemencia que conlleva la extinción de la pena impuesta al condenado. La indulgencia y el indulto liberan al hombre de las cadenas, de las consecuencias del pecado o de la culpa, para concederle un nuevo comienzo, una oportunidad de redención y una vida nueva.

El doble aspecto de la gracia

El espectro semántico del término perdón se conecta luego con otras palabras relacionadas con la virtud “jubilar” del perdón, como gracia, clemencia y amnistía. Cada una de estas medidas tiene su aplicación específica. Desde el punto de vista jurídico, la amnistía y el indulto difieren en un aspecto sustancial. Mientras que la amnistía extingue el delito, el indulto cancela la pena. Con la amnistía, el Estado renuncia pues a la aplicación de la pena, mientras que con el indulto se limita a perdonar, total o parcialmente, la pena infligida, sin anular no obstante el delito. Hay otra palabra que merece especial atención. Se trata de la gracia, que encaja en un marco que puede leerse en dos niveles. Es el acto del jefe de Estado hacia una sola persona condenada, con el cual se le perdona total o parcialmente la pena impuesta o se le conmuta por otro tipo de pena establecida por la ley. En la perspectiva cristiana la palabra gracia tiene una relevancia primordial. En el Catecismo de la Iglesia Católica es “el favor, la ayuda gratuita que Dios nos da para que respondamos a su invitación: a ser hijos de Dios, hijos adoptivos, partícipes de la naturaleza divina, de la vida eterna”.

La atención de la Iglesia a los encarcelados

La atención de la Iglesia a nuestros hermanos encarcelados se expresa en obras de misericordia en respuesta al antiguo precepto: "Visitar a los encarcelados". En el Evangelio Jesús se identifica con el prisionero: “Estuve en la cárcel y me visitaste”. En el contexto del Año Jubilar, esta atención constante se traduce también en un fuerte llamamiento por parte de los Pontífices. Al detenernos en el magisterio de los Papas en la historia reciente de la Iglesia, hay que mencionar ante todo la bula "Spes non confundit". El papa Francisco pide a los gobiernos que concedan a los presos, durante este Jubileo de la Esperanza, el perdón de las penas. “Pienso en los presos que, privados de su libertad, experimentan cada día, además de la dureza del confinamiento, el vacío emocional, las restricciones impuestas y, en muchos casos, la falta de respeto. Propongo a los gobiernos que en el Año Jubilar tomen iniciativas que devuelvan la esperanza”.

El respiro de la esperanza

Dios siempre nos puede perdonar. En las páginas del Evangelio aparece de modo particular la figura del buen ladrón que se arrepiente de sus pecados en la cruz. Es el único santo canonizado directamente por Jesús. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”, le dijo precisamente Cristo en la Cruz. Invocando para los hombres y, sobre todo, para los privados de libertad, el respiro de la esperanza, el Papa Francisco recuerda que la petición de actos de clemencia «es una llamada antigua, que viene de la Palabra de Dios». Sus predecesores, especialmente con ocasión del Año Santo, también pidieron formas de remisión de las penas para los presos.

Pío XII y el Jubileo de 1950

El año 1950, como subrayó el papa Pío XII en su mensaje radiofónico con ocasión de la Navidad de 1949, fue “el año del gran perdón”. El Pontífice se dirige a las generaciones afectadas por la tragedia de la guerra. “Los rostros tristes de los huérfanos, de las viudas, de las madres que esperan un retorno que quizá no llegará nunca, de los perseguidos por la justicia y la religión, de los prisioneros, de los refugiados, de los pobres, pasan ante nuestros ojos como en una revista lúgubre; exiliados forzados, prisioneros; de los desempleados, de los oprimidos, de los que sufren en el espíritu y en la carne, de las víctimas de toda injusticia”. La esperanza del Papa es que todo el pasado sea enterrado "con sincero arrepentimiento". «Quien quiera ser cristiano sincero – afirma el Papa Pacelli – debe saber perdonar».

Indulto y amnistía durante el período jubilar de 1950

La Segunda Guerra Mundial infligió heridas profundas en el tejido social de varios países. En varios estados, después de ese conflicto, se adoptaron medidas de clemencia. En Italia, por ejemplo, poco antes de la apertura del Año Santo de 1950, se concedieron la amnistía y el indulto. Las penas de prisión inferiores a cinco años impuestas o por imponer han sido condonadas por dos años. En 1953, siempre en Italia, se concedió una amnistía para cualquier delito, no militar o financiero, para el cual se establecía una pena de prisión no superior a cuatro años. Además, se concedió el indulto por delitos políticos y relacionados con la guerra, cometidos por quienes formaban parte de grupos armados.

En 1975 Pablo VI invoca actos de clemencia

El Año Santo de 1975 está dedicado a la reconciliación. En la bula de indicción "Apostolorum Limina" el papa Pablo VI pide que, según la tradición de los jubileos pasados, “las autoridades competentes de los diversos países consideren la posibilidad de conceder, siguiendo las sugerencias de su sabiduría, un indulto inspirado en la clemencia y equidad, especialmente en favor de los presos que hayan dado prueba suficiente de rehabilitación moral y civil, o que sean víctimas de situaciones de desorden político y social demasiado graves para que puedan ser considerados plenamente responsables de ellas". El Papa Montini también expresó su gratitud "a todos aquellos que trabajarán para que este mensaje de caridad, sociabilidad y libertad que la Iglesia dirige a todos, con la viva esperanza de ser comprendido y escuchado, sea acogido y traducido en realidad de un orden político y social”.

1983, el perdón del Papa a Ali Agca

Algunos años después del llamamiento de Pablo VI, la Iglesia vive un nuevo Jubileo. El Año Santo de la Redención se inicia en 1983, coincidiendo con el 1950 aniversario de la muerte y resurrección de Jesús. Este Año Santo es también el contexto de un encuentro particular: el que se produjo entre un Pontífice y la persona que intentó matarlo. El papa Juan Pablo II recuerda este acontecimiento en un discurso del 27 de diciembre de 1983 a los detenidos de la cárcel romana de Rebibbia: "Pude encontrarme también con la persona, que todos ustedes conocen, de nombre Ali Agca que, en el año 1981, el 13 de mayo atentó contra mi vida, pero la Providencia llevó las cosas a su manera, diría excepcional, diría incluso maravillosa. Hoy, después de más de dos años, pude reencontrarme con mi agresor y también pude reiterarle mi perdón, que concedí inmediatamente después del ataque y luego también declaré públicamente, cuando me fue posible, desde el hospital. “Creo que el encuentro de hoy, en el contexto, en el marco del Año de la Redención, es providencial”. “Todos los acontecimientos de nuestra vida – explicó en aquella ocasión el papa Juan Pablo II – deben confirmar esa fraternidad que nace del hecho de que Dios es nuestro Padre y de que todos nosotros somos sus hijos en Jesucristo”.

En el año 2000 Juan Pablo II pide reducciones de penas

El gran Jubileo que inaugura el tercer milenio se inscribe en la tradición de los años jubilares que lo han precedido. En su mensaje para el Jubileo de las Prisiones, el papa Juan Pablo II subraya que "aquellos Estados y gobiernos que están en proceso o tienen intención de emprender revisiones de su sistema penitenciario, para adaptarlo mejor a las necesidades de la persona humana" merecen ser alentado. El Papa Wojtyla se dirige a los líderes de los Estados para invocar un signo de clemencia en favor de todos los presos: "una reducción, incluso modesta, de la pena constituiría para los presos un claro signo de sensibilidad hacia su condición, que no dejaría de suscitar en sus almas ecos favorables, alentándolos en el compromiso del arrepentimiento por el mal realizado e instándolos a su arrepentimiento personal”.

El indulto en 2006 en Italia

La petición de reducción de la pena, lanzada por el Papa Juan Pablo II durante el Jubileo de 2000 y reiterada en 2002 a senadores y diputados durante su visita al Parlamento italiano, encontró una respuesta concreta por parte de los políticos algunos años después. El 29 de julio de 2006, de hecho, se aprobó en Italia, con una amplia mayoría multipartidista, la ley que introduce el indulto por los delitos cometidos hasta el 2 de mayo de ese año, para penas no superiores a tres años de prisión y con una reducción máxima de 10.000 euros por aquellos pecuniarios. Los delitos que han provocado mayor alarma social, como las asociaciones subversivas, el secuestro y los actos de terrorismo, han quedado excluidos de esta medida, que ha supuesto la liberación anticipada de casi 25 mil personas.

Francisco en 2015: Que venga la misericordia del Padre

El Jubileo Extraordinario de la Misericordia comienza en 2015. En la carta de concesión de la indulgencia con ocasión de ese Año Santo, el pensamiento del papa Francisco se dirige también a los presos, «que experimentan la limitación de su libertad». «El Jubileo – escribe el Papa – ha sido siempre ocasión de una gran amnistía, destinada a involucrar a tantas personas que, aun siendo merecedoras de un castigo, han tomado conciencia de la injusticia cometida y desean sinceramente reintegrarse en la sociedad, dando su aporte honesto». “A todos ellos que les llegue la misericordia del Padre, que quiere estar cerca de quienes más necesitan su perdón”. El 6 de noviembre de 2016, un gran número de presos provenientes de varias partes de Italia y de otros países estuvieron presentes en la Basílica de San Pedro para vivir su Jubileo con el papa Francisco: "la privación de libertad – subrayó el Pontífice en su homilía – es la forma más severa de castigo que se aplica, porque toca a la persona en su núcleo más íntimo. Sin embargo, la esperanza no puede disminuir".

En 2016, medidas de amnistía e indulto

En 2016, las autoridades cubanas decidieron conceder la amnistía a 787 presos, entre ellos mujeres, menores y enfermos, en respuesta al llamamiento del Papa lanzado con motivo del Año Santo de la Misericordia. Quedan excluidos de esta disposición – según recordó el diario Granma – las personas condenadas por "asesinato, corrupción de menores, violación y tráfico de drogas". El llamamiento de Francisco en favor de los presos, en el marco del Jubileo de la Misericordia, también fue acogido en Paraguay. De hecho, 22 presos de la “Casa del Buen Pastor” fueron indultados. También en 2016, el presidente de Mozambique, Filipe Nyusi – como recuerda también “Mondo e Missione”, la revista mensual del Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras – anunció el indulto de mil presos condenados por delitos comunes.

Abrir las puertas

También con ocasión del Año Santo 2025, el papa Francisco, en la bula de convocación, pide expresamente «formas de amnistía o de remisión de penas destinadas a ayudar a las personas a recuperar la confianza en sí mismas y en la sociedad; itinerarios de reintegración comunitaria que correspondan a un compromiso concreto con el cumplimiento de las leyes». Por primera vez un Papa abre una Puerta Santa dentro de un Centro Penitenciario. En su homilía del pasado 26 de diciembre en la cárcel de Rebibbia, el Papa pronunció estas palabras: “Quise abrir la Puerta de par en par, hoy, aquí. El primero lo abrí en San Pedro, el segundo es suyo. Es un bello gesto el de abrir, el de abrir: abrir las puertas. Pero lo más importante es lo que significa: es abrir el corazón. Corazones abiertos. Y esto es lo que significa la fraternidad”.

Clemencia de Cuba y Estados Unidos

La gracia del Jubileo es abrir puertas, abrir corazones a la esperanza. En este Año Santo, que acaba de comenzar, ya se registran actos de clemencia. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba publicó un comunicado anunciando la decisión de liberar a 553 personas "condenadas por diversos delitos". La medida se tomó como parte de la mediación con la Iglesia Católica. La noticia llegó apenas horas después de que la administración estadounidense anunciara que eliminaría a Cuba de la lista de estados patrocinadores del terrorismo. Otro gesto de clemencia viene de Estados Unidos. En diciembre pasado, el presidente Joe Biden anunció que los reclusos condenados a pena capital en prisiones federales verán reducidas sus sentencias de ejecución a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. El Papa Francisco, que mantuvo una conversación telefónica con el presidente estadounidense, lanzó un llamamiento a rezar por los presos condenados a muerte en Estados Unidos.

Testigos del perdón

Hay momentos en que la esperanza logra abrirse camino en el corazón del hombre. Durante los Juegos Olímpicos, por ejemplo, resonó el llamamiento de los Papas a una tregua olímpica, siguiendo el ejemplo de lo que ocurrió en la antigüedad. Una tradición que se ha convertido en un llamado constante a lo largo de la historia para silenciar las armas en todas las regiones del planeta durante los Juegos Olímpicos. La petición de los Papas de remisión de las penas durante el Jubileo es también una semilla de esperanza para el mundo. No son numerosos, pero no faltan, como también lo atestigua la historia, respuestas concretas de los políticos a las peticiones de clemencia. Al fin y al cabo, al detenernos en los términos indulgencia y perdón, se trata de dar confianza al hombre que ha tropezado en el camino de la vida. Corresponde entonces a la persona vivir el tiempo de gracia y ser testigo del poder del perdón.



Cuotas:
Print


Secciones
Buscar