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Huertos comunitarios y cuidado del planeta

Los huertos comunitarios son lugares excelentes para conocer a otras personas y cuidar del planeta. Foto/MV

En los últimos años los huertos comunitarios han contribuido a la creación de vínculos entre los pequeños espacios baldíos de la ciudad y sus residentes. Los adultos mayores y los niños son los más entusiastas al momento de cultivar frutas, verduras, sembrar flores y convertir los espacios verdes en “oasis” para las aves.

Por ejemplo, en los jardines aledaños al estacionamiento de la parroquia San Miguel Arcángel en Silver Spring (Maryland), así como en un terreno frente al edificio de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos en el Distrito de Columbia, las manos laboriosas de los vecinos han aprovechado la tierra fértil para obtener diversos frutos que siempre regala la madre naturaleza.

Algo similar también se puede observar en las cercanías del hospital MedStar de Washington, en el barrio de Mt. Pleasant, en un terreno cercano a la Universidad Trinity, en los jardines de las parroquias San Camilo, Sagrado Corazón y en algunos jardines públicos de Langley Park.

El ecuatoriano Juan Quinteros (76), vecino de Langley Park, es uno de los muchos jubilados que encuentra satisfacción y alegría en el cuidado de los huertos. Hoy aprovecha el verano para invitar a los niños y jóvenes hispanos del complejo de apartamentos “Victory” para regar, sembrar y cosechar algunos vegetales propios de la estación estival.

“En la mayoría de los barrios hay pequeñas parcelas de tierra abandonadas y resulta sencillo en convertirlas en huertos comunitarios. Muchos niños nunca vieron cómo se prepara un terreno para el cultivo o como se cosechan las legumbres, pero veo sus caras de sorpresa al ver que la tierra les permite tener alimentos frescos y sanos. Ya tengo tres años compartiendo esta experiencia con algunos escolares”, dijo Quintero.

Indicó que desde adolescente solía ayudar a su padre y abuelo a trabajar en el campo, pero al venir a Estados Unidos empezó a laborar en un almacén de alimentos y después de jubilado decidió retomar la faena de cuidar la tierra, enseñarles a los niños que la madre naturaleza siempre regala alimentos para nuestra sobrevivencia.

“Un huerto comunitario no cuesta mucho, es educativo e integrador. A mí me ayudan jubilados, jóvenes y varias veces las madres de familia traen a sus hijos para que aprendan todo sobre la Tierra Madre”, manifestó Quinteros.

Agregó que los huertos no solo ayudan al medioambiente, brindan más oxígeno al aire y reducen la contaminación, sino que son lugares excelentes para conocer a otras personas que viven en la comunidad.

Laudato Si

En el Congreso Virtual de Educación Religiosa “Diálogos Académicos sobre Catequesis 2021” se destacó la importancia de la encíclica Laudato si’, donde se dijo que los huertos comunitarios son una experiencia de aprendizaje centrada en una antropología del cuidado y la responsabilidad que permite transformar la forma de mirar la realidad, clarificando conceptos y generando nuevos estilos de vida que favorezcan mejores relaciones en la triple dimensión: ser humano-Dios; ser humano-ser humano; ser humano-creación.

“En los huertos comunitarios no solo se educa a las personas para ser amigables con el ambiente, sino que se fortalece la conciencia moral de corresponsabilidad de ser “administradores” (los seres humanos) de los bienes de la creación”, indicó Marlui León de la Universidad Pontificia de México-Universidad Iberoamericana.



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