Cruzaron la frontera con miedo, llegaron sin nada y aún es poco lo que tienen. Son los inmigrantes recién llegados en autobús al área metropolitana que evocan a Jesús, María y José buscando posada en Belén, pasando frío y necesidades.
Por eso, Caridades Católicas de la Arquidiócesis Católica Romana de Washington organizó una fiesta navideña a la que acudieron 250 de los más vulnerables de ellos, el viernes 6 de diciembre en el centro ubicado en el 12247 de la avenida Georgia en Silver Spring, Maryland.
“Será nuestra primera Navidad en Estados Unidos. Aunque estamos en necesidad, estamos contentos porque estamos juntos en familia”, expresó Talía Castro (27), quien cruzó la frontera sola y embarazada de cinco meses en marzo de 2024. Dos meses después llegó su esposo Ricardo González (32) y luego ingresó su hijo Jeiner (8) con su abuela.
Ricardo empezó a trabajar en construcción a nivel local, pero como es habitual en esta temporada invernal, se quedó sin trabajo. Ella cuida su bebé Daniel de cinco meses mientras viven en un cuarto en Gaithersburg, Maryland. “Estas donaciones que recibimos hoy nos ayudan un poco”, dicen.
Anduvieron errantes por varias ciudades de su natal Colombia buscando oportunidades. Por siete años, probaron suerte en Ecuador, pero no les funcionó. Así que se desplazaron hacia el norte para entregarse a las autoridades fronterizas. “Lo que deseamos es trabajar y estar estables”, afirmaron quienes aún no tienen fecha para presentarse en corte.
Fue muy alegre esta fiesta anual de Navidad de Caridades Católicas para las familias migrantes que son atendidas por el Programa Navegador de la Red de Recién Llegados.
En un ambiente lleno de globos, golosinas, colorido, música y regalos, todos querían tomarse fotos con papá Noel y mamá Noel. Los niños recibieron juguetes, los adultos recibieron bolsas de comida (enlatados, cereales, sopas y pastas). Se distribuyeron abrigos, gorros y guantes.
“Los estadounidenses son muy generosos, nos han ayudado mucho y nos sentimos muy bien acogidos”, expresó la madre guatemalteca Roselia Romero (22) cargando a su bebé Andrew nacido en EEUU hace 6 meses. A su lado estaba su esposo Hugo (23) y su otro hijo Adel (4).
Esta familia llegó a Estados Unidos con muy poco, aparte de la ropa que llevaban puesta. Él llegó en 2020, ella en 2023 con Adel. Dicen que pasaron un susto en México porque les querían robar.
Hugo también trabaja en construcción y genera lo suficiente como para pagar la renta de una habitación en Laurel, Maryland. Allí viven los cuatro mientras salen adelante en una tierra nueva. Tienen cita por cuarta vez en la corte de inmigración en febrero 2025, pero saben que no califican para asilo.
Lo que los ha impulsado a emigrar es la situación económica en Guatemala. “No hay trabajo en nuestro país”, dicen Hugo que viene de una familia católica de 8 hijos y Roselia que tiene 9 hermanos.
El sueño americano de Los Romero es establecer un negocio de construcción y comprar o construir su propia casa. A pesar de todas las dificultades, van a celebrar esta Navidad 2024 con alegría y esperanza, especialmente porque los padres de Roselia vendrán a pasar el fin de año con sus nietos.
Wiliandri Rivas (26) y su familia huyeron de Venezuela hace seis años para buscar oportunidades en Colombia. Como no les funcionó, decidieron esperar dos meses en México para obtener una cita con las autoridades e ingresar legalmente (parole) a EEUU en mayo con su esposo Maikel (27) y sus dos niñas.
Caridades Católicas fue una bendición para ellos ya que les asistieron para conseguir fondos para pagar dos meses de renta.
Cuentan con permiso de trabajo, lo cual les facilita el proceso. Residen en Hyattsville, pero están atrasados con la renta. Maikel trabaja como barbero, pero viven con limitaciones. Así que los abrigos que recibieron los cuatro en la fiesta de Caridades Católicas realmente los necesitan para este primer invierno.
“Esta será nuestra primera Navidad en EEUU y nos sentimos seguros y felices en un país en el cual podemos encontrar muchas oportunidades y salir adelante”, dijo la joven madre católica.
Durante la fiesta, unos diez estudiantes de Connelly School of the Holy Child sirvieron como voluntarios, proporcionando entretenimiento, repartiendo comida y regalos.
“Estoy aquí porque es Navidad y esta es una obra de Dios. Me gusta estar con los niños y servir, me gusta verle la cara a la gente cuando se dan cuenta de que otros les quieren”, dijo Mariana Telles (14), alumna de noveno grado de esta escuela católica ubicada en Potomac, Maryland.
En casa de Mariana, en esta temporada navideña, se reza la novena en familia, cantan villancicos y van a la misa de gallo el 24 de diciembre a la noche. “Es el tiempo en el cual estamos más juntos, en familia. Es el tiempo para dar gracias”, subrayó.
“Dios es mi mejor amigo, me ha ayudado mucho en los estudios. Es una bendición de Dios que yo pueda tener una educación de calidad”, comentó quien recibe una beca en su escuela.
La adolescente de origen colombiano confesó que se siente identificada con estas familias inmigrantes que amablemente atendió. Sus padres llegaron a Estados Unidos en 2005 y poco a poco salieron adelante. Recuerda que durante la pandemia del COVID-19, en Navidad, los seis hermanos tenían regalitos sencillos porque estaban pasando necesidades.
Mariana también colabora como voluntaria en el banco de alimentos de su parroquia San Judas, de Rockville, Maryland, y en Interfaith Works, una organización que provee ropa usada a los necesitados.
Por tercer año esta actividad de Caridades Católicas se lleva a cabo y fue posible gracias a contribuciones de la familia Kaplan, Connelly School of the Holy Child, Iglesia New Hope, la hermana Marie Chiodo, Verónica Cruz de Cruz Associates, empleados de Caridades Católicas y Asociados parroquiales que donaron los abrigos.
Desde abril del 2022 empezaron a llegar al área metropolitana autobuses con inmigrantes indocumentados que cruza la frontera. Al principio llegaban a la estación de trenes Union Station, luego empezaron a dejarlos en cualquier calle de la capital y los más afortunados llegan al centro de acogida SAMU(https://samufirstresponse.org/our-work/reception-and-respite) en Rockville.
Caridades Católicas, junto a otras organizaciones caritativas, los han asistido desde el primer momento en SAMU en cuanto a sus necesidades básicas. Actualmente se hacen cargo de aproximadamente 5 familias nuevas cada semana para atenderlos y conectarlos con servicios de los condados locales.
Acudieron a esta fiesta navideña quienes son asistidos en el programa de navegadores de Caridades Católicas: algunos que acaban de llegar y duermen en SAMU, otros que ya salieron y se independizaron, igualmente otros inmigrantes en necesidad que tienen menos de cinco años en Estados Unidos.
Los expertos aseguran que un inmigrante necesita aproximadamente un lustro para aprender inglés, conocer el sistema estadounidense, abrirse camino, mantenerse solo, superarse y correr tras su sueño americano. Cada inmigrante ha vivido esa travesía en carne propia, sabe que no es fácil y no lo olvida.