En el momento de ira, de turbación, de ‘rabia’, como suele decirse, la agitación acelera el palpitar del corazón y la sangre no está supliendo oxigeno suficiente para el celebro. De ahí, que el fenómeno físico, impida el funcionamiento adecuado del uso de la razón. Se dicen cosas hirientes, ofensivas y totalmente inapropiadas, que, en sus cabales, no se dirían. La pasión es uno de los estados de ánimo más frecuentes y difíciles de controlar. Pero, esa es la realidad. Es la pasión lo que sirve de motivación en todo el comportamiento humano. Se nota en cualquier persona por su dedicación y su deleite en hacer lo que ama hacer. Sin embargo, cuando es al revés, las consecuencias son dolorosas e hirientes.
Se presume que un adulto, tiene más o menos conciencia de su carácter y temperamento. Ese conocerse a sí mismo, y al grado que se logra, es lo que determina su comportamiento y el modo de expresarse. No se ignore también que el medioambiente contribuye a ese tipo de formación. Es notable, por ejemplo, como en EEUU se distingue entre una persona del norte y una del sur. El acento sureño es inconfundible y notablemente diferente al del norte. Y así, igualmente, en otros aspectos respecto al lugar de origen. Se señala ese detalle pues en la realidad multicultural del país, se dan, con demasiada frecuencia, situaciones que ofenden y causan disgusto. Expresiones que podrían ser normales y aceptables en un país, no necesariamente lo son en otro. Y así surgen los malentendidos y los desacuerdos entre las personas.
Esos errores originados sin ninguna mala intención, y muy especialmente en el contexto de la familia, son los que pudiesen ofender gravemente. Personas de poca tolerancia o muy sensitivos, son las que regularmente se ofenden con mayor frecuencia. Es de ellos que se oye la expresión, “Eso jamás lo voy a perdonar”. Ya se ha señalado, que el perdonar es una decisión. Bajo la molestia del momento, esa disponibilidad desaparece. La herida prevalece y como consecuencia, el distanciamiento y enojo se prolongan por generaciones. En el devenir de la historia, ¡cuántas familias viven todavía la enajenación y el disgusto! Al extremo, que ya ni se recuerda el incidente negativo original que llevó al enfado. Es riqueza cultural del pueblo hispano, el valorar y conservar la unión familiar. Se conoce como ‘familia extendida’. Es un pueblo con carácter festivo, abierto a la amistad y a la convivencia.
Ese ‘querer estar juntos’ es lo que lleva a la espontaneidad de reuniones familiares y el disfrutar de cualquier motivo para reunirse. (Hay que señalar que nuestros obispos mencionaron ese aspecto cultural como una bendición en su carta pastoral ‘Presencia Hispana: Esperanza y Compromiso’ - 1983). Y no cabe duda, que el pueblo hispano trae una riqueza especial, tanto en el renglón religioso como en el civil. Muchas veces, es en la parroquia donde ocurre ese intercambio de culturas a través de las celebraciones propias de cada grupo. Y muchas veces, cabe mencionar, los incidentes de discordia surgen por el hecho de que el párroco decide celebrar alguna fiesta propia de un grupo étnico y no la de otro grupo. “Eso jamás lo voy a perdonar” es, también. una de las posibles reacciones.
Un hecho no siempre tomado en cuenta es la nostalgia que vive todo inmigrante. Se añora la patria, las costumbres pueblerinas, todo lo que forjó su identidad. Es por eso por lo que, en cuestiones de fiestas populares, el pobre párroco es quien las lleva a perder. No siempre se puede complacer a todas las distintas minorías que desean celebrar sus fiestas patrias. Devociones populares abundan y son la riqueza de la fe católica. Pero pueden ser causa de grandes desacuerdos y enfados. El pueblo vive una fe profunda, pero pobremente informada. Se aferra a una imagen, a alguna devoción, a alguna práctica popular. ¡Cuánto anhela revivir esa experiencia que tanta vida le dio a su fe!
Hay un proverbio en latín no tan conocido que reza, ‘De gustibus non disputandum’, o sea, ‘No se discute sobre gustos’. Cada uno tiene una opinión, algo que le parece ser lo correcto. No todos tienen que opinar de igual manera. Esa es otra de las situaciones que en el contexto multicultural causan grandes problemas. Los incidentes más problemáticos usualmente están conectados con el linaje, la lengua, y en general, todo lo relacionado con la cultura.
El perdonar o no es decisión de cada uno. Pero que gran bendición cuando motivados por la fe, se reconoce que guardar rencor es antievangélico. Además de perjudicar toda la salud mental Que sea decisión permanente el no darse permiso para decir, ‘Eso jamás lo voy a perdonar’.