Muchas personas en el mundo no valoran la suerte de tener agua potable y limpia al alcance de sus manos. Otros prefieren privilegiar la flojera o vanidad y optan por comprar agua embotella para su consumo personal, ignorando –por ejemplo- que en Centroamérica diariamente mueren cinco niños por enfermedades diarreicas contraídas por beber agua contaminada y que 34 millones de personas no tienen acceso directo al líquido elemento. Lo más triste es que la gran mayoría todavía no reaccionan ante la encíclica del papa Francisco (Laudato Si), quien nos dice que el agua representa una cuestión de primera importancia, porque es indispensable para la vida humana y para sustentar los ecosistemas terrestres y acuáticos.
Para Doris Donnely, profesora de teología de la Universidad John Carroll, es urgente combatir la indiferencia de las personas sobre los graves problemas que se derivan no solo por consumo de agua contaminada en el mundo, sino también por la carencia de saneamiento y prácticas de higiene deficientes.
“Hoy cada veinte segundo se diagnostica en el mundo a un niño con problemas digestivos por consumir agua contamina. La explotación minera irresponsable y la falta de tratamiento de las aguas residuales han contamino ríos, lagos y hasta el sub suelo en muchos países. Este grave situación esta muy cerca de nosotros, aquí en América Central y en parte de América del Sur, considerados como los reservorios de agua natural más importante del mundo”, comentó la docente universitaria en un evento organizado por la Universidad católica de América en Washington.
Explicó que la encíclica ‘Laudato Si’ no fue publicada por el papa Francisco para ser analizada académicamente, sino para impulsar a la humanidad, en especial a los jóvenes, para que entiendan que las provisiones de agua se están acabando o contaminando. “El Santo Padre quiere acciones inmediatas para cuidar el planeta, frenar la contaminación y cuidar el agua, sin agua no hay vida”.
Donnely indicó que la falta de agua en el mundo viene generando altos niveles de pobreza, hambre y muerte, por lo cual los políticos, religiosos y jóvenes tienen el compromiso de trabajar unidos para revertir el problema e implementar soluciones prácticas a favor de los millones de personas que no cuentan con agua.
Agregó que la falta de agua hoy representa un problema muy complejo, pues ya no basta con diagnosticar la carencia del líquido elemento o discutir sobre la calidad de agua que consumen las familias pobres. “Ahora se tiene que tener en cuenta el grado de resistencia a los antibióticos que presentan los microorganismos que provocan enfermedades como el cólera”.
De igual modo, dijo que los todos los creyentes o no tienen la responsabilidad de contribuir en el diseño de estrategias urgentes para proteger las aguas subterráneas que hoy están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades extractivas, agrícolas e industriales, sobre todo en países donde no hay controles efectivos.
“Nuestro compromiso con la defensa de la naturaleza tiene que ser real e inmediato. Todas las aguas contaminadas vertidas por las fábricas en el mundo, el uso indiscriminado de detergentes y productos químicos que utiliza en las ciudades modernas siguen derramándose en ríos, lagos y mares. No hay tiempo para discutir, es hora de actuar. Dios nos pide defender el planeta ahora”, enfatizó la profesora de teología de la Universidad John Carroll.
Advertencia importante
Un reciente informe de la Organización de Naciones Unidas (ONU) reveló que casi un 40 por ciento de las muertes de menores de cinco años se produce durante los primeros cinco meses de vida debido a diversas complicaciones por consumo de agua contamina.
Pese a los avances logrados, asegura la ONU, que el agua contaminada, así como el saneamiento y las prácticas de higiene deficientes, no sólo son causas de la permanente incidencia elevada de enfermedades diarreicas sino que contribuyen en muchos de los casos de muertes de menores de cinco años debidas a la neumonía, las enfermedades neonatales y la desnutrición.
“La carencia de acceso al agua potable, y la higiene y el saneamiento deficientes, son factores en los más de 1,5 millones de muertes anuales de niños y niñas debido a las enfermedades diarreicas. Millones de niños y niñas sufren infecciones intestinales debido a los parásitos, y se calcula que unos 2.600 millones de personas no cuentan con instalaciones de saneamiento mejorado, lo que también es factor de la propagación de las enfermedades como el cólera y la diarrea”, asegura el informe de la ONU.
“Alabado Seas”
En junio del año pasado papa Francisco publicó la encíclica “Laudato Si” en la que pide tomar conciencia de la problemática del medio ambiente, advirtiendo sobre el calentamiento global y sus graves consecuencias. Allí también hizo una seria reflexión sobre la falta de vivienda, el acceso limitado al agua potable, el consumismo exacerbado y el daño que provoca en la humanidad la indiferencia de los grupos de poder económico en el mundo.
“La tierra clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. El medio ambiente es un bien colectivo, patrimonio de toda la humanidad y responsabilidad de todos”, dice en sus primeras páginas la encíclica papal.
Pero el texto analiza el tema de la creación desde una perspectiva interdisciplinaria y hacen foco en “la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta, la convicción de que en el mundo todo está conectado, la crítica al nuevo paradigma (neoliberalismo) y a las formas de poder que derivan de la tecnología (tecnocracia)”.
En el documento el Santo Padre dijo que “ quienes tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del calentamiento global”.