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Enfoque sinodal puede ayudar a sanar luchas sociales, afirma cardenal Gregory

Vinculando temas de su gestión como arzobispo de Washington con los objetivos del reciente Sínodo sobre la Sinodalidad en el Vaticano, el cardenal Wilton Gregory dijo que la sociedad "tolera y, con demasiada frecuencia, excusa las manifestaciones públicas de racismo, islamofobia, antisemitismo, sexismo y violencia contra los inmigrantes, las familias y los pobres".

El cardenal Gregory, quien hizo esas precisiones en la Universidad Católica de América, el 6 de diciembre, a su regresó de la primera parte de la asamblea general del sínodo en la que fue delegado designado por el papa Francisco, describió no sólo la intolerancia y la marginación en la sociedad, sino también cómo esos problemas surgen entre los diferentes grupos dentro de la Iglesia Católica. 

Algunos -agregó- distorsionan la visión del papa Francisco de una Iglesia sinodal y, “en su lugar, están sustituyendo su idea de la Iglesia. Hay quienes quieren utilizar la sinodalidad como una forma de abogar por una amplia reescritura de nuestra doctrina católica para llevar la Iglesia hacia el futuro; mientras que otros quieren utilizar la sinodalidad para fosilizar las creencias católicas para que la Iglesia siga siendo la Iglesia que ellos conciben de los años pasados".

Y otros, dijo el cardenal, "quieren usar la sinodalidad para solidificar las prácticas pastorales actuales -abiertas sólo a unos pocos elegidos- que creen que sólo ellos conocen al verdadero Cristo". Explicó que las visiones contrapuestas de la sinodalidad "conducen a una cultura del aislamiento, que puede llevar a una falta de caridad y a la frustración de la labor de evangelización".

Peter Kilpatrick, presidente de la CUA, inició el diálogo con su charla "Celebrando la diversidad”, una conversación con el cardenal Gregory, quien fue nombrado por el papa Francisco como arzobispo de Washington en el 2019 y elevado al Colegio de Cardenales, al año siguiente, convirtiéndose en el primer cardenal afroamericano.

En su intervención, el cardenal Gregory señaló varias prácticas que pueden recordar a las personas su interconexión y ayudarlas a recuperar un sentido de respeto por los demás. Por ejemplo, explicó, la Iniciativa de Diálogo Civil Católico de la Arquidiócesis Católica Romana de Washington "organiza conversaciones sobre diversos temas relacionados con la doctrina social católica, en las que hacemos una pausa y nos escuchamos atentamente unos a otros. Detenemos nuestras apretadas agendas para reconocer la importancia de presentarnos y prestar toda nuestra atención a lo que se decide compartir".

Los diálogos, dijo, "permiten a los jóvenes hablar abiertamente de sus valores al tiempo que honran la variedad de sus puntos de vista". El cardenal Gregory dijo que los diálogos pueden ser conversaciones complejas, "pero construir una comunidad de fe no es una tarea fácil. Acoger estos diálogos civiles es formar una comunidad en la que todos saben que forman parte y en la que se desarrolla o restablece la confianza".

La doctrina católica se incorpora a los materiales del diálogo, explicó. "Pero la primera intención de nuestros diálogos civiles (como de toda catequesis) es compartir el amor de Dios y fomentar un sentido de inclusión de todos en la Iglesia. Son los mismos objetivos que comparte el proceso sinodal. Una buena catequesis tiene oportunidades para escuchar, procesar y responder".

La diversidad de voces y experiencias de los participantes en el Sínodo hace que el diálogo civil sea más retador -señaló el cardenal- "pero también lo hace más reflexivo y profundamente hermoso".

Al igual que las relaciones interpersonales sanas se basan en el respeto y en la capacidad de ofrecer "gracia y espacio", lo mismo ocurre con las relaciones en la Iglesia, dijo. En lugar de gritar o intentar intimidar a los demás o resolver los problemas, "nos centramos en la escucha activa y sincera para construir la confianza que necesitamos para avanzar juntos en la esperanza y la santidad", dijo el cardenal Gregory.

Por eso, el Sínodo sobre la Sinodalidad tardará varios años "en establecer un modo fructífero de dialogar juntos", dijo el cardenal.

En una sesión de preguntas y respuestas después de sus observaciones preparadas, el cardenal Gregory dio una larga explicación de la historia de la Iglesia con la Misa Tridentina en latín y los recientes esfuerzos del papa Francisco para limitar su uso. Señaló que 200 años después del Concilio de Trento del siglo XVI, que también trajo una liturgia significativamente diferente, la misa anterior todavía se celebraba desafiando el cambio al Misal Romano.

En la situación actual, la Misa tridentina en latín fue sustituida tras el Concilio Vaticano II por la liturgia del Novus Ordo, que se celebra en la lengua vernácula, la que habla el pueblo. Sin embargo, los aficionados a la liturgia latina han seguido aferrándose al rito anterior al Concilio Vaticano II, a pesar de los esfuerzos de varios papas por incorporar a toda la Iglesia mundial al nuevo rito.

"La tradición muere lentamente", dijo el cardenal, y añadió: "El Santo Padre está intentando completar lo que (el papa) Pablo VI empezó".

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