Las personas con discapacidad necesitan experimentar no solo el amor o comprensión de sus familiares, sino que desean ser incluidos plenamente en la sociedad, la Iglesia y en las comunidades parroquiales, destacó el obispo auxiliar de Washington, Evelio Menjívar, en la tradicional “Misa Blanca” realizada en la parroquia Santa Rosa de Lima de Gaithersburg (Maryland) el domingo 15 de octubre.
Todos -agregó- debemos asumir la responsabilidad de apoyar a las personas con discapacidad en su inclusión pastoral efectiva y ofrecer orientaciones prácticas para incluirlas en catequesis, formación, sacramentos, peregrinaciones y su presencia en las misas dominicales.
“Hermanos es hora de crear conciencia sobre las responsabilidades que todos tenemos con respecto a las personas con discapacidades. Nuestro compromiso tiene que conducir a que todos participemos del gran banquete de vida, amor, dignidad, amistad y comunión con Jesús, no olvidemos que él siempre fue inclusivo y no dudó en incluir a personas de toda condición en su discipulado”, manifestó.
Señaló las personas discapacitadas deben ser vistas como “un regalo de Dios”, como una invitación a participar de la misión evangelizadora inspirada en la Palabra de Dios, que implica un compromiso real con el servicio a los pobres y a los que sufren, y “tampoco olvidemos que encada acto de nuestras vidas contamos con la presencia del Espíritu Santo, quien nos da la fuerza para hacer obras de bien común”.
Monseñor Menjivar fue claro en señalar que la discapacidad no es impedimento ni para recibir las buenas nuevas del Evangelio, ni para ser testigos de la acción salvadora de Dios en la vida propia: “Tenemos que saber abrirnos y acoger a nuestros hermanos en necesidad, pues todos tenemos derecho a celebrar la vida y la fe”.
El obispo auxiliar de Washington dijo que el cardenal Wilton Gregory se encontraba en Roma participando de la asamblea sinodal, que busca mejorar los instrumentos y las estructuras para favorecer el diálogo y la interacción con el Pueblo de Dios, sobre todo entre los sacerdotes y los laicos.
Aseguró que el papa Francisco ha calificado el Sínodo como un “tiempo de gracia” en donde religiosos y laicos participan activamente en un encuentro donde escuchar y reflexionar nos conducen hacia el fortalecimiento de una “Iglesia sinodal”, para que nos sintamos en casa y participemos de la vida pastoral en nuestras comunidades.
“El templo siempre debe ser un punto de encuentro en donde el amor, la comunión con Jesús y la unidad con los hermanos sea una constante. Todos estamos invitados a vivir juntos el amor de Dios”, acotó el obispo.
Antes de finalizar la Misa Blanca, que lleva ese nombre porque su color se asocia al bautismo y la nueva vida, el obispo Menjivar felicitó a los padres de los niños discapacitados y los voluntarios parroquiales por su demostración de fe y perseverancia.
También agradeció el trabajo realizado por padre Agustín Mateo Ayala, párroco de la parroquia Santa Rosa de Lima, que este año recibió la presencia de decenas de fieles católicos que sufren algún tipo de discapacidad.
La “Misa Blanca” reúne en comunión a líderes locales y nacionales que tienen discapacidades y a las personas que cuidan de ellos, entre los que se encuentran familiares cercanos, personal de diferentes ministerios, profesionales médicos y representantes de la comunidad.
Desde hace catorce años la Arquidiócesis Católica Romana de Washington celebra esta misa en honor a los pequeños que tienen algún tipo de limitación física o mental.