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El ministerio del obispo Menjívar forjado por sus experiencias como trabajador inmigrante

El obispo Evelio Menjívar-Ayala inciensa filas de cascos que simbolizan a los trabajadores que murieron en el desempeño de sus labores, durante una misa conmemorativa para los trabajadores de la construcción celebrada en la iglesia de San Camilo en Silver Spring, en abril de 2023. Foto/Mihoko Owada

A principios de este año, el obispo auxiliar de Washington, Evelio Menjívar-Ayala, regresó a su hogar en la zona rural de El Salvador. Su madre de 90 años, Catalina Ayala de Menjívar, lo puso a trabajar de inmediato. Le pidió que la ayudara a deshierbar, a cuidar los cultivos en la parcela de la familia y a colaborar con algunas tareas domésticas.

"Cada vez que regreso a mi casa en El Salvador, mi madre me pide que me quite el anillo y que agarre la pala y el machete para ayudarla. Ella tiene 90 años, y aún trabaja", dijo el obispo de 54 años en una entrevista reciente. Agregó: "Cuando regresé a casa, ayudé a construir un cobertizo para las gallinas”.

Desde su infancia, el trabajo ha sido parte esencial de la vida del obispo Menjívar. Cuando era niño, trabajó en la granja de su familia. Continuó trabajando arduamente cuando llegó a Estados Unidos, siendo un joven inmigrante que dejaba atrás un país devastado por la guerra. No dejó de trabajar hasta que fue ordenado sacerdote por la Arquidiócesis Católica Romana de Washington en 2004 y continúa trabajando desde su ordenación como obispo en 2023.

El obispo Menjívar hizo una reseña de su historial laboral, cuando se dirigía a los graduados de la Universidad de Georgetown, el pasado mes de mayo. Después de su discurso, la universidad le otorgó el título de Doctor Honoris Causa en Letras Humanitarias.

"En 1990, llegué a Los Ángeles, California, con solo un cambio de ropa en mi mochila, pero lleno de sueños", dijo el obispo Menjívar a los graduados. "Como la mayoría de los inmigrantes, trabajé en lo que pude: fui recepcionista, obrero de construcción, empleado de limpieza, pintor, y también trabajé en el ministerio juvenil. Mientras tanto, tomé clases de inglés por la noche y estudié para obtener el diploma de equivalencia de la escuela secundaria”.

Les comentó que, cuando se enteró de que el papa Francisco lo había nombrado obispo auxiliar de Washington, después de haber servido como sacerdote parroquial en el área durante dos décadas, pensó: "No está mal para alguien que comenzó limpiando baños y pintando casas sin saber inglés, ¿verdad? Todos debemos comenzar en algún lugar y aprovechar cada oportunidad que la vida nos ofrezca".

El futuro obispo llegó a Estados Unidos a los 18 años, como inmigrante indocumentado. Después de solicitar asilo, obtener permiso de trabajo y recibir su tarjeta de residente, se convirtió en 2006 en ciudadano estadounidense. En su primer trabajo, fue recepcionista de un bufete de abogados en Los Ángeles. Por primera vez, recibió un cheque de pago por su labor y, como muchos inmigrantes, comenzó a enviar dinero de vuelta a El Salvador para ayudar a su familia.

Su siguiente trabajo fue en el área de mantenimiento de algunas clínicas del área donde residía, haciendo lo que fuera necesario, incluida la pintura y, a veces, la instalación de pisos.

"El trabajo siempre es una bendición", dijo, y agregó: "Me encantaba mi trabajo como pintor, porque podía ver los resultados... Arreglar una casa o un lugar trae mucha satisfacción".

Después de mudarse al área de Washington, Evelio Menjívar trabajó en mantenimiento en una bodega de UPS en Laurel, Maryland. Llegaba antes del amanecer para limpiar las oficinas, y luego, después de que los camiones salieran para las entregas, limpiaba esas áreas de trabajo. También tenía un trabajo de medio tiempo en Gaithersburg, limpiando oficinas. Más tarde, trabajó como pintor durante dos años.

Un aspecto del trabajo que disfrutaba mucho era la camaradería con sus compañeros de trabajo. "Trabajar con otros es una experiencia hermosa. Siento que formé buenas relaciones y amistades", dijo el obispo Menjívar, señalando que a veces, cuando celebra misa en el área de Silver Spring, ve a un anciano con el que solía pintar. "Al construir comunidad en el trabajo, comienzas a preocuparte por los demás. Te sientes triste cuando algo les sucede a esas personas. Entonces, el lugar de trabajo se convierte en una familia, en la cual todos se apoyan mutuamente".

Como muchos trabajadores inmigrantes, a veces fue explotado. En una ocasión, cuando trabajaba para una empresa de pintura, el dueño no les pagó a los trabajadores.

El obispo Menjívar también se refirió a la falta de seguridad laboral de muchos trabajadores inmigrantes. "Cuando pintan esas casas tan altas, siempre corren riesgos y la mayoría de las veces, no tienen seguro de salud", dijo.

Dos meses después de haber sido ordenado obispo, celebró la misa memorial anual en la Iglesia de San Camilo de Silver Spring. En esa misa, se honró a un grupo de trabajadores de la construcción – casi todos inmigrantes no sindicalizados – que habían perdido la vida en accidentes laborales el año anterior, en Washington y áreas circundantes. El obispo Menjívar, que llevaba un casco de seguridad junto con sus vestiduras sacerdotales, incensó filas de sillas que contenían cascos blancos con los nombres de cada fallecido, junto a una rosa roja. Ese año, había un total de 40 cascos en esas sillas.

El obispo dijo que presidir esa misa "fue una experiencia muy conmovedora. Pude haber sido yo. Pudo haber sido mi hermano. Mi cuñado se cayó del techo y, desde entonces, casi no ha podido trabajar. Así que pudo haber sido cualquiera, pude haber sido yo, porque tomé riesgos al pintar y lo hice sin el equipo adecuado".

Para su lema episcopal, el obispo Menjívar eligió la frase "Ibat cum illis" ("Caminaba con ellos") de Lucas 24:15, el relato de Jesús caminando con dos de sus discípulos en dirección a Emaús. Esa frase resuena en él, después de sus experiencias como inmigrante y trabajador.

"Necesitamos caminar con la gente, necesitamos encontrarnos con la gente donde ellos estén", dijo el obispo, y agregó: "Él (Jesús) caminó con ellos, eso significa caminar con todos, con todas las personas”.

Como sacerdote parroquial, el Padre Menjívar sirvió como vicario en la Parroquia Mother Seton de Germantown, en la de San Bartolomé en Bethesda y en la Catedral de San Mateo en Washington. Más tarde, fue párroco de Nuestra Señora Reina de las Américas en Washington y de la Parroquia de Santa María, en Landover Hills.

Como sacerdote parroquial y ahora como obispo, entiende los desafíos que enfrentan los inmigrantes y otros trabajadores, y cómo a veces deben lidiar con la incertidumbre de sus empleos, mientras hacen sacrificios para mantenerse a sí mismos, a sus familias aquí y en sus países de origen. Como sacerdote, sabía que era importante estar disponible para esos trabajadores por las noches y los fines de semana, porque ellos no pueden dejar el trabajo durante el día.

Recibió capacitación para ser sacerdote obrero y aprendió sobre el apoyo tradicional de la Iglesia Católica a los sindicatos. Comentó cómo éstos han ayudado a generaciones anteriores de inmigrantes y a los trabajadores de hoy a obtener mejores salarios, beneficios y seguridad laboral, permitiéndoles alcanzar el sueño americano.

"Lo primero que hace el movimiento sindical es crear solidaridad", dijo el obispo Menjívar. "Llegas a entender que no estás solo y que alguien más va a hablar por ti, eso es el sindicato. Alguien va a estar contigo y va a defender tus derechos. Si lo haces solo, será muy fácil para la empresa o el jefe deshacerse de ti, pero si lo haces en unión con otros, eso será más difícil, por lo que tienes la protección de esa solidaridad... Esa es la belleza que veo en los sindicatos que velan por el bienestar de los demás".

Además de su título como sacerdote y luego como obispo, el obispo Menjívar tiene otro título que es muy significativo para él: "Me siento honrado de ser un sacerdote obrero", dijo.

Cuando se le preguntó qué significa para él el Día del Trabajo, el obispo Menjívar anotó que este día se celebra en gran parte del mundo el 1º de mayo, la fiesta de San José Obrero, también conocida como el Día Internacional de los Trabajadores y el Día de Mayo. El Día del Trabajo, dijo, es "una gran celebración, porque es una celebración de los trabajadores. Se trata de las personas que sacrifican su comodidad y se arriesgan para construir un mundo mejor, para mantener a sus familias".

Reflexionando sobre la dignidad del trabajo, dijo: "El trabajo eleva nuestro espíritu, porque sabemos que estamos contribuyendo a la sociedad, mejorando la sociedad, mejorando nuestra vida. Somos co-creadores con Dios".

El obispo dijo que la naturaleza especial del trabajo se puede observar en una parte de la oración eucarística que recitan los sacerdotes en la misa, durante la consagración: "Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre, que recibimos por tu generosidad y ahora te presentamos; él será para nosotros pan de vida".

Señaló: "No es solo el pan que ha bajado del cielo, sino que es el fruto de nuestro trabajo, que se convierte en la Eucaristía".

El cardenal Wilton Gregory ordenó al obispo Menjívar como nuevo obispo auxiliar de Washington en una misa celebrada en febrero de 2023, en la Catedral de San Mateo. Durante su homilía, el cardenal alentó al nuevo obispo a recurrir a sus experiencias previas como inmigrante y trabajador.

El cardenal señaló: "Evelio, te convertiste en un obrero mientras te adaptabas a tu nueva vida en los Estados Unidos de América. Como muchos otros antes que tú, ganaste tu sustento con trabajo arduo. Conoces muy bien los innumerables dones que nuestros hermanos y hermanas inmigrantes continúan trayendo a nuestra nación, como trabajadores arduos en muchas ocupaciones diferentes. Jesús era conocido como un trabajador común, como el hijo del carpintero, antes de comenzar su ministerio público. Era considerado un trabajador común antes de ser llamado Rabino. Nunca perdió esa comprensión de la dignidad del trabajo arduo, y tú tampoco debes perderla. La gente estará más inclinada a escucharte y creerte cuando sepan que entiendes las luchas y las pruebas que ellos mismos han soportado".

Cuando se le preguntó qué significado tuvieron para él esas palabras del cardenal, el obispo Menjívar dijo: "Lloré, estaba muy emocionado, muy conmovido. Él me estaba diciendo: 'No olvides quién eres'. Me sentiría avergonzado si olvidara quién soy".

El obispo Menjívar señaló que, cuando era sacerdote parroquial, a menudo colaboraba con las labores de pintura que se necesitaba. Ahora, como obispo sirviendo nuevamente como pastor de Nuestra Señora Reina de las Américas, recientemente ayudó a los plomeros a reparar una fuga en el edificio, en horas de la noche. Les llevó comida y los ayudó a limpiar.

Al concluir la entrevista, el obispo sonrió y mostró un video de su madre de 90 años trabajando en el campo, y uno de sus pequeños bisnietos corriendo para llevarle el almuerzo.

"Esa es mi madre. Aprendí de ella la alegría de trabajar", dijo el obispo Menjívar.



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